Cuencas

El Valle de Turón, sin minas y sin turismo

Las explotaciones que fueron reformadas con tres millones de euros apenas reciben visitantesSolo los pozos Fortuna y Espinos permanecen abiertos. El centro cultural de San José no fructificó y Santa Bárbara tiene espacios en ruina

MARTA VARELA

Lunes, 13 de febrero 2012, 08:35

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La actividad minera ha forjado la historia del valle mierense de Turón en los siglos XIX y XX, pero el declive que empezó a sufrir a partir de 1992 con el cierre de explotaciones llevó a las administraciones a darle un giro a su estructura económica. Decidieron aprovechar el legado vinculado al carbón y darlo a conocer en un Parque Arqueológico Industrial y Minero enfocado al turismo. La minería es uno de los principales sellos de la cuenca del Caudal. Hulleras de Turón inició sus trabajos en el valle en 1890, formando un coto minero de 5.198 hectáreas. Entre los años cuarenta y sesenta había 200 bocaminas y se llegó a contar con 6.400 trabajadores. A lo largo de los últimos años y tras el cierre paulatino de diferentes minas, se invirtieron tres millones de euros en cuatro explotaciones con el fin de enfocarlas al turismo y atraer visitantes. Pero el resultado no ha sido el esperado y hay proyectos inacabados.

La piedra angular iba a ser el pozo Santa Bárbara, abierto en 1913 y cerrado en 1995. Está declarado como Bien de Interés Cultural por el Principado. Sus instalaciones servirían para recrear la historia de la minería con una inversión de 6 millones de euros. A día de hoy, solo cuenta con 922.000 euros comprometidos por el Ministerio de Cultura para recuperar dos castilletes, la sala de compresores y el pozo de ventilación. Pese a su calificación sigue en estado de ruina. Pocos creen en su recuperación.

Otro tanto de lo mismo ocurre con el pozo San José. Un millón de euros del plan complementario de las Cuencas invirtió el Ayuntamiento de Mieres en adecuar esta explotación, que sigue perteneciendo a Hunosa. La intención era abrir un espacio polivalente pero el proyecto no ha fructificado. El pozo atesora 300 piezas de gran relevancia de arqueología industrial. En 2011, el Ayuntamiento renunció a su gestión ante la falta de dinero para mantenerlo. El Consistorio cree que la mejor solución sería que el Principado se hiciera cargo.

Otro pozo, Fortuna, se llevó 600.000 euros de inversión. Pero éste, al menos se llena de visitantes durante los premios anuales que llevan su nombre, con los que galardona a las personas por sus valores democráticos. Es un lugar en el que se rinde homenaje a los represaliados. En escasas ocasiones es visitados por estudiantes. El pozo Espinos cuenta con el castillete más antiguo y singular, de estructura metálica revestido de madera. El Principado invirtió 400.000 euros en un aula de interpretación y en recuperar un entorno, hoy por hoy, solitario.

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