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Un 10% de los niños asturianos consume comida rápida y refrescos cada día

Otro tercio come carne y embutidos a diario, en contra de las recomendaciones para una ingesta sana y equilibrada

LAURA FONSECA

Lunes, 1 de agosto 2016, 00:51

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Las tasas de sobrepeso y obesidad llevan tiempo disparadas entre los adultos del Principado pero también entre los más pequeños, a los que vemos cada vez más rollizos. La falta de actividad física suficiente, el aumento del sedentarismo de la mano de videojuegos unido a una forma de comer cada vez más alejada de los cánones saludables, está causando verdaderos estragos. Se estima que en Asturias un 10,8% de los pequeños son obesos y que otro 22,5% está por encima de su peso recomendado. Son niños y niñas gorditos. Y esos niños y niñas gorditos tienen muchas papeletas, según los expertos, de convertirse en adultos obesos, lo que aumenta de manera exponencial las posibilidades de que padezcan a edades más tempranas enfermedades cardiovasculares y diabetes, entre otros problemas de salud.

Así lo recoge un estudio elaborado para la Consejería de Sanidad por un grupo de trabajo compuesto por pediatras, enfermeras, dietistas y epidemiólogos del Principado. En este informe, los expertos sopesan cuál es la situación de los pequeños asturianos con respecto a la obesidad y para ello analizan qué comen, y cuánto y qué ejercicio realizan, o cuántas horas duermen. Los autores del trabajo reconocen que existe cierta disparidad de criterio a la hora de valorar el grado de importancia que tiene la obesidad infantil en la región. Unos hablan de hasta un 45% de niños por encima de su peso pero un trabajo más reciente elaborado sobre la base de registros en Atención Primaria lo reduce al 33,3% (la resultante de sumar el nivel de obesidad -10,8%- más sobrepeso -22,5%-). En lo que sí están deacuerdo todos los participantes es que la obesidad infantil es un fenómeno que vas a más y que preocupa. En el mismo intervienen varios factores «desde personales, como la ingesta de alimentos inadecuada en cantidad y calidad, el sedentarismo, las costumbres familiares, los condiciones socioeconómicas del núcleo familiar, la herencia o la epigenética».

Los investigadores alertan de que muchos niños y, por ende, muchas familias, «comen mal». Unos por falta de recursos (la pobreza juega un papel determinante) y otros por determinantes sociales y culturales. El caso es que un 10% de los menores consume refrescos azucarados y comida rápida a diario. También snack y chuches. Un tercio hace lo mismo, aunque tres veces a la semana, lo que también lleva a los profesionales a dar la voz de alarma al considerarla una tasa muy elevada. Las áreas de Cangas del Narcea, Gijón y Mieres son los que presentan las cifras más altas.

Además, en Asturias se sigue echando mano de la carne y los embutidos en exceso, en contra de lo que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pide moderar la ingesta de carne roja. Aunque no nos encontramos con los índices de hace una década, aún hoy en día un 15% de los niños dice consumir carne todos los días. La cifra se eleva al 35% si le sumamos los embutidos. Los porcentajes empeoran entre la población gitana, que llegan a un 70% de consumo diario de carne y un 43% de embutidos y fiambres.

Lo mejor, dieta vegetariana

En el Principado hay un patrón alimentario común que se repite: el escaso consumo de frutas, verduras, hortalizas y legumbres y un exceso de proteína animal, no solo por culpa de la carne sino también de los lácteos, de los que al parecer, también abusamos. La encuesta alimentaria en población escolar de 6 a 14 años del estudio 'Nutrición de yodo en Asturias' de 2010 encontró que un 60% consumía tres raciones de lácteos cada día. Otro 74% comía dos a tres huevos a la semana y solo el 26% afirmaba ingerir verdura u hortaliza de forma habitual. Los lácteos, recuerdan los autores del trabajo, aportan proteína de origen animal y son ricos en calcio, pero también aportan una importante cantidad de grasa y, además, «son fuente importante de yodo procedente del que se añade a los piensos en la ganadería industrial. Este aporte silente de yodo, con un consumo elevado de lácteos, pudiera resultar excesivo para el buen funcionamiento del tiroides».

Además, el exceso de proteína animal se asocia con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular y también de algunos tipos de cáncer. A tenor de lo observado, los especialistas aconsejan a los asturianos avanzar hacia «dietas ricas en vegetales, con aportes protéicos de hierro y calcio. «Las dietas vegetarianas bien planificadas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluyendo el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia. También para deportistas. Se asocia a niveles más bajos de colesterol y presión sanguínea, menor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes tipo».

Dormir poco engorda

Otro factor que influye en nuestro peso es el sueño. Más en concreto, la falta de sueño. Dormir poco está relacionado con los niveles de obesidad. Sobre todo, entre los niños. Un estudio realizado entre casi mil lactantes comprobó que los que dormían menos de doce horas tenían el doble de probabilidad de tener sobrepeso a los tres años en comparación con los que dormían más de esa cantidad de horas. Eso es porque a través del control neuroendocrino del apetito y la ingesta, la restricción de sueño se asocia con la disminución de la leptina, un aumento de la grelina y un incremento de la sensación de hambre, detalla el informe.

Tampoco es bueno que las familias tengan un control excesivo sobre la ingesta de los niños, tanto para premiar como para revertir conductas. «Inconscientemente pueden enseñarles a refugiarse en las comidas ricas para sobrellevar emociones negativas. Usar la comida como recompensa, restringirla por razones de salud e, incluso, presionar a los más pequeños para comer puede hacer que acudan a los alimentos para calmar situaciones estresantes».

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