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Ana García Avello vive y trabaja en Estocolmo. E. C.

«Aquí importan mucho los espacios»

Ana García Avello trabaja como arquitecta en Estocolmo desde hace cinco años | «Los horarios son flexibles, la gente es muy seria y cada uno tiene su responsabilidad, el sistema es poco jerárquico»

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Sábado, 18 de enero 2020, 03:52

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El amor y la arquitectura tienen la culpa. Ana García Avello, gijonesa de 1986, estudió en Valladolid, se fue de Erasmus a Alemania, conoció a su novio y como al finalizar la carrera no tenía mucho que hacer y él, sueco, había encontrado trabajo en Estocolmo, se puso a buscar empleo en la capital nórdica. Y lo encontró. De eso hace cinco años y medio y allí sigue encantada, adaptada y feliz. Pese al frío, algún que otro batacazo por el hielo, la falta de sol e incluso el exceso de luz cuando nunca llega la noche, Estocolmo le gusta.

Trabaja en un pequeño estudio formado por gente joven. Cuando empezó, solo estaban sus dos jefas, también recién licenciadas, y ella; ahora se les ha unido un cuarto miembro. «Aquí el papel del arquitecto es un poco diferente, no hacen el cálculo de edificios, se encargan más de la parte conceptual del diseño», anota. Eso tiene ventajas, porque al fin y al cabo ellos se ocupan de la parte más artística, pero también desventajas, porque puede suceder que de pronto se cambien partes del proyecto. «La verdad es que aquí le dan bastante importancia a los espacios, como hace malo, la gente vive mucho en el interior», explica esta profesional encantada con la manera de afrontar la vida laboral en el país. «Los horarios son muy flexibles y la gente muy seria», resume, y explica luego que nadie llega a casa a deshora, que cada uno se organiza a su manera. Y que además hay una forma de trabajar poco jerárquica, en la que cada cual tiene libertad y es responsable de su parte. Eso en empresas pequeñas como la suya facilita las cosas, pero quizá en otras más grandes haga que las decisiones se demoren bastante a la espera de que todo el mundo dé su opinión. «En Suecia todos los sistemas funcionan muy bien, lo que pasa es que como todo el mundo confía tanto en el sistema, es bastante individualista, no hay tantas redes sociales como en España». También es cierto que las condiciones sociales que garantiza son otras: «Aquí los permisos de maternidad y paternidad son largos y todo el mundo lo ve como un asunto normal».

La vida social es otra cosa. «La ciudad es preciosa, pero no tiene esa vidilla de las ciudades españolas», se lamenta. En invierno conviene quedarse en casa; pero en verano, en cuanto sale un rayo de sol, todos a la calle. Pero mira por donde para Ana el frío no es para tanto. «Está todo muy bien acondicionado para cuando hace frío, y cuando hace mucho frío no estás en la calle». No ha bajado de los trece bajo cero y al final, como se pasan a cubierto, no son más terribles que los menos tres.

Merece la pena conocer el país y también sus alrededores. «Hay muchos lagos, islas pequeñitas, muy bonito, pero no es tan dramático como Noruega», explica. Ella ha podido conocer ese país y también Finlandia y ha podido vivir si no las noches completamente blancas, sí demasiado claras. «Aquí en Estocolmo se hace de noche, no es como en el norte, pero hay un poco de luz todavía y a veces se lleva mal porque, como además no hay persianas, de pronto te despiertas pensando que es por la mañana y son las tres».

Añora la familia, los amigos y la comida, que se encuentran entre pitos y flautas a más de seis horas de viaje. Pero cuando se puede facturar, la maleta se llena de quesos y hasta de fabes. De momento, sus planes de futuro pasan por quedarse en Suecia. Mientras haya trabajo para los arquitectos, Ana no hace el petate.

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