¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
Tus derechos

La importancia de saber

Todos y cada uno de nosotros puede a su vez ser la persona que cae en el error de creer saber cuando no sabe apenas nada

Lunes, 11 de marzo 2024, 00:30

Decía Antonio Machado que «los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte». Es esta una reflexión ... que nos pone en contacto con una realidad que los profesionales vivimos a diario cuando aterriza en nuestro campo de actuación alguien que cree saber de antemano lo que viene a preguntar y se encuentra francamente equivocado. Y es que es no se trata de saber sino de saber bien. Al fin y al cabo, en palabras de Einstein «cada día sabemos más y entendemos menos».

Publicidad

Probablemente lo que voy a contar pudieran contarlo de la misma manera con ejemplos muy similares casi todos los profesionales en su sector de trabajo. Y no estoy pensando tan sólo en profesionales como médicos, psicólogos o arquitectos, también seguramente a idéntico problema se enfrentan pintores, fontaneros o electricistas. Desde el punto de vista contrario, todos y cada uno de nosotros puede a su vez ser la persona que cae en el error de creer saber cuando no sabe apenas nada.

En el caso de los abogados, es frecuente que alguno de los clientes acuda a consulta con una idea preconcebida de cuál puede ser la solución a la situación que plantea. En ocasiones esa idea procede de lecturas que ha realizado en alguna página de Internet, en otras proviene de comentarios de amigos o familiares a quienes les ha ocurrido una cuestión similar y han obtenido uno u otro resultado y, ya por último, están aquellos que fundamentan su expectativa en su personal creencia de lo que debe ser justo o no. Si bien es cierto que hay supuestos en los que coincidimos, hay otros muchos en los que no. Y es precisamente en estos donde tenemos que hacer un doble trabajo porque no se trata únicamente de contar lo que ocurre y lo que debe hacerse sino de eliminar previamente la base errónea de partida con la que el cliente acude al despacho como cierta. Según cómo esté de arraigada esa base no siempre resulta fácil. Y ahí radica la razón por la que le damos tanta importancia no a saber sino a saber bien.

En el caso del derecho, además, se da una circunstancia distintiva que no aparece en otros campos profesionales. Lo más frecuente no es es que estemos enfermos o necesitemos un fontanero de manera continua, por poner un par de ejemplos bien diferentes. Sin embargo, las normas jurídicas nos rodean en todo momento. Y si alguien no se ha dado cuenta todavía es que no se ha parado a pensarlo seriamente. Ya sin salir de nuestra casa, nos encontramos con normas que regulan nuestra comunidad de propietarios, los contratos de suministros que tengamos contratados, nuestras cuentas bancarias o préstamos hipotecarios, el contrato de arrendamiento o la escritura de propiedad de nuestra vivienda... y así podríamos continuar hasta el infinito con cada aspecto de nuestra vida: nuestra relación de pareja, la tenencia de hijos, las relaciones laborales, los impuestos incluso los horarios de bajada de las bolsas de basura... Todo está regulado por normas jurídicas de uno u otro rango.

Publicidad

A todo esto hay que añadir que la producción normativa se incrementa exponencialmente cada año. Las normas que existen se modifican y se crean otras, con nuevas disposiciones de obligado cumplimiento y con la posibilidad de imposición de sanciones. Y no debemos olvidar que existe un artículo en nuestro Código Civil que indica de manera expresa que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento, es decir, que conozcamos bien, mal o nada nuestras leyes, no por eso dejamos de estar obligados a cumplirlas y somos responsables si las incumplimos. Explicado así, todo parece muy complicado y, para qué engañarnos, efectivamente lo es, pero no por eso resulta imposible. No es imprescindible saber todo ni siempre para cualquier actividad pero sí es fundamental cuando se trata de decisiones o actos que van a tener cierta transcendencia y de aquellos que van a generar consecuencias económicas o personales importantes para nuestra vida.

Y la idea de saber no guarda únicamente relación con evitar problemas o tratar de buscar la mejor forma de solucionarlos una vez ya los tenemos sino también conocer más ampliamente nuestros derechos para poder exigirlos y ejercerlos frente a quien sea.

Publicidad

¿Cómo debemos actuar, por tanto, para saber, saber bien y actuar correctamente cuando lo necesitemos? Estos son algunos consejos que, por mi experiencia pueden funcionar y, aunque están basados en mi trabajo jurídico, realmente son perfectamente aplicables a cualquier sector profesional, con mínimas variaciones.

 Ser conscientes de que tenemos un problema o una duda o una situación que no podemos resolver por nosotros mismos con nuestros conocimientos actuales. Este es, sin duda, el primer paso. Hay momentos en que por nuestra experiencia o por lo que hemos aprendido podemos solventar la cuestión que tenemos delante y continuar pero, si nos damos cuenta que nos supera, entonces es cuando debemos decidir buscar ayuda.

