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Psicóloga y trabajadora social de una Unidad de Valoración Forense Integral de Violencia de Género, María Rodríguez y Estela Lago, en los juzgados de Gijón. Paloma Ucha

25N: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Peritos de la violencia de género

Un psicólogo, un trabajador social y un médico conforman cada una de las cinco Unidades de Valoración Forense Integral que ya existen en Asturias

Ana Moriyón

Gijón

Lunes, 25 de noviembre 2024, 06:29

María Rodríguez es psicóloga, Estela Lago es trabajadora social y Alejandro Campos es médico forense. Uniendo sus conocimientos y su trabajo conforman ... una de las Unidades de Valoración Forense Integral de Violencia de Género que, bajo la batuta del Instituto de Medicina Legal, existen actualmente en Asturias: tres en Oviedo, dos en Gijón y una sexta que está de camino en Avilés. Se encargan de ofrecer asesoramiento técnico y especializado en violencia de género a jueces y fiscales que así lo solicitan ante procedimientos tanto penales como civiles. Para ello realizan evaluaciones psicológicas, sociales y médico-forenses no sólo de la víctima, también del presunto agresor e incluso de los menores víctimas directos o testigos de esta lacra. Valoraciones «integrales», para las que llevan a cabo largas entrevistas presenciales con todas las partes implicadas donde les instan a relatar, no sólo los presuntos hechos delictivos, sino también su día a día, su contexto familiar y personal.

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El objetivo es conocer a fondo cada caso y para ello también recopilan todo tipo de información del entorno a través de reuniones con otros familiares, solicitud de información a los colegios a los que asisten los niños, consultas a los servicios sociales.... «Somos como rastreadores de la verdad y a veces nos sentimos bichos raros, porque tenemos profesiones asistenciales, pero no las ejercemos de forma tradicional, sino que nos limitamos a recopilar información para evaluar», explica Alejandro Campos.

Eso no resta para que, confiesan sus compañeras, en muchas ocasiones no puedan evitar empatizar con la víctima y se vean obligadas a «morderse la lengua» para no intervenir, reconoce Estela Lago. «Cuando escuchamos a una víctima justificar la violencia de su pareja o a una chica joven normalizar que su novio tenga todas las claves de su móvil nos gustaría poder actuar, pero esa no es nuestra labor», aclara su compañera María Rodríguez, quien ante este tipo de comentarios siempre sugiere a las víctimas acudir al Centro Asesor de la Mujer, «donde les ayudan a identificar lo que es violencia de género». Queda mucho por hacer en este sentido y hay ámbitos, aseguran, que siguen siendo tabú, como las agresiones sexuales en el seno del matrimonio.

La sala en la que habitualmente realizan este tipo de valoraciones, adornada con los dibujos de los más pequeños, ha visto y escuchado de todo: «Es que ahora todo es violencia de género» o «ser ahora mujer es muy fácil» son algunas de las justificaciones de los presuntos agresores a los que tratan. De ahí que incidan en la importancia de dar visibilidad a esta lacra social celebrando el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero también dando a conocer todas las herramientas de las que dispone ahora la Administración para ayudar a las víctimas, como es esta unidad. «La gente llega aquí con miedo, pero luego es muy satisfactorio cuando ves que estos informes ayudan a resolver casos», reconocen, si bien tanto la psicóloga como la trabajadora social de este reportaje prefieren que no se identifique su rostro para mantener su anonimato.

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No en vano, sus informes y valoraciones son en muchos casos determinantes para que los jueces dicten sentencia o decidan sobre cuestiones tan importantes como la custodia de unos niños. «Es una responsabilidad y a veces llevamos esa mochila a casa», asumen.

Secuelas psicológicas

Ambas trabajan habitualmente codo con codo en las entrevistas y, en cada uno de los casos, se les adhiere un médico-forense. A ellas les toca hacer una valoración lo más exhaustiva posible para evaluar las secuelas psicológicas pero también las condiciones de vulnerabilidad que rodean cada caso y que pueden incrementar los efectos de la violencia. Su experiencia les permite echar por tierra cualquier estereotipo en torno a la violencia de género. «Es falso que esté vinculada a los estratos sociales más desfavorecidos. Aquí llegan mujeres con estudios y mucho poder adquisitivo que, además, se sienten doblemente avergonzadas, porque creen que esto no les puede pasar a ellas», explican. «Piensas que nunca te puede pasar, pero le puede pasar a cualquiera. A mí también me pegó un novio que tuve», confiesa Alejandro Campos, quien examina tanto las posibles lesiones físicas de las víctimas como sus condiciones psiquiátricas y las del agresor.

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Con todo, este equipo elabora una media de cuatro informes al mes, que en muchos casos tiene que ratificar ante el tribunal en juicios orales, pero también actualizarlos cuando así se lo requieren sus señorías en el caso de nuevas denuncias entre la pareja. Un trabajo que, por desgracia, nunca acaba.

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