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Dos militares depositan una corona de laurel en el monolito a los caídos.

La próxima misión militar, para 2018

El Regimiento Príncipe prevé Malí, Irak y el Líbano como posibles destinos

ÓSCAR PANDIELLO

Viernes, 9 de diciembre 2016, 02:37

Después de doce meses de alerta, 2017 se perfila en el horizonte como un año de preparación y adiestramiento intensivo. El Regimiento de Infantería Príncipe Número 3, con sede en el acuartelamiento Cabo Noval, ha ejercido de 'punta de lanza' de la OTAN desde enero con una única misión en la cabeza: poder estar desplegado en cualquier parte del mundo en menos de 48 horas. «Nuestros quinientos hombres han tenido la responsabilidad de estar en un estado de alerta muy elevado, ya que somos parte de la primera fuerza de respuesta para actuar en Europa, África o en cualquier parte del mundo», explicó ayer Raimundo Rodríguez Roca, coronel jefe del regimiento.

Sus palabras sirvieron para enmarcar las actuaciones y logros del destacamento en una intensa jornada de celebración castrense en homenaje a la Inmaculada Concepción, patrona de los cuerpos de Infantería. «Esperamos poder salir a una misión extranjera a lo largo de 2018. Volveríamos a entrar otra vez en el denominado ciclo de disponibilidad del ejército de tierra y entraríamos en turno para acudir a Líbano, Malí o Irak», sintetizó el militar. Estas tres opciones, según sostuvo, son las más plausibles a día de hoy, aunque con vistas a esas fechas los frentes y necesidades de actuación pueden ser distintos.

La parada militar, en la que participaron todos los miembros de la fuerza asturiana, sirvió a su vez para poner de relieve otros dos aspectos impulsados desde Cabo Noval en 2016: la misión cooperativa llevada a cabo en Senegal y el adiestramiento ofrecido a todos los militares. «Hemos demostrado ser un elemento eficaz y valioso participando en 14 misiones en los últimos 25 años. Somos líderes en vanguardia y representamos la Infantería del siglo XXI», aseveró.

Dos Cabos Honoríficos

La parada militar de este año estuvo presidida por el General de División Miguel Martín Bernardi, que pasó revista a los batallones Toledo y San Quintín ante autoridades militares, civiles y familiares, que abarrotaron Cabo Noval en una mañana agradable y con buena temperatura. El acto, como ya es costumbre, sirvió además para otorgar las condecoraciones y los títulos de Cabo Honorífico de Regimiento, que premian «a una institución o persona que haya demostrado especial cariño o dedicación hacia el regimiento». En esta ocasión, el reconocimiento recayó sobre Eduardo Robles, presidente de la Asociación de Historia Militar Retógenes -aunque fue recogido por el vicepresidente Jesús Dolado- y sobre el cocinero jefe del acuartelamiento durante casi dos décadas, Rogelio González. «Su actitud y admiración por el Ejército han convertido nuestra cocina en una de las de mayor calidad del país por sus métodos innovadores», afirmaron sobre este último.

También se entregó el premio al soldado ejemplar, que reconoce el trabajo y dedicación de un miembro del regimiento: «un ejemplo para todos sus compañeros». Abel Pérez Burgos fue, debido a sus méritos durante el año, el acreedor de dicho galardón. El acto a los caídos, por su parte, fue uno de los momentos más emotivos de la mañana. En su memoria se depositó una corona de laurel frente al monolito que preside la explanada del acuartelamiento, irrumpiendo todos los presentes en aplausos.

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