Publicidad

 Pensar, buscar, conocer, saber, antes de actuar. Esto como principio para todo. La norma general es que lo más aconsejable es estar seguros antes de tomar una decisión, firmar un contrato, cerrar un acuerdo o hacer algo cuyas consecuencias negativas van a ser más difíciles de evitar si lo valoramos correctamente de forma previa. Si a pesar de la esa valoración y ese conocimiento aún así decidimos seguir adelante, al menos lo hacemos siendo conscientes de los riesgos. En definitiva es la aplicación del conocido consejo más vale prevenir que curar.

 Buscar información de fuentes fiables. No siempre y en todo caso es necesario acudir a un profesional. Si se trata de obtener información general o son dudas sobre aspectos muy concretos, hoy en día contamos con múltiples medios para obtener información. El principal problema de tener acceso a tantas opciones es elegir de forma adecuada y a alguien que lo explique de forma clara, a nuestro nivel y sin errores. Si la búsqueda de información y respuestas la hacemos, por ejemplo, en Internet, hay que valorar que se trate de una página de un profesional competente y, especialmente si se trata de una materia jurídica, que la entrada o artículo que estamos leyendo sea reciente o se actualice periódicamente. Como decía antes, las normas cambian a tal velocidad que cualquier otra opción puede suponer estar leyendo algo que ya no se encuentra vigente. Comprobar la actualización de lo que estemos utilizando es imprescindible cuando se trata de formularios de contratos o escritos. Circulan muchos pero no todos son adecuados y no todo es tan sencillo como meter los datos en un formulario de una Web. En fuentes fiables no debemos incluir nunca las experiencias previas de amigos, familiares, conocidos... Incluso en el caso de que estas personas parezca que tienen una situación idéntica o muy similar a la nuestra, cada caso tiene sus peculiaridades y hay que valorarlo desde todas sus variables y circunstancias. Es muy probable que estas personas quieran ayudarnos ofreciéndonos información de su situación pero no debemos creer que la nuestra puede tener la misma solución ni olvidar que no están dando su parcial visión de la misma.

Publicidad

 Lo que cada uno entendemos por justo no tiene por qué coincidir con lo que es legal y a la inversa. Este es un principio que en ocasiones cuesta entender. Nos creemos embebidos de razones, creemos que si aplicamos el concepto de justicia la solución debe ir en una determinada dirección y que las normas no pueden decir otra cosa. Aún cuando en la mayor parte de los casos sucede de este modo, no necesariamente es así. Por ejemplo, todos hemos visto reportajes en televisión en los que nos parece increíble que un juez haya resuelto echar a una persona de su casa, dar la razón a la otra parte, obligar al pago de esta cantidad a esa persona en concreto... sin embargo, olvidamos que, para llegar a eso, ha habido todo un procedimiento, con alegaciones y pruebas de ambas partes y una valoración judicial de todo ello. Que los jueces también se equivocan... por supuesto, por eso existen los recursos, pero también lo es que muy pocas situaciones son blanco o negro y se pueden resumir en una cuantas frases.

 Leer con detalle todo lo que vamos a firmar. Consejo básico y qué pocas veces hacemos. Pero es absolutamente necesario. Y si no entendemos algo preguntarlo. El banco, la inmobiliaria, el administrador de fincas, la empresa con la que estamos contratando... deben explicarnos los términos del contrato o documento que nos ponen delante para firmar. Sin tenerlo claro, es mejor esperar y preguntar a un profesional. Y ese es precisamente nuestro último consejo.

Noticia Patrocinada

 Consultar con un profesional. Si la información con la que contamos no nos es suficiente y no nos ha servido para aclarar nuestras dudas, entonces hay que contratar a un profesional que nos ayude. Mejor antes que después, como ya hemos dicho. También en este punto hay que buscar a un especialista en la materia de que se trate, comparar, solicitar presupuesto, que nos lo entregue por escrito... Pero una vez elegido, una vez nos sentamos para comentar la situación, es imprescindible ofrecer todos los datos, escuchar, preguntar todas las dudas y confiar en su criterio. Si no confiamos, tendremos que pedir una segunda opinión pero debemos tener en cuenta que no acudimos a un profesional para que nos diga lo que queremos oír. Acudimos a un profesional para saber. Y, como decíamos al principio, para saber bien. Puede ocurrir que no coincida con lo que esperábamos pero mejor resolver nuestras dudas que descansar en nuestro error. Por otro lado, tal vez descubramos una salida que no esperábamos, una estrategia diferente para resolver el problema, un derecho que no conocíamos o, cuando menos, una ayuda para no volver a cometer la misma equivocación. A veces el que sabe más es el que sabe dónde buscar una buena solución.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad