El aeropuerto de Asturias, blindado para evitar tragedias como la de Bérgamo
Aena aplica un férreo protocolo de acceso que dificulta al máximo el acceso a zonas restringidas sin autorización
Gijón
Miércoles, 9 de julio 2025, 16:41
¿Podría ocurrir en Asturias una tragedia como la del pasado martes en el aeropuerto de Bérgamo? Es decir, ¿podría una persona ser absorbida por el motor de una aeronave, como le ocurrió a Andrea Russo? El caso del joven italiano, de 35 años, que adelantó EL COMERCIO sigue conmocionando al mundo. Y tiene en jaque a las autoridades italianas y al aeropuerto de Bérgamo. En una aparente decisión voluntaria, Russo decidió quitarse la vida arrojándose a un avión, para lo que sorteó la vigilancia y entró en la zona aire, como se conoce al área que engloba las pistas y carreteras de rodaje de los aeródromos, del aeropuerto milanés, el tercero en pasaje de Italia, que roza los 18 millones de viajeros al año.
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En su desesperada carrera hacia los aviones, tras ser detectada su intrusión y seguido de cerca por miembros de seguridad de la terminal, fue succionado por el motor derecho del A319 de Volotea, que estaba, en ese momento, iniciando la operación de despegue. Los 154 pasajeros y los seis tripulantes del 'I'll be home for dinner', nombre de la aeronave, que tenía que volar desde Milán a Asturias fueron testigos de lo sucedido, por lo que recibieron asistencia psicológica facilitada por la única aerolínea que tiene su sede social en el Principado.
La respuesta a si eso podría ocurrir en Asturias es doble. En principio, sí, porque no existe la seguridad plena. Pero, en el 99% de los casos, la pregunta se contesta con un claro no.
Porque Aena, la gestora de la red aérea española, tiene un estricto protocolo de control de accesos que va más allá de lo visible para el viajero. «A las zonas restringidas de los aeropuertos no puede acceder nadie que no sea personal del aeropuerto debidamente acreditado y siempre por los controles», explica Aena.
Es decir, cualquier empleado del aeropuerto que necesite pasar a la zona aire no solo debe justificar el motivo, sino que tiene que pasar los mismos controles que los viajeros que van a tomar un vuelo: atravesar el arco de seguridad que pitará si no se ha quitado, como todos los pasajeros, cualquier objeto metálico que lleve encima. Por ejemplo, si el director del aeropuerto debe pasar a la zona aire para ser entrevistado allí, tanto él como el equipo que le acompañe y, por supuesto, los periodistas deberán quitarse cinturones, zapatos (si son de tacón o de caña alta), pulseras metálicas, chaquetas, gorros antes de pasar por el arco. Y si las entrevistas se repiten varias veces en la misma mañana, la operación es idéntica. Da igual cuantas veces haya que pasar a la zona aire, el personal debe seguir el mismo protocolo que los viajeros.
Además, los trabajadores deben «tener y llevar visible la tarjeta de acreditación personal, y para obtenerla se debe cumplir los requisitos del Programa Nacional de Seguridad (PNS), que engloba a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE), así como la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA)». El personal, en un requisito más, debe «realizar una formación específica y unos controles previos por las FCSE».
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El acceso prohibido a las pistas sin pasar por el control de acceso tiene otra complicación: las cámaras de seguridad que controlan todo el perímetro, así como los agentes de seguridad situadas en las zonas de acceso. No son visibles para los viajeros, pero están. En Asturias, Andrea Russo lo podría haber intentado, pero parece difícil que lo hubiera conseguido. En Bérgamo se ha abierto una investigación para averiguar qué falló. Y por qué Andrea Russo no pudo ser salvado. Incluso de sí mismo.
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