Preciado convenció a Barral

Se fueron catorce jugadores. Con Dorado se llegó a un acuerdo por no poder mantenerle la ficha y Juan, Pablo Álvarez y Jeffrey abandonaron el club por mejores ofertas y seguridad de cobro. También causaron baja el lesionado Blin, los delanteros Biagini y Calandria, el cedido Enguix y el interior Pablo Lago, más los canteranos Moisés y José Ángel, que había sido solución ocasional, y Álvaro Varela, Carmena y Lucena, unos fichajes vistos como opciones de futuro.

Emilio de Dios hizo un seguimiento a jugadores que podían quedar libres. Los administradores concursales no admitían pagos por traspasos. Diego Castro, que concluía su etapa en el Málaga, estaba apalabrado de la etapa anterior de Eloy Olaya, pendiente sólo de ratificarlo. Preciado insistió en tener un delantero.

Surgió la posibilidad de Barral, quien no iba a seguir en el Castilla. El gaditano tenía delante a Soldado y Jurado, por lo que participación durante la temporada fue de relleno. Sólo tres partidos completos de 27 disputados. A Emilio de Dios le gustaba más Adrián Martín, pero resultaba inaccesible, lo mismo que Calle, del Recreativo.

Manuel Preciado reforzaba al director deportivo en las gestiones para confeccionar la plantilla. El técnico cántabro tenía un don especial para transmitir confianza a los futbolistas. Los primeros contactos fueron con Julián de Nicolás, representante del gaditano. Salir de la cantera madridista era un aval. Por el delantero de San Fernando preguntaron también el Recreativo, Racing de Santander, Murcia, Elche y Rayo Vallecano, aunque al intermediario le pareció mejor el club gijonés. Además, la llamada telefónica que le hizo Preciado unos días antes de concluir su compromiso con el Real Madrid fue clave. Barral ya había comunicado su negativa a renovar. No veía sitio en el Castilla. Desde entonces quedó fuera de las alineaciones.

Según los informes, Barral era un delantero impetuoso, contundente, potente en el juego aéreo, intuitivo, rápido, vertical y dinámico. El Sporting lo quería y el jugador se convenció con el toque de Preciado y los consejos de su representante. El tres de julio de 2006 se llegó a un acuerdo, sólo pendiente de rubricarlo, retrasado dos días por los compromisos de Alfredo García Amado en la Liga y Julián de Nicolás en Tenerife, por asuntos de otros representados. El día seis llegó a Gijón para empezar su etapa sportinguista.

Con Diego Castro y Barral era insuficiente. Preciado gestionó la cesión de Samuel, central del Racing, y Emilio de Dios cerró la llegada de Andreu, libre del Málaga B. Más tarde se incorporaría Congo, por la insistencia del entrenador, con quien tenía amistad personal de su paso por el Levante. El resto serían los canteranos Canella, Omar, Jairo, Luis Morán y Carlos Álvarez, más el ascenso ocasional de Lora.

El Sporting fue la mejor etapa de Barral. Jugó 213 partidos de rojiblanco y anotó 55 goles. Alegría especial le produjeron los que marcó en el Bernabéu y en el Camp Nou. En España también jugó en el Levante, Granada, Cádiz y Racing, además del inicio en el Castilla. En total 384 partidos, con 89 goles. En el exterior estuvo en el Orduspor de Turquia, Al-Dhafra de Emiratos Árabes, Apoel de Chipre y Tokushma Vortis de Japón.

La etapa final de Barral en Gijón fue oscura. Javier Clemente dejó de contar con él por su indisciplina táctica. Manolo Sánchez Murias lo quería para la siguiente campaña, pero el gaditano quiso irse. Fue traspasado al Orduspor turco por 2,5 millones de euros, aunque el descenso del club otomano un año después dejó un impago de 600.000 euros al Sporting, denunciado a la FIFA.

David Barral dejó buen sabor de boca en los seis años que pasó en Gijón. Un personaje simpático con habitual protagonismo. Uno de sus momentos estelares fue cuando se bañó en el acuario compartiendo aguas con un tiburón. En la actualidad mantiene su popularidad en las redes sociales, de contertulio en televisión y sigue en activo en la Kings League de fútbol 7.