«O cambia la organización o errores como el encargo de los trenes de Feve pueden repetirse»
Trabajadores de Renfe y Adif denuncian que la solución al problema de los gálibos se alargó al haber «quien buscaba salvar su puesto»
«Depuraré responsabilidades una a una hasta las últimas consecuencias». La frase, repetida por Raquel Sánchez en el Senado y el Congreso resuena en su ... ministerio, el de Transportes. Han caído dos técnicos intermedios, de Adif y Renfe, por el fiasco ferroviario destapado por EL COMERCIO el 24 de enero y ha prometido una auditoría interna. De la ambición con la que se trabaje y el ruido político de los trenes que nunca llegaron a fabricarse depende la profundidad del ajuste.
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Para que un contrato firmado por 196,3 millones para renovar la flota de ancho métrico (el asociado a Feve) haya derivado en un escándalo tuvieron que fallar muchos eslabones. La suma de implicados explica que el tema fuera uno de los secretos mejor guardados del sector.
Se equivocó Renfe al hacer unos pliegos sin precisar las medidas del tren que quería. En su lugar remitía al adjudicatario a que los buscara en la Declaración de la Red donde Adif describe la infraestructura de la que es titular. En el capítulo de los gálibos el documento se limita a decir que todo lo que hace falta saber está en la Instrucción de Gálibos, publicada en un Boletín Oficial del Estado (BOE) de 2015. Es decir, tiene las medidas de todos los túneles pero en vez de informar de ello a las empresas de los trenes les dice que mejor vayan al BOE.
La norma, elaborada por la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria, detalla cómo son los túneles reales en la red de ancho ibérico e internacional, pero deja en blanco esa información al hablar del métrico. Los cálculos que difunde son los de tramos de nueva construcción o reformados. El contratista, CAF, los introdujo en sus ordenadores y, en 2019 primero y 2020 después, trabajó con contornos de un modelo que sería entre 5 y 10 centímetros más grandes que las unidades de la serie 3600, la de mayor dimensión que circula ahora. Perfecto para tramos nuevos, pero incompatible con los túneles del siglo XIX.
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Hay una primera cadena de fallos que afectan al que prepara el pliego, al que lo supervisa, al que hizo la instrucción de gálibos, al que decidió que la Declaración de la Red no ofrezca datos concretos de los que sí dispone Adif, al que desde Renfe no se percató de ello o no quiso darse por enterado. En Adif, Renfe y la Agencia hay profesionales que saben cómo son los túneles y los trenes, pero quedaron al margen. «O cambia la organización o errores así pueden repetirse», repiten fuentes consultadas.
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En marzo de 2021 se supo del fallo, en septiembre de 2021 hay una nota en la que la Agencia reparte reproches e indica que para solventar el encargo hay que analizar las medidas y el comportamiento dinámico de un tren existente y replicarlo, tarea competencia de Renfe. Desde la operadora muestran dudas. La actual normativa nacional no especifica cómo aplicar ese sistema, el denominado método comparativo, que es el que históricamente usaba Feve. Pide aclaraciones a la Agencia sobre el posterior proceso de homologación. Hay una segunda nota, de principios de 2022, que da más garantías a seguir esa opción. Ahí emerge un nuevo yacimiento de errores. Pasa 2022 sin solventarse el asunto. «Se perdió mucho tiempo porque había gente más preocupada de salvar su puesto y echar las culpas al otro que de resolver», coinciden las fuentes consultadas.
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Tras el escándalo llega la búsqueda de culpables. El equipo de la ministra pide documentación. Hay malestar con Renfe. Los problemas con los pliegos, la fabricación y la homologación del modelo Avril están candentes y de nuevo otro de sus contratos obliga a la jerarquía ministerial a intervenir para desbloquearlo.
En la arena política la cosa toma otros derroteros. Nadie plantea un análisis para localizar ineficiencias, sino una batalla de desgaste del rival. El PP centra sus baterías en la secretaria de Estado, Isabel Pardo de Vera. La parálisis del expediente coincide con una lucha contra una enfermedad que libró y que la tuvo a medio gas, pero la refriega en año electoral hace pocas concesiones. De su enfermedad habló en público; dijo que puso su cargo a disposición de la ministra y del presidente, pero que le pidieron seguir. Abandera un proyecto de reforma de la movilidad y la obra pública que, para salir adelante, requiere que ese capital político permanezca.
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Su capacidad llevó a que el PP la promocionara primero y el PSOE después. Es un camino que podría haberla puesto a salvo del partidismo de no ser por que sus abiertas críticas a Francisco Álvarez-Cascos la distanciaron de un sector del PP, a lo que se ha sumado que en ciertos círculos de populares de Galicia se la empezó a tomar como una potencial adversaria, y a tratarla como tal.
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