Asturias implantará la educación en igualdad en todas los ciclos de la red pública y concertada
Más de medio millar de personas participaron en el II Congreso de Prevención de la Violencia de Género en Gijón que el Principado «consolidará como cita anual de referencia»
«El próximo curso en Asturias se tiene que implantar en todos los centros de la red tanto públicos como concertados un programa de coeducación en todos los niveles. Tenemos que trabajar mucho de la mejor formación de los y las profesionales de la educación. Mejorar con perspectiva de género, para que la incorporen al aula». Esa es una de las principales conclusiones que la directora general de Igualdad, María Jesús Álvarez, extrajo del II Congreso de Prevención de la Violencia de Género que durante este fin de semana se ha celebrado en Gijón.
«El congreso ha sido un éxito absoluto», señaló Álvarez, que pone sobre la mesa no solo las cifras, «más de 564 personas inscritas», con un «gran volumen de asistentes y de participación», sino, también, «en la calidad y altura indiscutible de las ponencias», a lo que sumó «la gran profesionalidad de las profesionales de la Dirección General de Igualdad y del Centro de Crisis para Víctimas de Agresiones Sexuales». En esa línea, tal y como ayer, en la inauguración, avanzó la vicepresidenta del Principado, Gimena Llamedo, «queremos consolidar la cita, para que Asturias se convierta en un referente anual con este congreso en abril».
El objetivo de este encuentro no es otro, explicó, que «tratar de entender porqué se produce el fenómeno de la violencia contra las mujeres y trabajar en la prevención». Y como para prevenir no hay vía mejor que la educación, María Jesús Álvarez, dejó claro que «hay que seguir trabajando en coeducación. Sabiendo que es posible, incluso, en la educación especial, donde tenemos ya experiencia».
Por ello, se mostró convencida de que el próximo curso será el de la implantación de la coeducación, «puesto que hemos creado el Consejo Asesor de Coeducación de Asturias. Somos una entidad cooperadora tanto de la Consejería de Educación como del profesorado».
Prueba preconstituida
De las dos jornadas de análisis de la violencia de género, también María Jesús Álvarez en la prostitución y, sobre todo, en su calado entre los jóvenes y menores. «Tal y como nos han dicho Mabel Lozano y Beatriz Ranea, el silencio es cómplice. Hay que hablar de ello y dirigirse a los posibles potenciales clientes».
Así, recordó que «hace quince días se reunió la Mesa Técnica de Trata y vimos la importancia de desincentivar el acceso a la prostitución por parte de los jóvenes». Una cita en la que, según la directora general de Igualdad, «encontré consenso para hacer una campaña de este tipo».
Durante la jornada de hoy, también fueron protagonistas las integrantes del equipo de menores del Centro de Crisis para Víctimas de Agresiones Sexuales. Tal y como adelantaron a EL COMERCIO, tanto la abogada Cristina Huelga como la psicóloga Noelia Fernández destacaron la importancia de «la prueba preconstituida», es decir, que solo tengan que contar lo ocurrido una sola vez, en una declaración grabada en un entorno amable, como la sala Gessel. Así se evitarían los problemas que hoy se detectan, como a menores esperando horas a que inicie el juicio en pasillos donde se encuentran con su agresor, o la petición de algunos jueces de que identifiquen al agresor en el juicio. Ambas abogaron porque y las menores víctimas de agresión «tengan apoyo durante todo el proceso».
«Espero que nos demos cuenta pronto de que un maltratador no puede ser un buen padre para no seguir contando cadáveres de niños»
La suya fue una de las ponencias más esperadas en el II Congreso de Prevención de la Violencia de Género que durante este fin de semana se ha celebrado en el recinto ferial Luis Adaro de Gijón. Sonia Vaccaro es la 'madre' del término violencia vicaria. «Yo venía de pelearme con el síndrome falso de la alienación parental. A partir del relato de esas madres a las que se enmudecía amenazándolas con quitarles a sus hijos, me di cuenta de que había una violencia que comenzaba tras la separación que consistía en la amenaza de quitarle o hacer daño a los hijos. Me di cuenta de que era una nueva forma de violencia».
Y como lo que no se nombra no existe, Vaccaro consideró «que le tenía que dar nombre, porque si no, no la iban a poder identificar como una nueva violencia». La que sufren las mujeres maltratadas que tienen custodia compartida de sus hijos con su agresor, o al que permiten derecho a visitas. «Vieron que seguían sufriendo violencia, ya que estaban en vilo cuando los hijos se iban con el padre».
Una violencia que no permitía a las víctimas avanzar. «Las profesionales les decíamos que tenían que poner distancia con su agresor, pero eso es imposible si tiene que compartir con él la custodia de los hijos. Y eso lo utilizan ellos para seguir ejerciendo violencia. Vicario significa que ocupa el lugar de otra persona o que la sustituye y ahí consideré que teníamos que mostrar que, dentro de la violencia contra la mujer, existía una violencia vicaria».
Un término ya muy común. En España son siete los menores asesinados ya en lo que va de año por los agresores de sus madres. «Todavía no se ha comprendido que un individuo violento para la mujer y al que se le pone orden de alejamiento no puede ser un buen padre», sentencia Vaccaro. Según resaltó «espero que nos demos cuenta pronto, porque no podemos seguir contando cadáveres de niños». En su opinión, «la violencia vicaria se puede prever y erradicar», ya que «las propias mujeres la denuncian».
