La falta de un Gobierno estable enturbia la recuperación y complica las cuentas de 2016
La dificultad para sumar los 23 escaños que dan la mayoría en la Junta, en un clima de división, compromete cualquier movimiento por parte del futuro Ejecutivo
A. SUÁREZ
Viernes, 3 de julio 2015, 01:10
Asturias afrontará la etapa de la recuperación económica, de la salida de esta larguísima crisis, con un Gobierno en minoría, sin apoyos claros, y con un Parlamento fragmentado que en estas primeras semanas de andadura ha sido incapaz de tejer acuerdos que garanticen un mínimo de estabilidad. Si el guion no cambia -hay muchos movimientos de última hora- y el socialista Javier Fernández es reelegido hoy presidente del Principado para los próximos cuatro años, deberá hacer gala de mano izquierda y capacidad de diálogo y negociación si quiere que su Ejecutivo sea capaz de dar algún paso adelante, por mínimo que sea. Los presupuestos regionales de 2016 se perfilan como primera piedra de toque, aunque el escenario es muy poco propicio para el consenso con unas elecciones generales ya en el horizonte que amenazan con reducir al mínimo los cauces de entendimiento.
El panorama es, a priori, poco halagüeño, y en las filas socialistas no se esconde la preocupación. Hay quien ve la botella medio llena y recuerda lo sucedido en la pasada legislatura, cuando Fernández fue capaz de navegar pactando primero con IU y UPyD y después con el PP. Pero las circunstancias son ahora diferentes. La primera parte de ese mandato se salvó con un tripartido forjado a través de acuerdos estables que ahora no existe. Y en cuanto a la conexión con los populares, el PSOE se aprovechó de su estrategia de distanciamiento de Foro, con la que intentaba presentarse como una alternativa solvente de gobierno, para sacar adelante el presupuesto de 2015 y otras medidas. Pero el PP ya no está en esa clave, recuperada su posición de primera fuerza de la derecha en Asturias, y ahora parece volver a su papel natural de principal enemigo de los socialistas y no de aliado inesperado.
Ese panorama obliga al nuevo Gobierno a hacer equilibrios en el alambre para sobrevivir. En estas primeras semanas el PSOE ha mostrado una mayor sintonía con IU y Ciudadanos, pero esa ecuación, que tuvo su reflejo en el reparto de puestos de la Mesa de la Junta, el órgano rector del Parlamento, tiene un problema: no llega a los 23 escaños que dan la mayoría absoluta. Se queda en 22. Así que por más que Fernández fuera capaz de conciliar los intereses de ambas formaciones, que ya de por sí es un objetivo difícil porque una está encuadrada en la izquierda y la otra tiende al centro-derecha, acabaría topando con la aritmética parlamentaria.
Así pues, el PSOE es consciente de que los acuerdos que aseguran la mayoría en la Junta pasan por incorporar a Podemos o al PP. En el segundo caso, y salvando cuestiones 'de Estado' en las que los dos grandes partidos tienen más fácil ponerse de acuerdo, las opciones, al menos a día de hoy, no parecen elevadas. El pleno de investidura está mostrando a un grupo popular duro en sus intervenciones, marcando distancias con el socialista tras el romance del final de la pasada legislatura, así que se hace difícil prever que los pactos puedan llegar por esa vía. Reeditar el acuerdo presupuestario sería una sorpresa mayúscula, puesto que el objetivo de Mercedes Fernández, sobrepasado Foro, es ahora aspirar al Gobierno en próximas citas electorales y no resignarse a ser la fuerza más votada de la derecha. Que haya elecciones generales a la vuelta de la esquina es otra complicación. Con Mariano Rajoy clamando contra la sintonía entre PSOE y Podemos en comunidades y ayuntamientos, una entente bipartidista en Asturias sería una anomalía.
Curiosamente, el Principado es una excepción a esa buena relación general entre PSOE y Podemos. Aquí prima la desconfianza y buena prueba de ello es que Emilio León presentase candidatura a la investidura, aunque no prosperase, y rivalizase con Javier Fernández. La cuestión es si esta brecha seguirá abierta de forma indefinida, también mirando de reojo el calendario electoral, o si con el paso del tiempo la tensión decrecerá. Programáticamente parece factible que ambas fuerzas alcancen consensos en materias como la política social, aunque en la economía, como se ha visto estos días, abundan las discrepancias. Pero los primeros contactos muestran un grado de desconfianza y recelo entre las partes que, por más que abunden los llamamientos al acuerdo -«estamos condenados a entendernos, dijo Emilio León el miércoles en la Junta»- aún prima el conflicto.
Los asuntos que están sobre la mesa no son menores. Está el presupuesto de 2016, pieza clave de la política económica del Gobierno y que tiene una incidencia directa sobre la reactivación, pero hay más: las medidas de regeneración, la política industrial, la financiación autonómica... Mucha tela que cortar en la legislatura.