«El autobús cayó en el sitio menos malo de toda la carretera»
Dos grúas y una remolcadora trabajaron hasta la noche para retirar el autobús de la zona en que volcó, de las menos empinadas de la subida
Gloria Pomarada
Covadonga
Martes, 1 de agosto 2023, 01:16
«Milagro» ante la tragedia evitada. Fue la palabra más repetida ayer entre quienes presenciaban el resultado de un accidente que pudo haberse tornado en ... tragedia. La repetían efectivos de seguridad e incluso se oyó entre políticos en las conversaciones agitadas que a lo largo de la mañana se extendieron por un punto que los pastores conocen como El Espinu. Allí, entre el punto kilométrico 7 y 8 de la carretera CO-4 que sube a los Lagos de Covadonga se produjo el vuelco del autobús del plan de transporte, con 49 personas a bordo y el conductor.
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Lo cierto es que la fortuna jugó a favor, desde el punto de la caída hasta la pequeña explanada que se abre bajo la carretera y en la que quedó el autocar. Pero ante todo fue el trabajo coordinado de las decenas de efectivos desplegados en el lugar del accidente el que contribuyó al positivo desenlace.
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Los primeros en llegar al siniestro fueron los agentes de la Policía Local de Cangas de Onís que durante los veranos prestan servicio en el santuario de Covadonga. Junto a ellos subió en un primer momento la ambulancia que también permanece durante la temporada alta en el Real Sitio. Con el paso de los minutos comenzó el despliegue de bomberos, Guardia Civil, sanitarios, más ambulancias y helicópteros. También ganaderos cuyas reses pastan en extensivo en temporada estival en la Montaña de Covadonga. «El bus al cruzarse con otro metió la rueda», explicaban sin perder de vista el bus. Como buenos conocedores de la carretera, saben que el cruce de dos vehículos es un momento crítico, especialmente para el que sube. El que ayer acabó en siniestro se produjo en un tramo sin pretil y con una calzada de unos cinco metros. Se da la circunstancia además de que la plataforma de asfalto se eleva, tras los sucesivos arreglos, varios centímetros por encima del terreno que hace de cuneta.
«Nervios enormes» entre los pastores que utilizan los buses para llegar a las majadas
Los Lagos de Covadonga no son solo un imán para los visitantes, sino también un lugar de trabajo para pastores, queseros y hosteleros. Algunos de ellos utilizan los bses del plan de transporte para llegar a sus puestos, como es el caso de la elaboradora de Gamonéu Covadonga Fernández, una de las tres últimas que resiste en el puertu en Cangas de Onís. Su familia elabora el manjar de los Picos en la majada de Gumartini desde junio hasta el otoño y allí tienen que llegar a diario en coche o bus. Por eso al conocer la noticia del accidente, su hijo, Manuel Valle, pensó de inmediato en su madre. Sabía que tenía pensado coger el bus, pero desconocía la hora exacta. Fueron momentos de «nervios enormes», confesaba al pie del bus accidentado, ya conocedor de que su madre no se encontraba entre los viajeros de esa hora. Tras cumplir con la faena en una jornaa que será difícil de olvidar en los Lagos, pasadas las ocho de la tarde la propia Covadonga bajaba junto a su hijo en todoterreno y explicaba que, por suerte, todo quedó en un susto. También los hosteleros vivieron ayer de cerca el siniestro, como fue el caso del bar María Rosa, que proporcionó bebidas para los atrapados en Buferrera a la espera de los buses, a pleno sol.
Mientras el trajín de ambulancias se hacía más intenso, los heridos menos leves aguardaban por su turno en las laderas o la misma carretera. «Siento mucho dolor», explicaba uno de ellos a un sanitario, mientras que otros viajeros sostenían el gotero y una sábana para evitar el impacto directo de un sol ayer radiante en los Picos. «Me cuesta que entre el aire al respirar », describía otro. «Cayó en el sitio menos malo de toda la carretera», confesaba a escasa distancia uno de los agentes, con evidente alivio. Finalizado el operativo de evacuación de los heridos, por delante quedaba aún bajar a los 1.500 viajeros que habían accedido a los Lagos antes del accidente. Esa tarea finalizó a las 20.30, cuando descendió el último de los buses previstos del día. Pese a que el plan de transporte se suspendió tras el siniestro, fue necesario ese servicio final por si algún montañero siguiese en los Lagos y no tuviese noticia del corte.
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A continuación arrancaba otra de las maniobras más complejas, la de extraer el bus. Para ello fue necesaria la participación de dos grúas autopropulsadas y un remolcador de una empresa de Avilés, con experiencia en los Lagos por haber actuado con anterioridad en casos de avería. Cayó la noche mientras las tareas se completaban, ya con el bus de nuevo en la carretera para emprender el camino de vuelta.
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