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Un usuario de silla de ruedas, con las sujeciones que utiliza debido a su dolencia mental. NURIA GONZÁLEZ
La falta de residencias para enfermos mentales lleva a ingresar a jóvenes en geriátricos

La falta de residencias para enfermos mentales lleva a ingresar a jóvenes en geriátricos

El Principado niega que haya menores de 50 años en psicogeriatría, pero los empresarios dicen que sí, por «el coste de los centros especializados»

CHELO TUYA / LAURA MAYORDOMO

GIJÓN.

Domingo, 15 de octubre 2017, 05:24

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No tiene 65 años. Ni 50, que es la edad mínima para ocupar una de las 190 plazas psicogeriátricas que concierta el Principado en residencias privadas. Es joven y tiene una patología mental. Sin embargo, está ingresado en un geriátrico. Así lo afirma la médico psiquiatra Teresa Pérez-Espinosa, directora de varios centros privados en Gijón y Llanera. Asegura que, en Asturias, «los geriátricos están cubriendo plazas de enfermos mentales jóvenes».

Distingue la psiquiatra entre las plazas de psicogeriatría, de las que el Principado financia 190, distribuidas entre las áreas de Jarrio (5), Oviedo (65), Gijón (65) y Langreo (55), y el internamiento de jóvenes en residencias para mayores. «Una cosa es que haya plazas de psicogeriatría para pacientes ancianos con enfermedad mental, aunque no debería ser porque tendrían que estar tratados por profesionales en psiquiatría. Lo alarmante y lo dramático es que dentro de los centros geriátricos haya gente de 40 años, e incluso más jóvenes, con una enfermedad mental grave».

En su opinión, «las necesidades de plazas de psiquiatría que hay en Asturias se están cubriendo de esta forma, muchas veces incluso desde la Administración, bajo la Ley de la Dependencia». Pero, advierte, «lo único que están haciendo así es favorecer el deterioro de la enfermedad. Es un horror que está permitiéndose desde hace varios años», afirma.

Esto se da, dice, porque «hay una necesidad. Se cierra el psiquiátrico en Asturias (La Cadellada) y hay muy pocas plazas de larga estancia para pacientes psiquiátricos». Pérez-Espinosa cree, en cambio, que «al enfermo hay que crearle unos centros específicos a tenor de su patología y gravedad. Si es recuperable en un área, hay que trabajar esa área. Lo que no podemos es mezclarlos en unidades con personas demenciadas y con gran deterioro, independientemente de su edad».

La psiquiatra insiste en que «no se debería consentir que los pacientes psiquiátricos severos estén conviviendo en centros «que son el 'totum revolutum'. La pregunta es ¿qué profesionales de salud mental están llevando esas unidades? ¿Qué están haciendo?» Una cuestión que se responde ella misma: «Esas unidades dependen del centro de salud mental correspondiente. ¿Cuándo van los profesionales de esos centros a ver a los pacientes psiquiátricos? Nunca, salvo que sea un caso grave. No existe un seguimiento permanente», sostiene.

Normativa sin modificar

No opinan como ella los empresarios geriátricos. El portavoz de Ascege, Arsenio Alonso, defiende la profesionalidad y la calidad de un servicio, las plazas psicogeriátricas, «a las que acceden los mayores de 65 años o los de 50 con incapacidad reconocida». Fuera de ese marco, asegura que «no hay jóvenes».

Como él lo mantiene la Administración asturiana. Desde la Consejería de Servicios y Derechos Sociales se centra el discurso en las plazas psicogeriátricas. El organismo que gestiona la red pública privada, Establecimientos Residenciales para Ancianos (ERA), insiste en que las plazas psicogeriátricas suponen «atención especializada», con un gasto extra y distribuidas en cuatro áreas sanitarias «a las que tienen acceso mayores de 65 años o de 50 y con incapacidad física o psíquica».

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