Borrar
Tomás Blanco sostiene una lechuza, emblema de Leeds.
«La mejor universidad es la vida»

«La mejor universidad es la vida»

Tomás Blanco Fernández trabaja en Leeds en una empresa de equipos térmicos | Este gijonés de adopción cree que los jóvenes de hoy en día han cambiado: «Preferimos viajar por el mundo que acumular bienes materiales»

jéssica m. puga

Sábado, 9 de abril 2016, 04:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

omás Blanco Fernández (1993), natural de Oviedo pero exiliado de Gijón en Leeds, al norte de Inglaterra, es de los que quieren dirigir el timón de su propio barco. De esos jóvenes que se buscan las castañas donde le mande el destino y el mapamundi. Aunque encontrar esta filosofía de vida no fue tarea fácil. Su historia comienza tras soplar las 16 velas de la tarta. «A mí me gustaba estudiar... bueno, me interesa aprender cuando me salta la curiosidad, pero no repetir ideas como un loro; mi padre lo descubrió y me recomendó que hiciera un FP», explica Tomás, que por entonces era alumno de El Piles. Le hizo caso y se matriculó en Equipos Térmicos, en la Laboral. Un simple cambio que le hizo entender muchas cosas, como que «en la sociedad española, tanto el bachiller como la universidad están sobrevalorados» aunque reconoce que, al principio, «me consideraba inferior a mis amigos con carrera».

Matricularse en FP fue solo el principio de su historia de exilio, a la que no pone fecha de fin por el momento. «Mientras ninguno de mis profesores había dado antes un duro por mí, los de la Laboral me abrieron los ojos y me animaron a irme de Erasmus sin haber aprobado un examen de inglés en la vida», asegura. Se pasó en Malta casi dos meses y regresó con la mente despejada y una novia polaca. Afrontó entonces, hace cuatro años, la segunda decisión crucial en su vida: hacer un ciclo superior o poner punto y final a su etapa como estudiante y empezar a trabajar lejos de casa, en Polonia concretamente. «Hay un momento en la vida en el que tienes que decidir si quedarte en el sofá o salir a conocer mundo; yo decidí lo segundo, aunque quizá lo hice demasiado joven», reconoce. No le fue mal: estuvo unos meses aprendiendo inglés, adaptándose a vivir en el extranjero y descubriendo «un país magnífico que se ha recuperado casi totalmente de hechos históricos devastadores, algo de lo que España debería aprender», asegura.

Tomás Blanco aprendió mucho de la vida y, por eso, volvió a España para reunirse con sus padres y su hermana y decirles que se quería volver a ir. «Por mucho que les quiera, les adore y les idolatre, necesitaba salir para madurar, porque empezar de cero es lo mejor que se puede hacer a veces», asegura. Y así hizo: cogió un mapa, señaló Malta, Polonia e Inglaterra, cerró los ojos, apuntó y salió Leeds. «La vida es arriesgar, si planeas mucho algo y luego no sale como esperabas, te llevas una decepción, mientras que si te dejas llevar, nada te puede decepcionar», cuenta Tomás, quien reconoce que tomó buena nota cuando sus padres le enseñaron que «la mejor universidad es la vida».

En Leeds, una ciudad grande en West Yorkshire, lleva dos años y medio, tras un aterrizaje movido. «Fue una locura total, dormía 4 horas diarias porque tenía un plazo de un mes para encontrar trabajo», recuerda y apunta que en pocos días llegó a presentar 750 currículums en mano y online. Hasta que recibió la llamada de una «de las compañías más importantes del mundo de calefacción y aire acondicionado». Habían buscado tres semanas antes de incorporarse a Airedale International Air Conditioning, donde construye equipos de aire acondicionado y máquinas de refrigeración que testea, interpreta planos y enseña a aprendices de lunes a viernes, de 6.45 a 15.15 horas y cobrando «muy bien» las extras que hace. «Todo esto se lo agradezco mucho a mi jefe y a su paciencia porque, al principio, no conocía ni el lenguaje técnico», asegura.

Echa de menos la alegría de los españoles porque los ingleses «son muchísimo más cerrados aunque igual de fieles» y mantiene el contacto con sus raíces porque vive en una ciudad universitaria que cada curso recibe a muchos estudiantes de intercambio. «La pena es que su estancia es corta así que me he aficionado a recorrer el país con el coche, que tiene una pegatina de Asturias bien grande», cuenta. También hace viajes más largos: ya ha estado en Irlanda, Escocia, Gales, Francia, Portugal, Italia, Mónaco, República Checa, Alemania, Croacia, Eslovenia, Grecia... Su aventura no termina aquí: «Estoy hablando con mi compañía para hacer un intercambio de seis meses en China», dice, y apunta que la mentalidad de los jóvenes ha cambiado: «Ahora preferimos conocer mundo a poseer bienes materiales...».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios