Aquella huelgona del 62
José Antonio Rodríguez, Che, recuerda la histórica movilización que cambió la minería. Lo de ahora, dice, "tien mala arreglaera"
XUAN BELLO
Domingo, 27 de mayo 2012, 13:19
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José Antonio Rodríguez, a quien todo el mundo en el valle de Turón conoce por Che y sabe que es de la familia de los Saltapatrás, lo recuerda todo con una emoción que se desborda en bonhomía. Hay episodios en la historia que lo cambian todo, que son determinantes del futuro. ¿Sabían los mineros asturianos que estaban siendo, en aquel ya distante 1962, protagonistas de la historia? ¿Sabían que su huelga era la primera puerta de las muchas que habría que abrir para llegar a la democracia?
Che lo recuerda con emoción:
-Fue algo impresionante. Cada vez que me acuerdo de las muestras de solidaridá respígome. Mantuvímonos onde había que tar. Y al final, ya lo ves: tuvo que venir el ministro Solís a pedir clemencia. Pusimos al franquismu de rodilles.
Che trabajaba en los Talleres Centrales de Hulleras de Turón. Todavía no existía Hunosa y, recuerda sobre todo, la disciplina que se autoimpusieron los mineros. Aquella primavera del 62, que arrastraría con ella la protesta de miles de trabajadores, fue larga, demasiado larga. Los mineros temían por sus trabajos y organizaron servicios mínimos para mantener las minas.
-Quedabes asustáu de la disciplina de los mineros, de la de les muyeres de los mineros, de toos. Naquella huelga involucróse tol mundo: hasta los vigilantes. Mirábemonos unos pa otros y solo con eso yá sabíemos qué facer.
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Los sindicatos del franquismo, que intentaban controlar la situación y la protesta, ya no tenían más fuerza que la de delatar y reprimir cuanto podían. Los sindicatos de clase (UGT ya funcionaba precariamente, CC OO nacía entonces) vieron cómo los mineros, todos a una, buscaban una salida.
-Fue tan gorda, que nun s'atrevíen a detener a nadie. La solidaridá colos mineros venía de tolos llaos: de los comerciantes, de toos. Foi imprtesionante. Toi acordándome ahora d'un cura, Bonifacio, que era de la parte Ayer. Organizó comedores sociales pa dar de comer a los huelguistas.
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Che se siente orgulloso de lo vivido. No fue fácil la lucha, sino dura y amarga. En el 64, recuerda Che, el sindicato vertical organizó una contra huelga de revancha. Y ahí si que hubo delaciones, detenciones y deportaciones. Che recuerda a Pedro, a Elogio, a Lolo Gancheta; recuerda a Tonín Suárez Marcos. Todos deportados en aquel golpe de mano del Franquismo que todavía tardaría más de diez años en desaparecer.
Che mira con simpatía las nuevas protestas mineras. Quisiera que triunfasen y se corrigiesen políticas. ¿Si nosotros hemos cumplido, se pregunta, por qué no cumplen ellos?
-Tien mala arreglaera, Xuan. Dígotelo yo. O-yos metes mano a los banqueros o nun hai nada que facer. Ahí, ahí yera onde teníen que meter mano.
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Sabe, sin embargo, que el mundo está mejor, mucho mejor que en aquella primavera de 1962. Gracias a los encierros, a las protestas, a las huelgas que no se acababan y que llevaron a cada casa española esperanza y dignidad.
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