Los Mártires sufren en las Cuencas

«Mártires de Cuna, médicos gloriosos». Junto con este cántico, numerosos fieles, romeros devotos, se acercaron ayer al pequeño santuario de Los Mártires de Valdecuna. Y allí escucharon misa. Algunos subieron a las siete de la mañana, cuando se celebró el primero oficio. Y otros fueron más tarde por la empinada cuesta hasta Insierto. A partir de las diez, tuvieron que cubrir el trayecto a pie, pues la Policía Local cortó la carretera al tráfico. Verdaderos mártires quienes hicieron ese camino cargados con las mochilas para escuchar al padre pasionista superior de Mieres, Teodoro, cantar la misa.

El sacerdote, en su homilía, recordó los «límites» que tuvieron que soportar los mártires Cosme y Damián por defender su fe. Salvando las distancias, el párroco hizo un llamamiento para buscar refugio en esa fe «con los dolores y sufrimientos sociales generados por la falta de trabajo en nuestras comarcas mineras». Pero los romeros no subieron hasta allí para sufrir. «Bueno, ya podemos ir a tomar una sidra», se decía al abandonar el templo para paliar el calor.

En las inmediaciones del santuario y en los praos había menos color que en años anteriores; los antiguos mantones que formaba el incontable público mostraban ayer muchos agujeros de vacío. «Sí, este años hay mucha menos gente. Cosa que no entendemos. Mira qué día ha salido», decían todos aquellos a los que se les preguntaba.

Los santos, tras la misa mayor, salieron en procesión y se procedió a la tradicional 'puya' del ramo. «¡Precios de crisis!». Se anunciaban los panes de escanda, que apenas llegaban a 25 euros y con mucho esfuerzo. El roscón preñao de chorizo, tocino y huevo llegó hasta los 80 tras una pugna, casi, euro a euro. «Me lo voy a comer muy satisfecho», decía el ganador de la subasta, José Antonio Collazo, de Turón. Y los Mártires sufrieron un poco más porque no hubo concurso de bailes tradicionales; no había 600 euros para los premios.