Accidente en los Lagos de Covadonga

Los turistas vuelven a los Lagos «sin miedo»

Entre quienes a diario recorren la carretera CO-4 de acceso a los Lagos de Covadonga, la del pasado lunes será una jornada difícil de olvidar. Aún duele la imagen del autobus volcado en la ladera de El Espinu, con heridos atendidos a pie de carretera entre un desconcierto que del miedo inicial a la tragedia dejó paso a un sentimiento de enorme alivio. Sin muertos que lamentar, la vida recupera el pulso en el corazón turístico de los Picos de Europa, donde la noche cayó con las grúas y la remolcadora extrayendo el autobus de Alsa accidentado y la mañana de ayer comenzó con visitantes dispuestos a pasar página y disfrutar de sus vacaciones.

Tras la suspensión del lunes por el siniestro, el plan de transporte recuperó sus frecuencias con total normalidad. Desde los primeros servicios de la mañana, tanto en la estación de Cangas de Onís, como en las sucesivas paradas hasta el santuario, las líneas de viajeros que cada veinte minutos suben a los Lagos registraron un goteo constante. Al filo del mediodía, en la parada del Real Sitio los turistas tuvieron incluso que aguardar colas, ya que algunos de los buses llegaban completos a ese punto.

Entre los visitantes, la conversación era obligada tanto durante la espera, como una vez dentro del vehículo. La magnitud del siniestro y la extensión de la noticia -llegó incluso a medios internacionales- es tal que ayer eran pocos los que desconocían lo sucedido. «Subíamos en un bus y nos dieron la vuelta cuando pasó el accidente. Sabíamos que queríamos volver y hemos dicho, pues hoy», relataron Daniel Martín y Natalia López, turistas de Madrid que vivieron en primera persona el siniestro. «Nos enteramos ya subiendo y nuestro bus dio la vuelta. Luego buscamos vídeos de cómo había quedado», relataron. Para los madrileños, hasta este martes la excursión estaba gafada, pues ya habían intentado visitar los Lagos en otro viaje previo, frustrado por la niebla. «A la tercera va la vencida», celebraron.

También el lunes habían tratado de ascender a los Lagos Sergio Vázquez y su familia, llegados desde Barcelona con un bebé de 14 meses. «Llegamos aquí cuando estaba la Guardia Civil subiendo y al ver el percal pensamos que era mejor ir a otro sitio», contó. La pasada mañana volvieron a intentarlo, ya con éxito. «Los de ayer -por el lunes- tuvieron mala pata», consideró. «Nosotros vamos tranquilos», expresaron Alejandro Sánchez y Nazaret Ballesteros, de Almería.

Manoli Fernández y Alfonso Fernández, de La Roda, en Albacete, acudieron junto a otros cuatro amigos a los que optaron por no informar de lo sucedido. «Nosotros sí lo sabíamos, pero nos hemos callado por si alguno tenía miedo», contaron. Una vez arriba, el grupo afirmaba que el viaje fue «muy bien». «No pasamos miedo, se viene seguro», aseguraron Francisco Girón y María Remedios Cuenca. «Que pase un día no quiere decir que se vaya a repetir», añadieron Manoli y Alfonso Fernández.

A los Lagos de Covadonga llegan a acceder en jornadas de máxima afluencia hasta 45 autobuses, a los que se suman taxis y los vehículos particulares que suben antes del cierre de la barrera, fijado desde este año a las 7.30 horas. La estimación es que en los días punta, al espacio protegido llegan unas cuatro mil personas.

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