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Abubakar Shekau.
Abubakar Shekau, el terror islamista en África

Abubakar Shekau, el terror islamista en África

La pasividad del Gobierno nigeriano y la debilidad de su Ejército han permitido que el líder de Boko Haram se convierta en un mito de fanatismo y supervivencia

Miguel Salvatierra

Viernes, 26 de diciembre 2014, 14:32

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Se le ha dado por muerto varias veces y un aura de misterio rodea su vida. No se sabe con seguridad si nació en el norte de Nigeria o en el vecino Níger, en torno a 1974. Se le conoce como Abubakar Shekau, pero también ha usado el alias de Darul Tawhid. Encabeza Boko Haram (La educación occidental es pecado), el grupo islamista más sanguinario y fanático de África. Estados Unidos ha puesto precio a su cabeza: siete millones de dólares.

No es hasta el pasado 14 de abril cuando su nombre y el de su grupo saltaron al primer plano de la actualidad con el secuestro de 276 niñas en la ciudad de Chibok (en el estado de Borno). Mucho antes de este impacto mediático, desde que Shekau asumió el liderazgo de Boko Haram en 2009, los secuestros y los asesinatos habían sido la táctica habitual del grupo, aunque no había logrado llamar la atención internacional. Ni siquiera un vídeo en el que lanzaba este inequívoco mensaje: "Disfruto matando a todo el que Dios me ordena matar, de la misma forma que disfruto matando a pollos y carneros" .

La inoperancia de un Ejército con militares escasamente motivados ha hecho que el objetivo Boko Haram ya no sea solo lanzar operaciones espectaculares y asesinar al mayor número posibles de infieles. Ahora se trata de conquistar más territorio y afianzar su implantación entre la población del noreste del país, donde la etnia hausa-fulani es mayoritariamente musulmana y tradicionalmente ha sido olvidada por el Gobierno central. El pasado agosto las fuerzas de Shekau tomaron el importante enclave de Gwoza, donde proclamaron el califato. Según medios nigerianos, Boko Haram ya controla un territorio de 20.000 kilómetros cuadrados. El pasado 14 de diciembre atacaron el poblado de Gumsuri matando a al menos 33 personas y secuestrando a cerca de 200, sobre todo a hombres jóvenes, mujeres y niños.

Pese a la persecución a que son sometidos él y su grupo, Shekau no ha dejado de emitir vídeos con sus proclamas, exhibiendo a las jóvenes secuestradas y amenazando con venderlas como esclavas. En todas las grabaciones se muestra desafiante, haciendo constantes burlas del Ejército y del Gobierno.

Lo más cerca que se ha estado de capturarle fue en 2012, cuando tras una emboscada en su casa familiar se le dio por muerto, pero logró escapar herido en una pierna. Luego se le ha vuelto a dar o por muerto al menos un par de veces, pero lo difícil de la zona, la falta de pericia de las fuerzas perseguidoras, unido a lo poroso de las fronteras con tres países -Camerún, Chad y Níger- y a una desconfianza extrema, incluso hacia sus propios allegados, han hecho imposible hasta ahora su captura.

Esta pasada semana un mando militar, comandante de un batallón que lucha contra Boko Haram, detallaba en una carta enviada al presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, los motivos por los que el Ejército está perdiendo una batalla en la que ya han muerto 3.000 soldados. Entre las principales causas, el oficial apuntaba la falta de armas y municiones, la corrupción entre los mandos y la desmoralización de las tropas. Según él, de ponerse los medios apropiados se podría acabar con el grupo terrorista en dos semanas.

Nigeria, el país más poblado de África, con más de 168,8 millones de habitantes, es la primera potencia económica del continente y el primer productor de petróleo, aunque el 60% de su población vive por debajo de la línea de la pobreza. El Gobierno nigeriano no había mostrado una especial preocupación por Boko Haram hasta el secuestro de las niñas. Hoy, pese al envío de expertos en inteligencia de Estados Unidos y la UE, no parece que la situación haya cambiado. Esta pasividad, pese a que los atentados comienzan a ser casi diarios, está haciendo que una rebelión local se esté convirtiendo en una amenaza regional sobre otros países como Níger y Chad.

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