La mujer y la serpiente
PEDRO ANTONIO CURTO ESCRITOR
Jueves, 23 de julio 2009, 04:59
D ESDE que la Biblia colocase a la mujer y la serpiente en torno a la manzana tentadora y como causante de la pérdida del paraíso, el imaginario masculino ha ido construyendo prototipos de esa mujer maldita dueña de una seducción ante la que el hombre es una mera víctima. La 'femme fatale', la vampiresa, la lolita, la ninfómana y, por supuesto, las diversas formas relacionadas con la prostitución, se han convertido en esa parte de la mujer que suscita tanto rechazo como atracción. En una reciente entrevista de EL COMERCIO, el hombre que fue acusado por su cuñada de 15 años de violarla y dejarla embarazada, al tiempo que esgrimía una resolución por la que no se probó la violación, trataba de justificarse por la relación y, aun asumiendo parte de la culpa, no dudaba en colocar a la adolescente como perteneciente a esa casta de mujeres malditas. Así, a la pregunta de «¿cómo cree que crecerá?», él respondía: «Uff... Es una serpiente. Acabará en un prostíbulo». Más allá del conflicto personal y la falta de confianza en la pedagogía, la respuesta es muy parecida a la que habrían dado los chicos acusados por recientes violaciones o muchos de los maltratadores. Los imperios tienden a justificar el ejercicio de su poder cuando se creen amenazados por oscuras sombras, más aún cuando es un imperio en crisis y en declive como es el masculino. Los aspectos más extremos del machismo no están hoy bien vistos, pero siguen teniendo una poderosa fuerza subterránea. Además, la masculinidad es heredera de una cultura que no ha sabido dialogar consigo misma sobre sus pulsiones más ocultas. Nabokov creó con 'Lolita' un personaje que pertenecía más a las obsesiones y fantasías de Humbert Humbert que a los juegos y seducciones de la adolescente, pero son éstos los que han trascendido. La bofetada a Gilda ha pasado a la historia cinematográfica no como una agresión física, sino como el oscuro poderío femenino capaz de desestabilizar a un hombre. Sólo algunas letras de tango han sido capaces de hablar desde el sentimiento masculino desvistiéndolo de su ejercicio de poder, exhibiendo sus conflictos como ser humano. Los juegos de las seducciones y pasiones forman parte de nuestra vida, pero debemos saber dónde están las fronteras, pues, como ya dijo George Bataille, «en la sexualidad los tabúes son necesarios, aunque sea para plantear su transgresión». Quizás sea más Adán quien necesite liberarse de la serpiente y aprender a jugar con la manzana.