Un camionero parte hacia Letonia y acaba perdido en un monte riojano
El chófer salió de Murcia con un tráiler cargado de fruta y terminó atrapado en un camino forestal muy lejos de la ruta
JAVIER ALBO
Jueves, 19 de noviembre 2015, 09:32
Nadie se explica aún cómo un enorme tráiler frigorífico que salió de Murcia rumbo a Riga (Letonia) acabó encallado en un camino forestal de un monte riojano. Su conductor, de nacionalidad lituana, debía transportar a la capital letona 22 toneladas de cítricos que había cargado en la Región -según marcaba la carta de porte CMR-. El chófer terminó, sin embargo, atrapado en un camino forestal en el paraje de Monte Hondo, en una zona montañosa del municipio riojano de Ezcaray. Totalmente fuera de ruta y perdido, en grado superlativo, llegó allí la madrugada del domingo y pernoctó en la cabina. Por la mañana, un vecino se lo encontró lloroso y desesperado, por lo que le llevó al cuartel de la Guardia Civil.
El Instituto Armado desplazó a unos agentes hasta el lugar en el que estaba el vehículo y contactó con Íñigo Capellán, asiduo colaborador de la Benemérita y del Gobierno de La Rioja en diversas labores en el monte y carreteras. «Estaba muy complicado», reconocía este domingo, aún sorprendido del lugar hasta el que había llegado el vehículo. «Debió subir con las ruedas en el aire en tres curvas», dijo sobre la estrechez de la sinuosa carretera del paraje de Bonicaparra.
Con su tractor, Capellán empujó el camión, que estaba atascado en el camino. Ayudó a maniobrar al conductor pero, aseguró, le veía poco práctico. Según explicó, el chófer seguía nervioso y a punto estuvo, en más de una ocasión, de precipitarse por el barranco. Se comunicaban con la ayuda de un vecino de Ezcaray, también ucraniano. Había que sacar el vehículo de la pista, primero, y, después, conducir un kilómetro marcha atrás por la carretera, hasta llegar a un punto en el que dar la vuelta.
Íñigo llamó a su primo José Manuel, avezado camionero. Para cuando llegó, él mismo había logrado retroceder ya unos 600 metros. En diez minutos, su familiar terminó la maniobra y bajaron al municipio de Ezcaray. «¡Menudos abrazos nos daba!», recuerdan del conductor, sin entender aún muy bien cómo llegó hasta allí. Dudan de que el GPS fuera capaz de desviar tanto...