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El Sporting en el 'play off'
Un gol agónico de Diego logra derribar el muro del Castellón, encerrado tras el 0-1 y vivo hasta el final por la falta de pegada de un arrollador Sporting
Un Castellón, agarrado a su portero, escamoteador de tiempo, amarrategui y ni pariente cercano del visitante temible que se anunciaba, se llevaba un punto ... excesivo de El Molinón. Hasta que Diego embocó en el 87, haciendo estallar el estadio con un gol que hizo justicia tras el rosario de ocasiones falladas por los de casa, cargados hasta los topes de razones para el triunfo en uno de los partidos más bonitos de los últimos años. Un puñado de minutos de desconexión en la primera parte, pero todo el tiempo cargando con la corneta en la boca contra la portería de Gonzalo. El Sporting lo hizo todo para ganar. Solo mantuvo el suspense el mal día de Otero, desenfocado en tres ocasiones meridianas. Tres victorias consecutivas casi un año después y al 'play off'. Un partido que confirmó la pujanza del 'modelo Albés'. El Molinón vivió con el corazón en la boca como pocas veces. Orgulloso de un equipo tenaz hasta el extremo. La victoria, de los valientes.
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Sporting
Yáñez; Guille, Maras (Diego Sánchez, m. 59), Róber Pier, Pablo García (Cote, m. 74); Olaetxea, Nacho Méndez, Gelabert (Nacho Martín, m. 69), Gaspar (Queipo, m. 59), Dubasin y Otero (Caicedo, m. 69).
2
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1
Castellón
Gonzalo; Alberto, Van den Belt, Óscar Gil (Seutjens, m. 57), Willems (Flakus, m. 89), Chirino, Moyita (Suero, m. 72), Raúl Sánchez (Calavera, m. 72), Douglas (Salva Ruiz, m. 57), Mamah y Cala.
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Goles: 0-1: m. 20, Mamah. 1-1: m. 62, Nacho Méndez. 2-1: m. 87, Diego Sánchez.
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Árbitro: De la Fuente Ramos. Amonestó en el Sporting a Gelabert, Otero; y en el Castellón a Willems, Raul Sánchez.
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Incidencias: partido disputado en El Molinón ante 19.940 aficionados.
El técnico volvió a manifestar su filosofía meritocrática. Calcó el once de Eibar, pero con la salvedad de Gaspar, firmante de un golazo en Ipurúa, por Queipo. Mientras, Pablo y Maras, con discusión frente a Cote y Diego, siguieron atornillados a la titularidad. El neerlandés Dick Schreuder asomó contestón, con su contracultural libreta. Provocadora en detalles y ultraofensiva en apariencia. Y algún extra. Trató de alterar la atmósfera de El Molinón desde el sorteo de campo. Su Castellón salió apuntando hacia el fondo Sur, a donde la tradición manda cargar al Sporting en las primeras partes. Cambio de escenario.
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Más acostumbrado a provocar desenfreno, al fútbol de exceso, el once 'orellut' sudó a mares en el comienzo. Fue abrasivo para los forasteros. Otero falló un gol cantado a los dos minutos. Un remate a quemarropa de cabeza frente a Gonzalo, sin patrulleros para enchironarle, tras un estupendo centro de Dubasin, se fue al garete. El Castellón jugaba tan avanzado, tan en el alambre, que cada recuperación y carga del Sporting subía los decibelios al personal.
Sucedió que la exuberancia ofensiva forastera, cuando los centrocampistas del Castellón calentaron el pie, empezó a inclinar el campo durante unos minutos de agobio. De un campo a otro. Se apelotonaron arriba los Cala, Moyita, Mamah, Douglas y algún compinche más. Hasta seis jugadores se asomaban al rancho de Yáñez cuando la tropa de Schreuder comenzó a lubricar mejor y a sortear la línea de presión del Sporting. El equipo se pasó un buen rato sin catar la pelota, corriendo a ritmo de galeras. Esperando. Tendiendo la emboscada y guardando la corneta por un tiempo en la mochila. Mala señal.
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La problemática estaba en superar con tino los aprietos ofensivos de tanto jugador de ataque metido en el terreno del Sporting y con pasaporte para viajar fuera de su posición. Un oponente que a la vez manifestaba un gran físico, exigente por piernas. Pero cuando los gijoneses fluían rápido, sorteando ese extraño y poblado bosque de delanteros, saltando el centro del campo, el Castellón quedaba completamente despelotado. No era fácil.
Y el tapón, para más inri, saltó con un error defensivo de los gijoneses cuando el encuentro parecía volver a pendular. Un saque de banda mal despejado por Guille, notable y obstinado en lo demás, que Mamah, quien armó la pierna dos veces, envió a la red de manera poco ortodoxa. La celebración del nigeriano enfureció a El Molinón. Y al equipo de casa. Mosqueado, el Sporting comenzó a responder más y a calcular menos. Se revolvió.
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En las piernas de Gelabert, protagonista y picor constante para la piel del Castellón, el Sporting fabricó dos grandes ocasiones con su firma para endulzar el paladar y decretar el encarcelamiento del once 'orellut', que siguió de sufridor hasta la caseta. El partido se puso precioso. Enloquecido. El Molinón se inclinaba hacia la portería del Castellón. Otero marcó en fuera de juego y el encuentro continuó. Más madera. Gaspar, Otero y Dubasin, tremendo, hacían daño con sus desmarques. Pero eran casi siempre mordiscos al aire. Gelabert, la palanca de casi todo.
El Castellón, reculando, se dedicaba a ser un ladrón de tiempo. Menos agresivo y más tocón. Una carrera maratoniana de Guille prometía. Otero ganó la línea de remate, cerca del punto de penalti, pero el lateral no lo vio en su perímetro y se la jugó con cansancio. De perdedor, el Sporting se convirtió en un meritorio redundante al gol. Y provocó una imagen curiosa, con todo el Castellón metido en su campo. Seguía faltando tacto en la trinchera y sobraban los disparos con munición de fogueo. Un error en el emboque visitante y fallos múltiples en la aventura por el empate ahorcaban al equipo. El primer acto se cerró con un cabezazo con muy mala uva de Dubasin que se fue por un meñique.
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Empate de Nacho
La vuelta se demoró por un desajuste en un trozo de red de la nueva portería de Gonzalo. Y el partido regresó como se fue. El Sporting empotró al Castellón, indultado por los perdones locales. Otero, como en la primera mitad, falló el empate. Se la jugó, con Dubasin solo para embocar a su lado, y Gonzalo le ganó en el uno contra uno. El portero le sacó otro tiro envenenado al 'cafetero' tras rozar con Gil. Y voló, una vez más, para evitar el tanto de Gaspar.
El Castellón se agarraba al tiempo. Y al marcador. Alejado completamente de esa audaz etiqueta que se le ha colgado. Un rival más propio de Segunda. Inferior con el balón y amarrategui en los detalles para acalambrar el choque. Nacho Méndez, todo corazón y calidad para definir, hizo justicia con un buen gol y un estupendo pase de Dubasin. Albés ya había metido cambios a todo gas, enfocado en la victoria. Diego, Queipo, Nacho Martín y Caicedo. Antes de su retirada, Otero, una vez más, solo contra Alberto, demostró que tenía el día (y el pie) torcido. Y Dubasin tuvo una más. Agua. Pero llegó Diego. La locura. El estallido de orgullo de un estadio que hacía años que no bramaba así. El rock está de vuelta en El Molinón.
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