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ARTESANO SURREALISTA
opinión

ARTESANO SURREALISTA

Eduardo Noriega entrega hoy a Terry Gilliam el premio de honor del FICX. Antes, le homenajea con sus palabras

Eduardo Noriega

Viernes, 21 de noviembre 2014, 00:50

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Todos los caminos de la creación han sido explorados por su personalísima mirada y su incontenible imaginación. Escritor, director, actor, dibujante, hasta con la dirección de ópera se ha atrevido recientemente este creador de esos mundos fantásticos en los que se instalan sus personajes para huir de la pesadilla cotidiana. Y todo empapado de humor como vía de expresión y provocación constante.

Comenzó Terry Gilliam hace más de 40 años con los Monty Python y su negro e irreverente ingenio, cuya vigencia sigue intacta, junto a los que además de escribir, actuar y dirigir, elaboró las animaciones surrealistas del grupo británico, sus característicos 'collages'. «Para mí, lo importante de la animación es contar una historia, hacer un chiste, expresar una idea La técnica no es importante en sí misma, sino al servicio de lo que quieres contar».

Continúa con una carrera plagada de películas originales e imprevisibles, con temas recurrentes como los viajes en el tiempo. Así ocurre en 'Time Bandits' (que aquí fue bautizada como 'Los héroes del tiempo'), en la que hasta el trailer da buena cuenta de su humor y heterodoxia, al confesar el locutor que no ha visto la película. O, ya en lo años 90, en la aclamada '12 monos', retrato futurista y claustrofóbico de un hombre que lucha desesperadamente por salvar el mundo de una epidemia mortal.

A partir de la adaptación de la orwelliana '1984' nació 'Brasil', con la ciencia-ficción como vehículo para transmitir miedos y sueños, en este caso la rabia hacia el sistema, y en la que critica la burocracia como excusa para no comportarnos humanamente entre nosotros. «Siempre hay una norma, una ley, para evitar lo complejo de las relaciones humanas».

'Las aventuras del barón Munchausen', rodada en España, 'El rey pescador', 'Miedo y asco en Las Vegas' o 'El imaginario mundo del Doctor Parnassus' son otros ejemplos del personalísimo imaginario de Gilliam, en el que casi siempre una línea difusa y tenue separa la realidad de la fantasía o de las ensoñaciones, sus atribulados y perdidos héroes anhelan encontrar un sentido a la vida y la estética ocupa un lugar prominente.

En 'The Zero Theorem', que pasó por los festivales de San Sebastián y Sitges pero aún sin estrenar en España, nos encontramos una vez más a un hombre atrapado, en este caso por la tecnología, que se enfrenta al sistema en busca de la clave de la existencia. Para los que deseen disfrutarla, el FICX la proyecta el lunes en el Teatro Jovellanos.

Autor inclasificable e indomable David en su enfrentamiento con los grandes estudios de Hollywood por mantener su libertad creativa, acusó a la industria californiana de hacer siempre la misma película («cual hamburgueserías de McDonald's por todo el mundo») anulando particularidades de los autores e idiotizando al público. No es casual que huyera de Estados Unidos para instalarse en el Reino Unido y posteriormente renunciase a su nacionalidad norteamericana como acto de rebeldía.

Llamar a su productora Poo-Poo Pictures (Películas Caquita), solo para imaginar la cara de ejecutivos, abogados y demás burócratas de los grandes estudios pronunciando esa palabra en las reuniones de traje y corbata, denota un niño travieso capaz de reírse de sí mismo y dispuesto a seguir peleando con armas imaginativas y en apariencia inocuas.

Su actitud beligerante e inconformista le ha acarreado problemas e inconvenientes y el quedar apartado de grandes proyectos, pero a cambio mantiene su integridad de autor y su mirada única que nos deja historias y secuencias inolvidables, películas en las que la realidad se confunde con el sueño o la fantasía y la imaginación resulta imprescindible para sobrevivir. Quizá por eso, es lógico su empeño en insistir con llevar a cabo 'El hombre que mató a don Quijote', su particular adaptación de la universal novela de Cervantes.

Por todo ello no cabe sino dar la enhorabuena al Festival Internacional de Cine de Gijón por reconocer la labor de un cineasta único y referente para diferentes generaciones en todo el mundo.

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