Homenaje al cardenal que tiene en Luanco su «puerto seguro»
Adrián Barbón entregó a Ángel Fernández Artime el título de Hijo Predilecto
Podría haber escogido cualquier otro escenario. Pero quiso que fuera en casa. Donde ha podido abrazar, uno a uno, a cuantos familiares, amigos, vecinos y exalumnos han llenado el Museo Marítimo de Luanco esta mañana y han querido hacerse una foto con él. Y así, el cardenal Ángel Fernández Artime ha podido recibir el título de Hijo Predilecto de Asturias, de manos del presidente Adrián Barbón, justo bajo el nombre del barco que, años atrás, capitaneaba su abuelo. No pudo recibirlo el 8 de septiembre, Día de Asturias, pero de esa forma ha convertido en especial para siempre, para su pueblo, el 14 de octubre, tal y como ha dicho el alcalde, Jorge Suárez.
Ha sido el de hoy un acto lleno de simbolismo. De una llamada constante a la «humildad» y el «diálogo». Del encuentro más bien frío entre Barbón y el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que ha asistido al acto, junto a un buen grupo de sacerdotes, entre ellos el padre Ángel. Una mañana de los elogios del presidente al cardenal y de sus referencias a la «soberbia innecesaria», al «orgullo», al «diálogo», a «frenar las tentaciones extremistas».
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«Mi tendencia y mi carácter es siempre unir en lo posible»
Si hay una palabra que haya repetido Fernández Artime ha sido 'gracias'. Las 'gracias' de un «creyente salesiano, obispo, cardenal» que «aporto lo que puedo desde mis cargos», que en un día como hoy ha tratado de «crear ciudadanía, vínculos, humanidad», consciente de que otros hacen lo propio desde sus cargos también, «desde el gran y absoluto respeto». Porque, ha defendido, «somos buena gente».
Un cardenal que, desde el Vaticano, admite que «la mayor parte de lo que somos lo hemos recibido en gratuidad». En su caso, una «familia humilde, con unos padres con la única universidad de la vida que nos han transmitido los valores del respeto, el trabajo, la fe...». Y la mar y «la gente que me vio crecer» en un lugar que para él es hoy «un oasis» al que acude siempre que puede y que promete visitar más. Siempre que el trabajo lo permita porque «si en algo puede ayudar al Papa Francisco, Dios lo haga posible».
Los halagos del presidente han sido muchos y los agradecimientos, recíprocos. Ha insistido Barbón en que al cardenal, aquel niño «que dejó atrás Luanco, la familia y la mar para estudiar en un colegio salesiano, resolvió ordenarse, colaboró con el arzobispo Jorge María Bregoglio en Buenos Aires, llegó a convertirse en sucesor de Don Bosco y desde septiembre de 2023 es el séptimo cardenal asturiano de la historio«, cumple todos los requisitos para ser Hijo Predilecto.
«Soberbia innecesaria»
Ha alabado su «sencillez y cercanía». «Todas las personas que tenemos alguna responsabilidad pública, sea a la escala que sea, deberíamos empeñarnos en esos objetivos. Con frecuencia, el ejercicio de un alto cargo impone una soberbia innecesaria que solo sirve para alejarnos de los demás; para alejarnos, precisamente, de las personas a las que debemos servir». Y aún ha añadido Barbón: «A menudo, corremos el riesgo de que el orgullo nos hinche y nos ofusque. A todos estos efectos es aconsejable disponer de una toma de tierra que nos enfrente a la realidad y nos reconcilie con la humildad«. Dice el presidente que el cardenal »predica con el ejemplo«. »Demuestra con los hechos que no olvida su origen, que sabe bien dónde están los suyos y que cuenta con un amarre firme, a salvo de vanidades y tormentas«.
Sin duda, un discurso lleno de mensajes en el que ha querido también, como suele hacer el Día de Asturias, hacer un llamamiento «al diálogo y al entendimiento. Nadie es dueño de la razón absoluta«. Ha señalado el valor de la palabra frente al castigo, haciendo alusión a Don Bosco, y la importancia del consenso. «Hay determinados asuntos que apelan directamente a la condición humana, que no se pueden contener en los límites de unas siglas, de una ideología o de la fe».
Las referencias católicas han sido constantes en la intervención del presidente del Principado, que ha leído el extracto de la carta del Papa Francisco a los católicos de oriente. Y ha finalizado con un nuevo llamamiento al diálogo: «A veces, por desgracia, convertimos cada pequeña diferencia en una gran excusa para alejarnos. Entonces no hay diálogo, únicamente soliloquios por parte y parte«.