«Tenían que haber impuesto antes la mascarilla»

«Tenían que haberlo hecho antes». Así de rotunda se muestra Encarnación Menéndez, vecina de Gijón, a la hora de expresar su opinión sobre el uso obligatorio de las mascarillas aprobado este martes por el Gobierno del Principado. La suya es una opinión compartida por muchos asturianos que a pesar de reconocer lo «incómodo» que resulta llevar la boca y nariz cubiertos consideran que es «necesario» para prevenir contagios. De hecho, para Jorge Espina, de Oviedo, es «la medida perfecta». Ayer en la capital se demostró que los ciudadanos se han tomado nota de la necesidad y de la obligación. Solo algunos fumadores se la quitaban para fumar, o algún despistado, la llevaba por debajo de la nariz.

Cumplir la norma fue la tónica general del primer día completo en el que la mascarilla debe llevarse y ponerse en todas las vías públicas de la región algún despistado.

En Avilés, hasta los niños más pequeños recorrían el centro de la villa con sus mascarillas. Uno de sus vecinos, Fernando Martínez, aseguraba que «aunque por norma general lo estamos haciendo bien en Asturias si se veía a algunas personas no cumplir con el distanciamiento. Para evitar eso y ya con un brote en marcha es mejor prevenir. No nos cuesta nada ponerla para ir por la calle cuando ya la usamos para hacer la compra o ir al médico. Estamos habituados a ello».

En Langreo había cierto debate. Aunque en general todo el mundo apoya la medida a alguno le parece excesiva en zonas con poco turismo. Al menos eso opinaba José María Álvarez, «llevaremos mascarilla pero no estoy muy de acuerdo con que sea obligatoria en todos los espacios, en zonas con poco turismo y aglomeraciones debería ser optativo. Es complicado llevarla gran parte del día, la llevaremos por responsabilidad pero yo lo llevo regular».

Al oriente, la mascarilla obligatoria llega con parte del camino andado. En los dos concejos más turísticos, Llanes y Cangas de Onís, sus ayuntamientos habían emitido ya bandos recordando la necesidad de su uso al no poder cumplirse la distancia de seguridad en las calles de los principales núcleos. El Consistorio llanisco ha lanzado incluso una campaña para concienciar sobre su uso, con cartelería colocada por toda la villa.

«Me parece bien la medida, no se puede guardar la distancia y además hay mucha gente de fuera», considera Tania Loren, de Cangas de Onís. El también cangués David Rodríguez reconoce que «es un fastidio», si bien «casi vale más que sea obligatorio porque en dos semanas igual había que volver a cerrar». No obstante, desde su negocio ha observado que «desde hace tres semanas casi todo el mundo la traía ya».

En el noroccidente, la confirmación del nuevo brote y la cercanía a Lugo ha hecho tomar conciencia . «Noto que los adolescentes ahora sí empiezan a usarla. A los padres no nos queda otra que obligarles para que aprendan a convivir con el virus», asegura Ana Mosquera de El Franco. En Tapia de Casariego, la farmacéutica Estíbaliz Peñaranda no ha notado un aumento de las ventas. El pico se alcanzó la semana pasada cuando se detectó el brote en A Mariña, desde entonces «se ha estabilizado».

En Cangas del Narcea, la gran mayoría son partidarios de usar la mascarilla para evitar los contagios. Una prenda que ya ha puesto a coser a muchos vecinos. «Aumentó la venta de tela de algodón. La gente está muy concienciada», afirmó Aida Gutiérrez, al frente de la mercería Luiña en la villa canguesa. «Es un ahorro y así también están entretenidos», concluyó.

Han colaborado en esta información Lucía ramos, Andrea arruñada, alberto arce, Sheyla González, Belén G. Hidalgo y marta varela.