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Recreación de una de las naves con las que se prevé cubrir el parque de minerales de Ilva. CIMOLAI
Arcelor planea en Ilva dos naves del tamaño de 50 campos de fútbol para frenar la polución

Arcelor planea en Ilva dos naves del tamaño de 50 campos de fútbol para frenar la polución

El proyecto ambiental incluye una inversión de 375 millones de euros para cubrir los gigantescos parques de minerales de la planta italiana y evitar que se propague el polvo

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Sábado, 9 de diciembre 2017, 04:42

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. Cada vez que sopla el mistral en el barrio de Tamburi, en Tarento, el aire se vuelve irrespirable. Tanto es así, que el alcalde de la ciudad, Rinaldo Melucci, ha decidido que se cierren todas las escuelas cuando haya viento del norte o del noroeste. Este distrito, situado a solo 250 metros del parque de minerales de Ilva, es el principal damnificado de la gigantesca siderúrgica, la mayor de Europa, pero no el único. Toda la localidad sufre los efectos de una industria abandonada a su suerte desde hace años. Si no es el viento, es la lluvia. Con frecuencia es agua roja y, cuando las precipitaciones son copiosas, un río del mismo color acaba en el mar. El Ministerio de Sanidad ha cuantificado que en la ciudad hay entre un 20% y un 30% más de cánceres que en el resto de la provincia.

La familia Riva, la antigua propietaria, está acusada del colapso financiero de la factoría, también de su desastre ambiental y de esconder capitales para sufragar las multas con las que elGobierno pretendía pagar la necesaria reforma cuando, en 2012, le arrebató el control de la planta. Ilva no es ni económicamente competitiva, ni sus emisiones se adaptan a la normativa actual, y aún menos a las previstas para un futuro muy próximo, aún más restrictivas. En este contexto se enmarca el plan ambiental previsto por Arcelor, que en mayo ganó la puja por la factoría, y que se comprometió a desembolsar unos 2.300 millones de euros en mejoras. La mitad, aproximadamente, se las llevará el plan industrial para reflotar la planta, que tiene el doble de tamaño que las dos asturianas juntas, emplea a 14.000 personas –frente a las 5.400 del Principado– y produce, tan solo, 5,8 millones de toneladas, solo un millón más que en Gijón y Avilés. El objetivo de la multinacional es que llegue a expedir casi 10 millones de toneladas. Unos 1.150 millones se los llevará el plan ambiental, una cantidad muy alejada de los 210 comprometidos esta semana para Asturias, pero porque se parte de una situación que nada tiene que ver.

Arcelor se ha comprometido en Ilva a utilizar las mejores tecnologías disponibles para reducir de forma drástica los niveles de emisiones de dióxido de carbono, incorporando tecnologías de captura y de aprovechamiento de este, y desarrollar procesos siderúrgicos con reducido impacto ambiental. Su proyecto incluye también inversiones en materia de descontaminación y de tratamiento de aguas, pero la joya de la corona es su intención de cubrir su enorme parque de minerales, donde se apilan en montañas el carbón y el hierro que se necesitan para abastecer a sus cuatro hornos altos.

El edificio más extenso

La cobertura de esta explanada estaba prevista antes de que entrara en los planes de Arcelor. Ya se incorporaba en la autorización ambiental integrada emitida en agosto de 2011, pero ningún organismo hizo nada por su cumplimiento. La mastodóntica estructura será doble y tendrá forma de hangar. Cada una de las naves medirá 700 metros de largo por 264 de ancho y 80 metros de alto, tanto como un edificio de 26 plantas. Ambas serán como la superficie de más de 50 campos de fútbol, el edificio más extenso del planeta.

A pesar de que la operación de compra de Ilva por parte de Arcelor no está concluida, las obras comenzarán este mes de enero. El proyecto ha sido adjudicado a la compañía Cimolai, una empresa dedicada a la realización de grandes obras civiles, entre las que se incluye la cubierta para proteger la central nuclear de Chernobyl. El objetivo es que la estructura esté lista en 2020 y proteja a Tamburi de las ráfagas de polvo mineral, para lo que se invertirán, al menos, 375 millones de euros, aunque hay quien duda de la posibilidad técnica de elevar esas enormes estructuras y también del coste que supondrá.

Además de encerrar en enormes búnkeres las materias primas de Ilva, el plan ambiental también contempla construir cortavientos de 21 metros, como edificios de siete pisos, para detener el polvo de los hornos altos; cerrar las cintas transportadoras dentro de tuberías colosales o detener el agua de lluvia ya contaminada que se filtra en el suelo.

De completarse la compra de Ilva por parte de Arcelor, esta tendrá que reembolsar la inversión adelantada. El problema es que no está claro que la adquisición pueda culminarse. La multinacional necesita el informe de las autoridades antimonopolio de la UE, que tienen hasta el 23 de marzo para pronunciarse, pero además tanto la ciudad de Tarento como la provincia de Apulia han presentado sendos recursos ante el Tribunal Administrativo Regional contra el decreto del Gobierno italiano que amplía hasta 2023 el plazo para que Ilva cumpla los requisitos ambientales. El propósito del documento era dar a Arcelor tiempo para culminar las obras, pero las administraciones locales han perdido la paciencia y piden detener ya la contaminación, incluso defienden la descarbonización de la planta, o lo que es lo mismo, que funcione con gas, algo que la multinacional ni se plantea.

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