El banquero que lee poesía
Empezó desde abajo y hoy es dueño del primer banco privado venezolano. El astur mexicano Juan Carlos Escotet ha comprado Novagalicia, a la que promete mimar como a su colección de pintura, una de sus aficiones, junto con la sidra y sus visitas a Covadonga
ZURIÑE ORTIZ DE LATIERRO
Viernes, 20 de diciembre 2013, 05:38
Una menina te recibe en su casa de Caracas. Y no es una cualquiera, sino una de las que tanto le ha gustado pintar a su buen amigo Manolo Valdés, artista español con estudio en Nueva York y una cotización por las nubes. La dama no está sola, le acompañan obras de artistas contemporáneos coleccionadas en los últimos años por Juan Carlos Escotet y su esposa. No está claro cuál de los dos ama más el arte. Es uno de los pocos lujos que se permite este hombre sobrio y atípico en el excesivo mundo de la banca, donde se hace llamar «Juan Carlos», tuitea con fruición a sus 140.414 seguidores y cuelga vídeos en youtube con presentaciones de libros de poemas. Su nombre y rostro van a empezar a ser más familiares a este lado del Atlántico porque acaba de comprar Novagalicia Banco (NCG), intervenido por el Estado con un chute de 9.000 millones de euros.
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Escotet se ha llevado la entidad gallega por 1.003 millones, la oferta más alta de las seis en liza. Con la operación, los contribuyentes españoles pierden 8.000 millones, pero el banquero se ha comprometido a «mantener la entidad apegada a los intereses de la región y de sus trabajadores». En Twitter y ante el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, a quién visitó ayer por la tarde en Santiago de Compostela. Se conocen poco y se llevan bien porque el dueño del Banesco, primer banco privado de Venezuela, habla de cuestiones que parecían desterradas en nuestro país y que tanto tranquilizan a los políticos: mimar a las pymes, abrir oficinas, cuidar al cliente... Hace un año desembarcó en España con la compra del pequeño banco gallego Etcheverría, por el que pagó 100 millones de euros. Fue la primera inversión extranjera realizada en el sector financiero español desde que estalló la crisis, un pequeño oasis donde se han respetado los puestos de trabajo y anunciado la apertura de sucursales también en Asturias.
«Uno siempre debe entregar el apellido en las mismas condiciones en que lo recibe», comentaba en una entrevista el tercer hombre más rico de Venezuela. Forbes le calcula una fortuna de 1.400 millones de dólares, que en su entorno niegan con una sonrisa. Juan Carlos Escotet Ramírez es hijo de un discreto comerciante de León y una asturiana que en 1947 emigraron a Venezuela por problemas económicos.
Nacido en Madrid
Él nació en Madrid porque su madre embarazada tuvo que viajar a España para atender a otro hijo. Juan Carlos regresó pronto a Caracas, estudió Económicas en la facultad donde conoció a su mujer, luego un máster en Gerencia en la Universidad de Miami. Empezó a trabajar en un banco desde abajo, enseguida tuvieron al primero de sus tres hijos y un negocio con futuro. Este discreto economista de clase media alumbró una firma de valores y Bolsa que fue creciendo, hasta que la vendió por una cantidad de bolívares tan suculenta que le abrió las puertas de la clase alta caraqueña.
Pero los que le conocen bien, y prefieren ser discretos con su identidad, aseguran que Escotet no olvida sus raíces: «Regresar a España es un orgullo y un compromiso», ha comentado en diversos medios el último año. El currículum acumulado en 55 años le ha llevado a la cima de Banesco, el holding financiero que cimentó a base de fusiones y compras siempre dentro del negocio puramente bancario, sin arriesgarse en otras aventuras. Lo contrario de lo que hicieron algunos presidentes de cajas españolas. El grupo, con dos bancos en EE UU y filiales en Colombia, Puerto Rico, Panamá y la República Dominicana, maneja unos activos de 28.000 millones de euros, 16.000 empleados, 600 oficinas... Su fuerte son los préstamos a pymes y crédito al consumo. En España, la plantilla es discreta, apenas una docena de empleados, pero cuenta con personas de confianza que le han guiado hasta Novagalicia. Francisco Botas, consejero delegado del Banco Etcheverría, es su hombre clave y «gran amigo. Hacen un tándem estupendo», valora un colaborador.
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Exigente, todo, pero de trato «cercano» y con una cultura literaria que cultiva en el avión: devora narrativa latinoamericana, pero también poesía venezolana como los versos de Armando Rojas. Dicen que es fácil trabajar con él. «Es brillante, con un trato franco con su equipo. Sabe delegar. Es lo opuesto a un jefe rígido». Lo que más sorprende a sus nuevos compañeros es cuando pregunta en A Coruña o Santiago por algún parque para trotar a gusto. «El footing le mantiene con una forma física envidiable».
Sudar la camiseta le permite quedarse a gusto en las sidrerías que visita por el Oriente asturiano, especialmente en Covadonga, donde conserva buena relación con sus primos asturianos. Pero lo que le apasionan de verdad son los merengues que meten goles. Con el Real Madrid sí es desmedido.
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