El oro dulce del que crece en los panales
«La apicultura puso a Boal en el mapa, nos conocen más por la miel que por otra cosa», dice Julio Fernández
LUIS FLÓREZ
Domingo, 14 de septiembre 2014, 01:08
Los escasos 1.700 habitantes del concejo de Boal acaban de ser premiados con el galardón del Pueblo Ejemplar de Asturias 2014, debido a su constante y eficaz movimiento vecinal y asociativo, que está impidiendo el declive definitivo del pueblo organizando actividades y construyendo vías de salvación para la zona, como es el turismo rural -el enclave del concejo invita a ello- rodeado de verde, montañas y con la costa a veinte minutos. Sin embargo, la actividad que identifica a Boal es la apicultura y todo lo que se derive de la miel. «Hay apicultores en Boal que cuentan con trescientas colmenas, incluso más, que pueden llegar a producir hasta 6.000 kilos de miel en un buen año» explica Julio Fernández Rodríguez, apicultor veterano del concejo. De una sola colmena se pueden extraer hasta 20 kilos de miel; puede ser una buena inversión, ya que adquirir un panal -compuesto por el cajón y por el enjambre de abejas- ronda los 85 euros y no da mucho trabajo ya que «desde septiembre hasta la primavera los apicultores nos 'olvidamos' de las abejas y dejamos que hagan su trabajo». Todo esto siempre y cuando la climatología acompañe. Lo ideal es que impere «el calor y la humedad», explica. El tamaño de la colmena también influye, ya que hay colmenas más fuertes y colmenas más débiles; esto se mide por el número de abejas ya que «no es igual de potente una colmena con 70.000 abejas que otra con 20.000». Sin embargo, la vida de una abeja suele ser, en verano, de 30 días; ahí es donde entra en juego el papel de las abejas reinas. Según explica Julio Fernández «una reina fértil tiene una duración de cuatro años y renueva la colmena constantemente. En cuanto esa reina se muere la colmena no tiene solución, se ha agotado». Hay que volver a empezar de cero.
En cuanto a las variedades, puede haber tantas mieles como flores haya. Pueden ser monoflorales o multiflorales, lo que hace que varíe el sabor, el aroma y el color, más oscuro o más claro. La miel de Boal mantiene un color oscuro, característico de la miel extraida de la flor del brezo, la más abundante en la zona. Para que una miel se considere monofloral tiene que tener más del 60% de néctar de una sola variedad de flor.
Y no solo es miel lo que se extrae. La cera, desde tiempos inmemoriales, tiene muchos usos, y uno de ellos es el de fabricar los cirios de las iglesias. «Hubo una época en la que la propiedad de las tierras era de los nobles feudales o de la Iglesia, que tenía una gran cantidad de tierras alquiladas a los colonos y les obligaba a pagar una parte de la renta en cera», relata y añade que «esto obligaba a la gente a tener abejas 'por narices' para poder pagar ese tributo». Es curioso lo que un ser tan pequeño puede llegar a producir y lo valioso que llega a ser.