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Marzio Conti mira a través de una ventana del Salón de Te del teatro Campoamor.
«Me gustaría retirarme en Oviedo»

«Me gustaría retirarme en Oviedo»

«No tenía sentido hacer una copia de la OSPA con Oviedo Filarmonía, faltaba poner una orquesta en el tejido social»

DANIEL LUMBRERAS

Domingo, 21 de mayo 2017, 02:01

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Después de casi siete años al frente de Oviedo Filarmonía, el maestro Marzio Conti (Florencia, 1960), director de orquesta y flautista, ha decidido voluntariamente renunciar al puesto. El próximo 24 de junio se despedirá en la plaza de la Catedral acompañado de coros.

¿A qué se debe su marcha?

Son motivos personales. Si no hago un cambio de vida a los 57 años no lo voy a hacer, eso es lo principal. Tenía sueños y me gustaría intentarlos, es el momento. Me gustaría volver a estudiar y practicar música cuando me dé la gana.

¿La Medalla de Oro del Auditorio es la guinda a su paso por Oviedo?

Ha sido un gran reconocimiento. Es el último regalo, es particular que esté en conexión con mi despido. Cuando me lo dijeron, respondí: 'Es una broma'. Después vi las llamadas.

Así que quiere estudiar de nuevo.

Soy un amante del arte figurativo. Quisiera entrar en la Universidad -mi padre era pintor- o la Academia de Bellas Artes de Florencia, que es muy difícil porque tienes que pintar. Lo hacía cuando era pequeño, y gané un premio, pero con la música paré. No quiero ser pintor, si no es eso estudiaré Historia del Arte. Son sueños. Y seguiré con la enseñanza. Soy profesor en el Conservatorio de Lucca, de dirección en Bloomington y ya tenemos un proyecto en la Escuela Superior de Música de Barcelona con la ópera.

¿Dónde le gustaría jubilarse?

Quedarme, en Barcelona o en Madrid; y Oviedo, por qué no. Me encanta, lo peor es el clima por los problemas reumáticos.

¿Qué le gusta de Oviedo para retirarse aquí?

Los amigos. Tengo más aquí que en Italia. Los asturianos son personas difíciles, pero cuando se abren te dan la vida. Y mis médicos están aquí. En Florencia vivo en Chianti, en el Castello di Cintoia, de más de mil años. Los españoles os criticáis, pero sois más serios y fiables que los italianos.

¿En qué se parecen los ovetenses y los florentinos?

Los florentinos son todavía mucho más pijos que los ovetenses. Vivimos en la idea de Renacimiento y ciudad importante. Entre italianos y españoles hay una gran semejanza, la historia de la Iglesia ha marcado mucho.

¿Qué se llevaría de Oviedo?

La plaza de la Catedral, las sidrerías, los Symmachiarii, que es el único grupo deportista que se ha declarado contra la violencia en los estadios, la gastronomía, dos Sorolla que están en el Bellas Artes, los auditorios, también el Campoamor, la limpieza... Y el lado médico, cuesta menos aquí y el nivel es alto.

Empezó tarde en la música, con 17 años.

Sí, he empezado muy tarde en todo. El año que viene, en junio, voy a hacer el examen para entrar a la Universidad con chavales de 18 años, de la edad de mi cuarta hija. Voy a ser el alumno más viejo.

¿Qué le llamó la atención de la flauta?

Ian Henderson, de Jethro Tull. Era el flautista del grupo rock más conocido del momento. Después los flautistas franceses, cuando empecé a seguir la música clásica. Mi primera pieza que dirigí para Mutti fue casualmente el 'Carmina Burana', con la que me despido en junio.

En España los niños aprenden a tocar la flauta, no a todos les gusta.

A mí también me dieron la flauta dulce con 13 años. La que me gustaba era la travesera, impresiona.

¿Cómo fue su paso por el Conservatorio?

No querían que hiciese la prueba porque parecía el 'Che' Guevara, ya tenía barba. Me dijeron: 'No, demasiado viejo'. Después he sido considerado un 'viejo prodigio', a los tres años toqué en el festival de Salzburgo como solista.

¿Qué destacaría de su carrera como flautista?

Me quedo con la relación con mi maestro Alain Marion, murió después de una serie de increíbles desgracias. Lo tengo en mi interior. Le habría gustado verme dirigir.

¿Por qué cambió, con 36 años, el instrumento por la batuta?

Fue una casualidad que no buscaba. Estaba haciendo un concierto como solista en la Comunale de Florencia muy difícil, me dirigía Fabio Luisi. Una semana antes se quedó enfermo y lo sustituyó Piero Bellugi, considerado el maestro de maestros. Al final del concierto le pedí si quería darme algunas lecciones y en cuatro meses fui director titular de orquesta porque lo aconsejó él.

¿Cómo acabó en Oviedo?

Estaba en Madrid dirigiendo la Orquesta Nacional de Andorra. Luis Iberni me vio e inmediatamente llamó a María Riera, la gerente de la orquesta, y ella me trajo aquí.

¿Qué es lo que más le gusta de lo que ha hecho con Oviedo Filarmonía?

Hay muchas: óperas, zarzuelas, conciertos sociales... No puedo quedarme con un solo momento.

Introdujo novedades, como la ópera en los centros sociales, el himno en el Tartiere...

Han sido cosas para mí muy normales. No tenía sentido hacer una copia de la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias), faltaba poner una orquesta en el tejido social para justificar el Ayuntamiento. Esa ha sido mi preocupación principal.

¿Cómo se puede acercar la música clásica y la ópera a más gente?

Nadie lo sabe. El mundo viaja muy rápido. Nosotros no vamos a resolverlo, la música clásica puede desaparecer si no sabemos cuidarla. Desde la web los jóvenes podrán dar una respuesta. Intentaremos educar, antes de que se acabe el Imperio, algunos Jedi en esta búsqueda (ríe). Solo una revolución en el mundo de los conciertos podrá hacer algo diferente. Seguimos con un modelo de conciertos de hace 150 años.

¿Qué le parece la educación musical en Oviedo?

Hay muchas personas que siguen la música, pero el problema es a nivel nacional. Si no se ponen las Artes en el público, tenemos un pie en el foso. Tiene que haber una verdadera revolución cultural. Los conciertos no van a desaparecer, pero, ¿qué modelo vamos a dar? Y tiene que escribirse música contemporánea que llegue a todo el público.

Hay polémica porque a los músicos no se les permite dar clase.

Es absurdo, es la manera de hacer morir la música en Oviedo. Es como si un profesor de Cirugía no pudiera hacer una operación.

Usted es crítico con la política cultural. ¿Qué le parece la de Oviedo?

Desde que estoy aquí siempre he visto apoyo al mundo de la cultura. Espero que, no obstante las dificultades que hay, se pueda seguir haciendo. El problema real es global, de los políticos en general.

¿Deja sugerencias para su sucesor?

Ninguna, que lo haga como quiera.

¿Qué recuerdos bonitos se lleva?

Muchos. En uno de los primeros conciertos que dirigí, estaba bajando con María Riera, su marido Pachi y Cosme Marina del Auditorio al Campo de San Francisco. Había una noche magnífica, con olores de primavera. 'Mira qué bonito, me gustaría quedarme aquí', pensé. Así ha sido.

¿Cuándo volverá a Oviedo?

Antes o después. Cosme Marina ya me está haciendo propuestas. No podréis echarme (ríe).

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