Sergio Sánchez, entrenador del Marino de Luanco: «La esperanza de la afición del Sporting de Gijón siempre es ascender»
«El miércoles espero un partido muy bonito. Es el primero para que la gente vea a sus nuevos equipos y nos lo tomamos como una prueba muy exigente de cara a la temporada»
«Para hablar de fútbol siempre hay tiempo», se despide Sergio Sánchez (Siero, 1977) tras más de media hora de conversación en la que el ... técnico del Marino de Luanco –primer rival de pretemporada del Sporting de Gijón– analiza la temporada de los suyos y cómo ve a los de Mareo, casa en la que ha pasado por todas sus categorías como guardameta y casi también como entrenador.
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–De vuelta en el banquillo del Marino un año después. ¿Cómo se siente?
–Pasa tan rápido el tiempo que no parece que haya pasado un año. Es un club muy especial y te hace sentir muy cómodo. A veces hablan de los equipos como familias y desde luego que el Marino eso lo encarna. Desde la figura del presidente, que está encima en todo, a todas las personas que trabajan con el club y colaboran con él. Muchas veces se lo digo a los futbolistas, que tienen que aprovechar el contexto de este club para crecer porque no es lo habitual.
–Segunda RFEF es una categoría particularmente dura. 18 equipos, cinco descensos directos más un sexto que juega 'play out'. ¿A qué aspiran este curso?
–A lo de todos los años. El Marino tiene que hacer su camino. Como dices, es una categoría peculiar y la tónica es un poco parecida estos años. Hay uno o dos que se descuelgan por arriba y uno o dos por abajo. El resto es una clase media que puede pelear por meterse en el 'play off' o en el descenso. Hay casos como el del Bergantiños que tuvo una racha de derrotas y se mete abajo, el Llanera que parecía descendido y casi se salva... Por eso creo que nos equivocaríamos hablando de análisis previos. Nosotros somos humildes en lo económico, pero ricos en ilusión. Será difícil paliar las bajas de jugadores importantes estos últimos años como Nacho Matador, Guille Pinín o Miguel Cuesta, pero lo haremos.
–¿Parten ventaja el Langreo y vuestro club con respecto a los otros dos asturianos (Lealtad y Vetusta), recién ascendidos?
–Al final las ventajas de un año para otro… Las plantillas cambian tanto entre temporadas que creo que es un error usar el curso anterior como punto de partida. Eso es lo bonito, que todo es muy abierto en esta categoría.
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–El miércoles primera piedra de toque contra el Sporting...
–Espero un partido muy bonito. Es el primero para que la afición del Sporting vea las nuevas incorporaciones y cómo se está gestando el nuevo equipo. Nadie puede con esa ilusión de un aficionado de fútbol cuando empieza una temporada y la esperanza de la afición del Sporting es siempre la de ascender de categoría. Esperamos que la gente acuda a ver a los dos equipos, aunque nos debemos a los nuestros, los marinistas. Los jugadores tienen también ilusión por jugar contra un equipo de esa entidad y nosotros lo tomamos como una prueba muy exigente de preparación. Nos gusta medirnos a equipos así.
–Usted salió del Sporting cuando entrenaba a su filial en verano de 2022, con el cambio de propiedad y la llegada de Orlegi. ¿Cómo lo recuerda?
–Estaba de vacaciones esperando a que se solucionase el cambio accionarial y me llama Gerardo García y me dice que van a darle un cambio al banquillo. Ya teníamos pactada con la anterior propiedad la continuidad, pero con el cambio de estructura todo cambia.
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–Y vino Dani Mori. ¿Le pareció injusto con usted que lo sacasen del filial en aquel verano?
–No, para nada. Entiendes que la gente nueva le quiere dar un cambio. Cuando llega alguien quiere borrar un poco lo anterior y establecer sus líneas, es lo normal. Sí que en algún momento he lamentado una ligera pérdida de identidad con la salida del club de algún trabajador. Afortunadamente, han mantenido contacto con el pasado y casos como Samu Baños o Aitor Tornavaca lo demuestran. También la llegada ahora de personas como Felipe Vega-Arango me parecen un completo acierto.
–Sin embargo, usted sí que se mostró crítico con la destitución la temporada pasada de Aitor Zulaika como técnico del Sporting Atlético...
–Es que no lo entendí muy bien. ¿Quieres que el filial sea campeón o preparar a esos jugadores para que llegue el mayor número a esa desembocadura final que es el primer equipo? Creo que los resultados del filial tienen que ser la consecuencia de ese buen trabajo, pero parece que es el indicador que solo utilizamos por si se hacen las cosas bien o mal y ahí nos equivocamos. De Aitor Zulaika hablaban bien todos. Los resultados no salieron, pero creo que en esa cadena que es el fútbol base tienes que ser capaz de valorar a alguien más allá de solo eso. Como entrenador entiendes que siempre eres esclavo de los resultados, pero no debería ser lo mismo un primer equipo que un filial.
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–¿Y de Asier Garitano, qué me dice?
–No he tenido el placer de conocerlo en persona, pero sí su figura. Ha estado muchos años dirigiendo equipos en Segunda y Primera y da la impresión de ser un perfil diferente a Rubén Albés, pero en el futbol todo tiene cabida. Ese poso, esa tranquilidad, ese transmitir… Su llegada tuvo un efecto positivo inmediato y ahora tendrá que intentar darle continuidad. Me da la sensación de que encaja aquí y solo puedo desearle que le vaya bien.
El ascenso: objetivo o ilusión
–Ha dicho alguna vez que al Sporting le ha ido mejor cuando ha afrontado el ascenso como una ilusión más que como un objetivo...
–A cualquier equipo, lo tengo muy claro. Y la prueba la tienes estos años. Granada, Almería, Cádiz… ¿Qué equipos han estado arriba este curso? El Levante, aunque ha jugado muchos años en Primera, no tenía esa obligación. O el Mirandés. La prueba la tenemos ahí, pero no es solo de esa temporada. Los dos ascensos del Sporting así se produjeron. Yo viví como jugador la temporada de después del descenso de 1998 y como entrenador con Manolo la temporada tras el de 2012. Esa obligación y presión de querer subir se instala en el ambiente y puede jugar en tu contra.
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–¿El ascenso de 2008 es su mejor recuerdo como jugador del Sporting?
–Era lo que perseguíamos cuando Yago Alonso, Isma Piñera, o yo subimos al primer equipo después del primer descenso. Pasaron diez años y me tuve que ir. Aunque esa temporada no pude participar porque Roberto estaba a un nivel muy alto vivir aquello desde dentro fue increíble.
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