«En los Premios Princesa, los bufones cargan contra las élites ociosas»
Gustavo Bueno defiende que «la educación no es una cuestión de más horas ni de más profesores, sino de contenidos»
A. VILLACORTA
Miércoles, 21 de octubre 2015, 01:26
'Arquitectura numinosa. Una arquitectura influenciada por los atributos numinosos de los animales'. Es el título de la ponencia ofrecida ayer por Pablo Gil Martínez para inaugurar el curso 2015-2016 de la Escuela de Filosofía de Oviedo, auspiciada por la Fundación Gustavo Bueno. La semana que viene será el maestro quien tome el relevo. Las sesiones de los días 26 de octubre y 9, 16 y 23 de noviembre analizarán 'La querella de las artes y las ciencias' y correrán a cargo del propio Gustavo Bueno.
El filósofo materialista se adentrará así en aguas procelosas para detallar, en primer lugar, que «la palabra querella es un término anticuado, que se usó mucho en el siglo XVIII con la llamada querella de los bufones, que era una discusión entre la música italiana y la francesa». Esta controversia parisina que enfrentó entre 1752 y 1754 a los defensores de la música gala, agrupados tras Jean-Philippe Rameau, con los partidarios de una ampliación de los horizontes musicales y de la itanialización, reunidos alrededor del filósofo y músico Jean-Jacques Rousseau, servirá a Bueno como punto de partida para llegar a «la mejor definición de bufón, que fue la que hizo Diderot en su libro 'El sobrino de Rameau'», una obra póstuma en la que además retrata la corrupción social.
Escoge como anclaje «una palabra anticuada para plantear un curso que tratará sobre cuestiones actuales como, por ejemplo, la situación de la cultura y la educación, las ciencias y las artes», porque de lo que se trata es «de demostrar que las cuestiones que se plantean hoy son prácticamente las mismas que hace dos mil y pico años, en la antigüedad griega, y que luego se reanimaron en el XVIII. Son cuestiones heredadas de la Ilustración». Opina Bueno que «si la educación es lo fundamental para el progreso de una nación, las cosas irían mucho mejor si el estado le dedicase un 40% en vez de un 20% del PIB». Y eso, porque «reducir el problema a un porcentaje del PIB es olvidar que la educación no es cuestión de más horas ni de número de profesores, sino de contenidos».
Contenidos en los que la Filosofía pierde terreno, «pero lo gana, en cambio, la Historia. Pero no la Historia, sino la Historia ideológica de las autonomías. La que se explica en Cataluña, con Pi i Margall, o la que se explica en Andalucía, con Blas Infante, o en el País Vasco, con Sabino Arana, o en Galicia, con Breogán. Todo esto va en contra de la educación. Todavía confunde más». Es decir: «Se está haciendo política desde la escuela. Y, por eso, el Ministerio de Educación es un ministerio político», lamenta. «Y lo mismo pasa» con otra polémica de plena actualidad: la que enfrenta a defensores y detractores de los Premios Princesa. «Es una querella entre la ópera bufa y la ópera seria. La ópera bufa era la ópera cómica. Lo más parecido aquí es la zarzuela. Mientras que la ópera seria se considera como propia de la aristocracia, de la realeza». Y «la ópera bufa carga contra unas élites ociosas que se entretienen y gastan millones en una música que hoy ya no se escucha». En lo personal, Bueno no se moja: ni partidario ni opositor. «Yo no estoy a favor de nada». Eso sí, a quienes se manifiesten contra ellos, defiende, «puede aplicárseles el término bufón tal y como lo entiende Diderot, aunque no canten», y siempre sin perder de vista que «la ópera bufa puede ser muy buena».