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Secundino Estalayo, en 2018 tras recibir el golpe de un oso en Palencia. Hasta el domingo era la última víctima conocida en España. A. QUINTERO

«Un ataque de oso te cambia el chip», afirman las víctimas de anteriores incidentes

Secundino Estalayo, que sufrió un ataque en 2018, dice ir al monte «de otra manera». La vecina de Sonande es la novena persona agredida por esta especie en 33 años

RAMÓN MUÑIZ

GIJÓN.

Jueves, 3 de junio 2021, 01:09

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Un oso propinó un zarpazo a Carmen Suárez el domingo, a las 21.30 cuando caminaba por una carretera cerca de Sonande (Cangas del Narcea) en lo que supone un incidente extraño, pero que ocurre cada cierto tiempo y cambia a quienes lo viven. La Fundación Oso Pardo tiene documentados desde 1988 otros ocho sucesos con contacto físico entre osos y personas el país. EL COMERCIO pudo localizar a dos de esas víctimas.

«Cuando vi la noticia se me removieron cosas que prefiero no recordar mucho, se me puso la piel de gallina», expresa una de ellas. Vive en otra comunidad con osos y solicita que su nombre no se reproduzca aquí. En su caso «ocurrió todo muy rápido, estaba en un bosque que me gusta mucho y de golpe oí un bocinazo enorme, lo tenía al lado y no me había dado cuenta». El animal le mordió el brazo y «podía habérselo llevado». Le dejó dislocamiento de radio y fractura de cúbito, desgarros en el brazo y requirió cirugía para cicatrizar las heridas.

«Un ataque de oso te cambia el chip, aunque sigo yendo a la montaña, lo hago de otra forma. Si veo que estoy solo empiezo a dar voces por si acaso, para prevenir mi presencia; cuando vamos con amigos también lo hacemos. La gente tiene que saberlo, tomar cautelas porque si te lo encuentras él manda y no te da tiempo a nada», indica.

Secundino Estalayo era, hasta el domingo, la última víctima de ataque de oso conocida en España. Su caso es de marzo de 2018 y ocurrió en Polentinos (Palencia). Paseaba por un parque natural junto a su perro. El can empezó a ladrar y de entre unas peñas emergió un oso. «Era muy pardo y muy grande», dijo. En su día relató que lo tuvo a menos de un metro de distancia y que trató de espantarlo dándole con la vara que llevaba, pero que el animal se revolvió y salió hacia el perro. «Ahora ya no sé si me empujó a mí o yo me caí apartándome de él. No lo sé. Pasó todo muy rápido, solo sé que el perro seguramente me salvó.

Fisura de costilla

Los sanitarios le atendieron de una fisura de costilla y un golpe en el muslo. Al día siguiente del encontronazo declaró «estar de los nervios» y no poder dormir porque «su imagen se me venía a la cabeza todo el tiempo». Estalayo ronda ahora los 80 años y la noticia de Sonande le ha devuelto a aquel día, que hoy recuerda con más serenidad. «Ahora tomas más precauciones, si veo que el perro se pone a ladrar inmediatamente nos damos la vuelta», confía. «Tienes que ir por el monte haciéndote visible, porque estas cosas pasan y no hay que darle más vueltas», razona. Cuenta que a él le gusta «que haya animales por el monte, el único que me fastidia es el lobo porque hace mucho daño, mata muchas crías».

Anda con más tiento pero con el oso, hoy, no tiene cuentas pendientes: «Aquel no era peligroso, pero coincidió que los dos pasábamos por ahí, que él iba a por una carroña».

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