«Apostamos por el futuro de la cuenca y los trabajadores»

«Me puse contentísima. Estamos muy orgullosos de lo que hemos conseguido y esto nos lo demuestra. Desearía que mi padre y mi abuelo levantaran la cabeza para verlo», decía Ana Fombella, presidenta de la empresa y miembro de la tercera generación familiar al frente de la misma.

Cerámica del Nalón nació en 1920, de manos de Alfredo Fombella, como una fábrica de tejas que, años después, apostó por la producción de productos cerámicos refractarios y la exportación, gracias al ingenio de las siguientes generaciones. Además de mantenerse siempre en la familia –hoy en día se sigue con todos forman parte de la empresa, en mayor o menor medida– han conseguido, tras 104 años de historia, ser un referente en su sector. Es por ese motivo que el jurado de Langreano de Honor 2024 decidió que la empresa era la idónea para el galardón, destacando su «proyección internacional y la total falta de conflictos laborales, con una plantilla sólida de setenta trabajadores».

A fin de cuentas, subrayó Ana, «mi padre siempre nos dijo a mis hermanos y a mí que los obreros van primero, nosotros somos uno más». Por eso, añadió Juan Fombella, uno de los dueños del grupo familiar, esto «también es para ellos, no sólo para la familia».

Esta filosofía consolida el eje central de la empresa, enfocada en «apostar por el futuro de la cuenca y los trabajadores», añadió Juan Fombella. «Sigue siendo un lugar agradable donde desarrollar tu vida. La empresa nació en Lada, es langreana, igual que la mayoría de los empleados». Ahora, concluyó, toca «sacar pecho» al recogerlo, en nombre de «todos aquellos que forman y han formado parte de Cerámica del Nalón».