Crecen los brotes del pozo Carrio: wasabi y guisantes subterráneos

Forman parte del proyecto piloto de la consejería de Ciencia, Industria y Empleo para «dar una segunda vida» al pozo Carrio –cerrado en 2018– y desarrollar en él el primer invernadero subterráneo del país, con plantas que puedan crecer en las galerías mineras y sean resistentes al cambio climático. Son los brotes que empiezan a transformar al pozo minero en un centro de emprendimiento agroalimentario a través de fondos regionales y europeos. Casi siete millones de euros destinados a la innovación que, en parte, se materializan en estas primeras plantas bajo la montaña de Carrio.

El ensayo piloto del huerto subterráneo está enmarcado en el programa Agroalnext, que sienta las bases de «la agricultura del futuro», y ha sido el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) el que lo ha puesto en marcha en colaboración con Hunosa, propietaria de la galería.

Se trata de «uno de los proyectos más importantes» de la consejería que dirige Borja Sánchez y que, de funcionar, sentaría las bases para «desarrollar a mayor escala estos cultivos en galerías de mina incluso más bajas, por debajo del nivel freático», destacó el consejero. Él visitó este miércoles los inicios del huerto en la galería de La Raya, acompañado de la directora gerente del Serida, Mamen Oliván; el alcalde de Laviana, Julio García; y los responsables de la empresa Cantábrica Agricultura Urbana, Javier Espina y Tesa Portillo, expertos en cultivos interiores y que se ocupan del desarrollo de las plantas.

A este proyecto, explicó Oliván, «lo llamamos Agricultura Minera, aprovechamos las muchas ventajas de estos espacios en desuso porque ofrece unas condiciones de temperatura y humedad muy estables». La idea se basa en cultivar «plantas que no compitan con las que crecen con luz solar, sino que tengan un valor añadido y tengan un consumidor diferente». Además, continuó Espina, «el proyecto se centra en que la planta se adapte a la mina, no al revés; estamos buscando las variedades que encajen dentro de las condiciones que ofrecen».

Así es como en el pozo Carrio se acabó plantando wasabi, una de las hierbas del mundo más difíciles de cultivar, además de guisantes, acelgas, rábanos y hierbas aromáticas como la melisa y la albahaca. También se ha plantado salicornia, otro brote que crece en condiciones extremas y se alimenta de agua salada.

Son, en su mayoría, cultivos verticales, son hidropónicos (no necesitan suelo) y «obtienen la energía a través de luz led». El agua que reciben aún no es el de la mina, «primero hay que asegurarse de que crecen bien» y cuentan con ventiladores, «del mismo modo que una mina tiene que respirar, las plantas también».

Estos son los primeros pasos, comentó Olivan, y aún está pendiente ampliar el huerto de La Raya, instalando una nueva sección donde poner variedades de setas. Se espera tenerlo listo entre septiembre y octubre.

¿Cuál es el siguiente paso? «Observar si sobreviven», resumieron los técnicos del Serida y Cantábrica Agricultura. Con ningún plan de comercializar lo cosechado a la vista, lo esencial es encontrar la variedad exacta «de plantas con valor añadido«. Resulta »algo ilusionante, se empiezan a ver los primeros frutos de algo que llevamos años peleando«, destacó el regidor de Laviana.

En definitiva, resumió Sánchez, «estos cultivos bajo tierra se desarrollarán en un ambiente real de la mina, marca nuevas líneas de desarrollo con plantas resilientes», más fuertes ante el cambio climático. De funcionar, Asturias podrá darle una segunda vida a los pozos; en una región en la que hay 5.000 kilómetros de galerías mineras, en las que se están desarrollando distintos proyectos.