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Gaspar Campos celebra el primer gol. Arnaldo García
Sporting 2-0 Cádiz

El Molinón, un fortín para el Sporting

Los rojiblancos ganan al Cádiz en un encuentro de oficio, encadenan su quinto triunfo de locales y se asientan en la parte alta de la tabla

Andrés Maese

Gijón

Sábado, 2 de noviembre 2024, 19:21

El Molinón se ha convertido en el gran fortín que cualquier equipo desea tener. Esta vez fue el Cádiz, un equipo llamado a luchar por el ascenso, el que sucumbió a la fuerza del estadio gijonés. El Sporting ganó con merecimiento, pese a que tras el descanso bajó el pistón y sufrió más de lo esperado.

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Rubén Albés recuperó su once de gala. Ese que cualquier aficionado puede recitar de memoria. Lo hizo para intentar continuar con la racha de resultados en casa. Y lo consiguió. El Sporting sumó la quinta victoria consecutiva ante su afición y lo hizo para regresar a los puestos de 'play off' a Primera División y continuar demostrando que puede luchar por cualquier objetivo.

Sporting de Gijón

Yáñez; Guille Rosas, Róber Pier, Diego Sánchez, Pablo García; Olaetxea, Nacho Méndez, Gelabert (Nacho Martín, m. 45); Dubasin (Caicedo, m. 88), Otero (Campuzano, m. 69) y Gaspar Campos (Queipo, m. 69).

2

-

0

Cádiz

David Gil; Iza (Ontiveros, m. 62), Kovacevic, Víctor Chust, Matos (De la Rosa, m. 77); Kouame, Alcaraz, Alejo, Brian (Escalante, m. 77); Chris Ramos (Roger Martí, m. 71) y Carlos Fernández.

  • Goles: 1-0: m. 26, Gaspar Campos. 2-0: m. 90+2, Campuzano, de penalti.

  • Árbitro: Mallo Fernández. Amonestó en el Sporting a Diego Sánchez, Dubasin, Pablo García; y en el Cádiz a Víctor Chust y expulsó al entrenador Paco López.

  • Incidencias: partido disputado en El Molinón ante 22.250 aficionados.

La primera parte fue de notable. Sin desplegar un gran fútbol, los rojiblancos fueron superiores a su rival. Jugaron con una marcha más. Con más energía y actitud que el Cádiz, al que le costó la sobremesa en El Molinón.

La mejor ocasión del primer acto, a excepción del gol de Gaspar Campos, la tuvo Otero en sus botas. La jugada es para ver repetir varias veces. Un contragolpe de manual con acciones individuales sobresalientes.

Nacho Méndez comenzó la acción dejando atrás a varios rivales. Volvió a demostrar que se encuentra en un gran momento de forma. Su pase a Gaspar Campos lo hizo mejor el extremo con un autopase al primer toque, para después asistir a Dubasin con el exterior. A Dubasin le llegó el balón pasado el segundo palo y ante la salida de David Gil se inventó una vaselina para dejar atrás al portero y apurar la línea de fondo. Una vez logró su objetivo, le regaló el tanto a Otero, pero el colombiano no acertó a rematar el balón cuando El Molinón celebraba el tanto y se llevaba las manos a la cabeza por tal maravillosa jugada.

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El fallo no llevó a que los rojiblancos bajaran el ritmo. Cada balón dividido se los llevaban los hombres de Albés. Con un Guille Rosas espídico por la banda derecha y un centro del campo en el que Nacho Méndez y Olaetxea estuvieron mejor que Gelabert.

Acariciando la media hora del choque, el Sporting aprovechó un despiste del Cádiz en un saque de esquina. Pablo García y Gaspar Campos iniciaron la jugada con un pase en corto. El extremo se encontró muy solo en la frontal del área y busco un centro cerrado que se envenenó. Chris Ramos tocó el balón y El Molinón saltó por los aires.

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Gaspar adelantaba a su equipo en el marcador y hacía justicia a lo visto en el terreno de juego.

Lo que pocos esperaban es que tras el descanso el Sporting se durmiera. Albés introdujo a Nacho Martín en lugar de Gelabert en la medular. La idea sería la de intentar controlar el partido con futbolistas que se hicieran con la pelota, pero no lo logró.

El Cádiz estuvo mejor, aunque el cuadro gaditano dejó mucho que desear. Ni un solo disparo a la portería de un Rubén Yáñez que apenas tuvo trabajo. Paco López buscó con los cambios un paso adelante de su equipo, lo consiguió, pero fue muy insuficiente.

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El Sporting no pasó apuros. El paso del tiempo puso algo de tensión por el simple hecho de que si el Cádiz igualaba la contienda apenas quedaría tiempo para la reacción, pero cuando todo el mundo se preparaba para sufrir, Víctor Chust tocó el balón con la mano en su propia área.

El colegiado no lo dudó y señaló la pena máxima. Campuzano hizo el resto. El delantero, que ya se encontraba en el terreno de juego, colocó el esférico en la escuadra. Y ahí se acabó el partido.

Los tres puntos se quedan en casa y El Molinón cada vez impone más respeto a sus rivales. Las cinco victorias consecutivas en casa hacen olvidar el mal comienzo que tuvieron los rojiblancos ante su gente. Y de paso también ayudan a permitir un tropiezo como el de Albacete de la pasada semana.

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