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JUAN VEGA
GRADO.
Viernes, 15 de enero 2021, 02:13
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La Consejería de Salud del Principado realizó ayer el cribado masivo a los 700 alumnos, docentes y trabajadores de los dos institutos de enseñanza secundaria de Grado, el Ramón Areces y el César Rodríguez. La empresa de Transportes Integrales Sanitarios de Asturias (Transinsa) habilitó una unidad móvil de 'auto-covid' para poder atenderles. Fueron siete horas ininterrumpidas. Sin parar un solo minuto.
La jornada discurrió sin largas colas debido a la celeridad del personal sanitario. Tan solo se apreció algún problema de organización con las primeras citaciones. Se espera que los resultados definitivos se conozcan en los próximos días. Entretanto, la Consejería de Educación decidió suspender las clases presenciales en los institutos hasta el próximo martes, cuando se prevé su reapertura en función del número de positivos.
El operativo comenzó a montarse a primera hora de la mañana. La unidad logística existencial dispone de dos zonas diferenciadas, donde más de una decena de enfermeros actúan simultáneamente para agilizar el proceso. Para ellos se dispuso alrededor del recinto un circuito de un solo sentido y con una única zona de salida para evitar la acumulación de vehículos. «Queremos evitar colapsos, ya que hoy tenemos un ratio de citación muy elevado», explicó el coordinador del operativo, Alexis Varela, minutos antes de que comenzasen las pruebas.
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Tras finalizar los preparativos, a la una menos diez de la tarde se puso en marcha el dispositivo sanitario.
A medida que pasaban los minutos, se iba formando una pequeña hilera de vehículos a lo largo del circuito diseñado. El ritmo de las pruebas era bastante alto pese a que algunos se resistían a la incomodidad que producen las varillas. «Si no me quitas las manos, vas a tener que marcharte sin hacerla», le dijo una enfermeras a uno de los jóvenes.
David González, alumno de IES Ramón Areces, con tan solo 13 años, se mostró muy preocupado después de tener que hacerse la prueba. «Tengo miedo de dar positivo. Es una situación complicada la que estamos viviendo aquí», dijo mientras aún le caía una pequeña lágrima por la mejilla derecha. Una sensación que compartía Adrián Fernández, del mismo centro, pero de un curso inferior: «Yo tengo mucho cuidado porque tengo miedo de que lo cojan mis abuelos». «Se preocupa más por ellos que por nosotros», apostilló irónica su madre. A las ocho de la tarde concluyó el dispositivo.
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