El cambio climático transformará el Principado

Que el cambio climático es una realidad y que tendrá unos efectos muy negativos sobre la sociedad ya pocos lo dudan. Poco a poco se unen estudios que ratifican los peores temores, como el incremento del nivel de los océanos o la escasez de fuentes de agua para abastecimiento de la población. Pero todo ello se debe, fundamentalmente, a pequeños cambios en diferentes parámetros meteorológicos que conforman un todo alarmante.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) acaba de publicar una revisión de su 'Guía de escenarios regionalizados de cambio climático sobre España', elaborada por Pilar Amblar, María Jesús Casado, Asunción Pastor, Petra Ramos y Ernesto Rodríguez. Los resultados para el conjunto del país son muy llamativos. Asturias, aunque no sale tan perjudicada como el resto de España, a finales de siglo ya no se parecerá mucho a como la conocemos actualmente, según este documento. Y es que sin duda hará mella sobre el Principado un importante incremento de las temperaturas y el descenso de las precipitaciones anuales.

Este estudio prevé que en los dos últimos decenios del siglo XXI la temperatura máxima anual en Asturias habrá subido, con respecto al valor medio entre 1961 y 1990, de 3,2 a 4,8 grados centígrados. Pero es que en los meses de verano ese aumento será de entre cuatro y seis grados, siendo el incremento más suave en invierno, de entre 'solo' 2,2 y 4 grados. También cambiarán las temperaturas mínimas, que serán 3,6 grados superiores a los valores de referencia. De cualquier modo, los datos están lejos de lo que se espera para el centro y sur peninsular, donde el incremento medio esperado de las temperaturas máximas está comprendido en una horquilla que va de 4,6 grados a 7,2.

Algo que podría contribuir a que Asturias mantuviera su tradicional verdor serían las lluvias, pero estas también cambiarán y lo harán a peor. El informe de la Aemet prevé que las precipitaciones anuales sufran un retroceso de en torno a un 18%, especialmente en primavera, otoño e invierno. La nubosidad presentará, según estos datos, un comportamiento irregular, pues descenderá entre un 2% y un 4%, excepto en invierno, que aumentará en los mismos valores. Pero como ya se ha dicho, eso no quiere decir que aumenten las lluvias. Además, subirá la evotranspiración del terreno.

¿Cuál puede ser el motivo de esa situación? Parece que los cambios en los vientos tendrán algo de culpa. Se espera que sean más flojos que en la actualidad, perdiendo fuerza en otoño incluso hasta 1,3 metros por segundo. Los análisis indican que se producirá un desplazamiento hacia el Norte del cinturón de vientos de componente Oeste que azota la Península Ibérica, al tiempo que habrá un fortalecimiento y extensión al nordeste del anticiclón de las Azores. Todo esto hará que esos vientos del Oeste se debiliten.

Otro problema asociado será el del incremento de días cálidos, que a finales de siglo será del 50%, pues se prevé un incremento del 4% cada década. Por fortuna, eso no supondrá un incremento de las olas de calor -más de cinco días seguidos- en el Principado, pero sí una disminución importante de las heladas. Es decir, el aspecto actual de Asturias puede cambiar de forma radical.