El gran problema de Asturias

El declive demográfico y la despoblación constituyen el principal problema de Asturias. EL COMERCIO y LA VOZ DE AVILÉS empiezan hoy a publicar informaciones y reportajes sobre la cuestión, bajo el epígrafe 'Pegados a la tierra' con la intención de que la sociedad asturiana tenga una información detallada y entre todos asumamos el reto invertir la tendencia menguante. En los últimos treinta y cinco años ha habido un constante crecimiento vegetativo negativo (más defunciones que nacimientos) que ha cambiado la realidad regional, con la pérdida de 103.535 habitantes. La llegada de inmigrantes, la segunda más reducida entre las comunidades autónomas, no ha podido compensar la pérdida natural de población. En el saldo negativo juega un especial papel el bajo número de nacimientos. Llevamos treinta y seis años seguidos teniendo la natalidad más baja de las regiones españolas. En los dos últimos ejercicios batimos el récord del menor número de nacimientos por cada mil habitantes. En la actualidad somos la región europea con un porcentaje más bajo de menores de treinta años (23,6%). Durante ese periodo estuvimos a la cabeza del índice de mortalidad en España, y desde 2014 las muertes en la región duplican de largo el número de nacimientos. Cualquier política para la región debe partir del declive demográfico. El resto de problemas no tienen solución sin invertir esa tendencia. La falta de jóvenes impide el relevo generacional en el mercado de trabajo, rompe la cadena de padres a hijos en los negocios familiares, deja las explotaciones agrarias sin titulares que les den continuidad y dificulta el mantenimiento de los servicios públicos al descender el número de contribuyentes que los financian. El cambio demográfico ha hecho que la relación entre trabajadores ocupados y pensionistas sea de 1,2, una ratio que hace de la Seguridad Social el más importante sostén de la región.

El declive demográfico ha potenciado un fenómeno que viene de muy atrás, como es la despoblación de la Asturias rural en favor de las áreas urbanas del centro de la comunidad autónoma. Son dos caras del mismo problema. En el año 1900, con sólo 637.801 habitantes en la región, la mayoría de los municipios tenía más población que ahora. El traslado de los habitantes de la periferia al centro hace que más del 80% de la región viva en menos del 20% del territorio. El proceso migratorio en el interior de la comunidad autónoma se ha intensificado desde el inicio de la crisis económica; en la actualidad hay 755 pueblos sin habitantes y 303 con un solo residente. La mitad de los núcleos habitados en Asturias tienen diez residentes o menos. El éxodo se produce en las alas de la región y en las comarcas mineras. Cuando extensas áreas de terreno no tiene un mínimo de densidad poblacional, el territorio se vuelve improductivo, la estructura familiar se descompensa y la región se empobrece. Fruto de todo ello es que en algunos concejos, donde este proceso de despoblación y aislamiento más se ha desarrollado, exista el mayor porcentaje de psicopatías graves y de suicidios.

El reto es doble, lograr detener el declive demográfico y llevar a cabo una política territorial activa que permita fijar población en las alas de la región y en las comarcas mineras. En la anterior legislatura se aprobó el 'Plan Demográfico del Principado de Asturias, 2017-2027', pero no se empezó a ejecutar. Habrá que actualizarlo porque la realidad superó negativamente las previsiones del documento; hay que considerar la aplicación de incentivos directos para elevar la tasa de natalidad, dado el desmoronamiento producido en los dos últimos años; la tarea de fijar población exigirá un abordaje más amplio, pero el plan aprobado debe ser el punto de partida, mientras no se haga otra propuesta mejor. El pasado año hubo el mayor descenso de población por causas vegetativas desde que hay registros. Urge tomar medidas; la inacción es inadmisible.