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La estación de Feve en Caborana, Aller, en cuya línea los trenes tienen una ocupación del 10% de media. :: J. M. PARDO
Asturias

Feve mantiene en Asturias 46 estaciones que recibieron de 0 a 3 viajeros en 2011

Un tercio de los apeaderos no alcanzan ni un cliente al mes. La sociedad afronta hasta 2014 vencimientos de deuda de 84 millones

RAMÓN MUÑIZ

Domingo, 5 de agosto 2012, 11:50

Feve tiene desplegada en Asturias una red ferroviaria con 473,99 kilómetros de vía moteadas de apeaderos y estaciones. En total, y según el inventario que la empresa tiene en su web, en la región es fácil localizar hasta 180 puntos desde los cuales se puede esperar un ferrocarril de ancho métrico. Esta disposición permite a la sociedad llegar a muchos pequeños núcleos de población, a costa de cargar su maltrecho balance contable y ralentizar la marcha (los trenes de pasajeros encuentran motivo para detenerse cada 2,6 kilómetros).

La hoja de gastos en estaciones correspondiente al año 2011 depara así sorpresas. Feve estuvo pagando para mantener en servicio 46 estaciones en las que, después de doce meses, el número de usuarios se contaba entre 0 y 3, según información facilitada por la empresa. Del dato habría que descontar, eso sí, las cinco estaciones entre Fuso y Ablaña que están huérfanas de trenes regulares y por tanto de posibilidades de recibir clientes.

Al margen de estas paradas, existen otras 19 estaciones donde el año pasado hubo entre cuatro y seis usuarios, y 20 más donde el uso fue de entre seis y ocho viajeros. Según los datos facilitados por la compañía, existirían cerca de 70 apeaderos que, recibiendo trenes de Cercanías, o no tuvieron usuarios o su cifra está por debajo de once al año.

De confirmarse el dato, la empresa estaría manteniendo en pie una red de paradas donde un tercio de las estaciones no logran ni un viajero al mes. Más allá del coste del inmueble, este comportamiento supone que de cada tres paradas que hacen los Cercanías de ancho métrico, una es para atender apeaderos con un uso residual, lo que castiga al resto de pasajeros alargando innecesariamente los tiempos de su desplazamiento.

Transportar «aire»

En esta ineficiencia está una de las razones que llevan años vaciando los Cercanías de la empresa. Según los registros del pasado año, los trenes de Feve de la línea Caudal-Aller iban con un 90% de las plazas vacías, los de Gijón-Cudillero tenían el 85% sin ocupar y en Oviedo-San Esteban el 83% del espacio fue sin aprovechar. Los mejores resultados los está obteniendo el operador en Oviedo-Infiesto, donde los convoyes tienen 82 de cada 100 plazas vacías, y en Gijón-Laviana, donde son 73 de cada 100.

El presidente de Feve, Marcelino Oreja, que viene del mundo de la gestión empresarial, se ha fijado en estos datos para lanzar una propuesta de recorte de servicios. «No hay nada más caro para la economía y el medio ambiente que un tren transportando aire. No podemos permitirnos trenes vacíos. Con lo que cuestan, es aberrante», manifestó en su primera entrevista concedida a un diario escrito, en EL COMERCIO, tras su nombramiento. Aunque la decisión no está cerrada, el borrador que se ha facilitado a la plantilla y que adelantó este diario en primicia supone la cancelación de 89 frecuencias. Es un número a partir del cual empezar a negociar la cartelera que la empresa quiere poner en servicio en otoño.

Con el tijeretazo, la dirección pretende aliviar el importante desequilibrio que arrastra una empresa para la que «ahora mismo cada persona que se sube a uno de nuestros trenes abona su billete y al resto de los españoles les cuesta 16 euros poner ese tren en circulación», según declaró Oreja. La deuda de la empresa alcanzaba los 534 millones a día 31 de diciembre, y suponía así más de 13 veces los ingresos que cosecha a lo largo de un ejercicio. «En el sector privado, una empresa así estaría quebrada desde hace tiempo», señaló el presidente de Feve.

En su entrevista con este periódico, Oreja señaló como uno de los principales errores cometidos por sus predecesores el haberse embarcado en inversiones por encima de lo que el Ministerio de Fomento le cubría vía presupuestos. Para sostener el esfuerzo, el ministerio autorizó a la sociedad acudir primero al Banco Europeo de Inversiones (BEI) y, cuando este cerró el grifo, recurrir a la banca privada. El volumen de los créditos suscritos fue tal que hoy la sociedad dedica 15 millones a abonar los intereses, lo que se come el 37,5% de todos sus ingresos anuales.

Una plantilla con ideas

A 1 de julio, Feve adeudaba 334,28 millones de euros al BEI, siendo su hipoteca con la banca privada de 175,33 millones. A consecuencia de estos compromisos, la sociedad enfrenta unas cuotas de amortización de 19 millones para este año, otros 28,52 para el que viene, y 36,89 en 2014. Es decir, en los próximos dos años y medio, la empresa pública tiene que devolver 84,41 millones de préstamo principal.

La plantilla asiste a este destape de cifras con una sensación contradictoria. De un lado, los sindicatos llevan años denunciando los errores de la política comercial e inversora de Feve, exigiendo un giro radical en su rumbo y asistiendo con preocupación a la presentación de la cuenta de resultados.

Por otro, la magnitud del ajuste que se avecina pone en serio riesgo la continuidad de los trabajadores asignados a las frecuencias a suprimir. El presidente de la compañía ya ha señalado que no está en disposición de prometer que el año que viene continúen todos los empleados, sólo «puedo asegurar que aquí no habrá despidos colectivos en los próximos meses», avanzó en la entrevista a EL COMERCIO.

Queda fuera de toda duda la experiencia adquirida por una plantilla acostumbrada a poner, con mayor o menos suerte, propuestas sobre la mesa. Así lograron implantar hace un año un tren directo entre Oviedo y Gijón que hiciera parada en Parque Principado, un destino poco atendido por el transporte público. También llevan años los sindicatos reclamando una tarifa específica para desempleados, iniciativa que Oreja planea aplicar a partir de otoño.

Desde esta posición, el presidente del comité de empresa asturiano, Jorge Luis Fernández, lleva semanas tratando sin éxito de reunirse con directivos que le confirmen el recorte y atiendan las propuestas de la plantilla. Entre ellas está preservar la conexión Gijón-Oviedo al entender que no se solapa con la que hace Renfe debido a su parada en el principal centro comercial de la región.

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