¿Por qué nos mareamos más en los coches eléctricos?
La falta de estímulos sonoros y su forma de frenar y acelerar favorecen el conflicto sensorial que da lugar a la cinetosis: el mareo del viajero
«Niño, deja de leer y mira a la carretera, que te vas a marear». Este mandato materno, que todos escuchamos en nuestra infancia y ... que rara vez nos evitaba las náuseas ni, en el peor de los casos, la vomitera, se ha convertido en un consejo de insospechada actualidad. ¿Por qué? Porque resulta que cada vez son más las personas que aseguran marearse cuando viajan en coches eléctricos. Y aquellos malestares infantiles en ruidosos automóviles de motor de explosión y estos en los enchufables son una misma cosa, la cinetosis, también conocida como mareo del viajero. Pero, ¿por qué parece darse más en los coches eléctricos?
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La cinetosis es una alteración del equilibrio que aparece cuando existe un desajuste entre la información que recibe el cerebro sobre el movimiento procedente de la vista, el oído interno (responsable del equilibrio) y la información sensorial del cuerpo. «Es lo que llamamos un conflicto sensorial», explica Juan Manuel Espinosa, responsable de la Unidad de Otoneurología del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada) y actual presidente de la comisión de Otoneurología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello. Aunque el concepto pueda parecer complicado, «en realidad es una cosa fácil de entender si recordamos ese consejo que nos daban de no leer en el coche para que no nos mareáramos», añade. ¿Qué causaba ese mareo? «Que el libro, el texto, está quieto». A nuestros ojos, inmóvil, como el resto del interior del coche. «Pero el vehículo se mueve. Y en el oído interno nosotros tenemos unos sensores que detectan que tú te estás desplazando, que te estás moviendo». El cerebro recibe mensajes contradictorios. «Es un conflicto sensorial para el sistema nervioso central. El cerebro, por decirlo de alguna forma, no entiende lo que está pasando». Y se produce el mareo. Los síntomas típicos son bien conocidos: sensación de inestabilidad; náuseas; sudoración y palidez cutánea; aumento de la salivación...
Con la edad, el cerebro se habitúa, «va aprendiendo y se adapta». Además,, «el sistema nervioso va madurando. No tiene el mismo grado de maduración en un niño pequeño que en un adulto. Por eso cuando crecemos nos mareamos menos», añade Espinosa.
Pero resulta que ahora la gente dice que se marea en los automóviles eléctricos, especialmente en trayectos largos y cuando se viaja en los asientos traseros del vehículo. «Es algo de lo que se habla mucho, pero por ahora en revistas médicas hay poco publicado», matiza el experto. Curiosamente, el tema se ha tratado más «en revistas de automovilismo, y también he visto algo en alguna publicación de ingeniería de automoción», apunta Espinosa. «En China, donde hay muchos coches eléctricos y muchísimos usuarios, se ha realizado una encuesta que ha reflejado que no es que te marees más en el coche eléctrico, sino que en el coche eléctrico el mareo es más intenso que en el de combustión».
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El mismo conflicto sensorial
¿Qué causa la cinetosis en los coches enchufables? «Lo mismo que en un barco o en nuestros mareos infantiles en el autobús de la excursión del colegio, el mismo conflicto sensorial». El cerebro recibe informaciones contradictorias, que en este caso son impresiones novedosas a las que no está acostumbrado.
«Con los coches eléctricos pasan tres cosas. Y la primera de ellas está relacionada con el ruido». A diferencia de los autos 'tradicionales', que generan sonidos de motor, vibraciones y cambios de marcha, los eléctricos se caracterizan por ser extremadamente silenciosos y suaves. «Todo el ruido de fondo del coche convencional proporcionaba señales al cerebro que permitían anticipar movimientos o cambios de velocidad», ayudando a gestionar mejor el equilibrio. «En los eléctricos, esa pista sonora que indicaba al cerebro que el vehículo acelera o frena, ya no está».
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El segundo factor «son los sistemas de frenado regenerativo de los eléctricos, de forma más prolongada y menos predecible para los pasajeros», explica Espinosa. Estas desaceleraciones suaves dificultan que el cerebro anticipe la reducción de velocidad como en los de gasolina o gasoil, sin los estímulos sensoriales habituales en coches de combustión.
Y, por último, está la aceleración. «Un auto convencional, cuando tú pisas el acelerador, acelera de forma progresiva. Hay un cierto retardo», por la propia mecánica del coche. Sin embargo, «en el eléctrico, el sistema de aceleraciones es inmediato». Otro estímulo desconcertante para el cerebro.
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«Estos tres factores favorecen el conflicto sensorial» que produce el mareo. ¿Y los remedios? Pues resulta que siguen siendo los de toda la vida en estos casos: procurar mirar a la carretera y anticipar los movimientos del vehículo; si es posible, viajar en los asientos delanteros, donde el mareo es menos común. Y por supuesto, evitar el uso de móviles, tablets o lectura durante el trayecto.
Además, con el tiempo y la exposición repetida, el cerebro tiende a adaptarse, disminuyendo los síntomas. Es la habituación. Que se puede trabajar. «Desde hace algo más de un año y algo tenemos un sistema nuevo el hospital» granadino Virgen de las Nieves. «Es un aparato de realidad virtual inmersiva mediante unas gafas 3D» y una plataforma móvil que emula los movimientos de un coche. «Lo que el paciente ve es una carretera, con sus curvas», y en la que experimenta frenadas y aceleraciones , «realizando unos ejercicios de habituación en un medio controlado. Estamos obteniendo resultados muy buenos y de forma rápida», concluye Espinosa.
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