La hostelería de Asturias prepara su regreso con incertidumbre
Hosteleros de la región se afanan en preparar sus locales al milímetro para volver a recibir mañana a clientes con todas las garantías de seguridad
SHEILA VACA / R. AGUDÍN / G. MAESE / G. F. BERMÚDEZ / R. SUÁREZ / M. VARELA
GIJÓN.
Domingo, 13 de diciembre 2020, 02:53
Han sido unas semanas duras para el sector de la hostelería. Las próximas, lo serán también. Bares y restaurantes se encuentran en una encrucijada: volver a levantar mañana la persiana o no. Sumidos en la incertidumbre de cómo será su futuro, el de sus negocios y el de sus familias, muchos hosteleros de la región preparan sus locales para volver a la faena bajo estrictas medidas de seguridad. El trabajo es contra el reloj: reponer las cámaras frigoríficas, colocar mesas y sillas con la distancia correspondiente, acondicionar sus terrazas y limpiar a conciencia para volver a recibir a sus clientes con todas las garantías.
Oviedo
«Hay que seguir remando»
En Oviedo no reabrirán todos los bares mañana. Las sidrerías del Bulevar de la Sidra lo harán de forma escalonada a partir del martes siendo el jueves el día elegido por la mayoría: «Tenemos que hacer pedidos y elaboraciones de cocina. Con estas condiciones perderemos más abriendo que estando cerrados», advirtió su presidente, Pedro Caramés.
Metro en mano, los hosteleros calculan las distancias y eso le hace perder a Daniel Iglesias, del Baam Bar, una mesa en la terraza. Dentro tendrán la misma capacidad y de los siete camareros de plantilla, uno se irá al ERTE. «Por el verano tuvimos mucha gente y para San Mateo metimos a uno más», recuerda para a renglón seguido decir que a pesar de este mes largo y sin ingresos, ellos han hecho inversiones, como «cerrar la terraza e instalar calefactores».
Con unas «expectativas bastante malas» reabrirá Aníbal García, de La Lola, ubicado en la céntrica Ruta de los Vinos. «Hay que abrir porque no queda otro remedio. Ya estamos en la ruina y nos arruinaremos más», calcula este hostelero cuyo bar cumple este año su décimo aniversario. Una efeméride que se ha visto empañada por la pandemia: «Ganas de trabajar sí que tenemos, pero esto es una muerte anunciada, navegar con una canoa por una tempestad en el océano. Con estas condiciones, vendrá enero y febrero y llegará la ruina». Eso sí, seguirá «remando» para salir adelante.
Gijón
«La gente tiene ganas»
Aunque muchos hosteleros dudan de la rentabilidad de su apertura por las restricciones, son muchos los que están adaptando sus locales a las nuevas circunstancias. Mañana el café Bariloche, en la plaza del Parchís, recuperará a su clientela más fiel. Pepe Abad, su propietario, desmontará hoy la improvisada barra que colocó a la puerta del local para servir pinchos y café para llevar. «Calculo que en el interior podré tener en torno al 50% del aforo. El rendimiento de la terraza será una incógnita», asegura.
En el otro lado, los dueños de Las Tortillas de Europa, que irradian ilusión porque abrirá sus puertas por primera vez. Es un nuevo concepto de negocio que estrena la familia Ampudia en la Ruta de los Vinos. Juan Fernández y Antonio Ampudia colocaban ayer las mesas de la terraza con la debida distancia de dos metros. «Trabajamos con buenas expectativas, vemos a la gente con ganas de fomentar el consumo responsable», dice Fernández.
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Avilés
«Tenemos espacios amplios»
La covid no ha podido con las ganas de trabajar de la familia Deoleo, unos hosteleros dominicanos, afincados desde hace más de diez años en Avilés, que regentaban el bar La Chocolatina en el barrio de Versalles y a los que el local se les quedó pequeño, por lo que decidieron ampliar el negocio en plena desescalada. Según explica su propietario, Víctor Deoleo, quien regenta el bar junto a su madre Judith Encarnación, «la idea del traslado del negocio ya la teníamos desde antes de la pandemia, pero el confinamiento apresuró todo porque se hizo necesario un mayor espacio, tanto en el interior como en la terraza», y sobre todo se vieron obligados a conseguir una cocina más amplia y poder dar servicio tanto en el local como para llevar «por si las cosas empeoran».
Occidente
«Necesitamos ayudas»
«Estás condenado a cerrar si no tienes un colchón para sufragar gastos», cuenta Patricia González, propietaria del restaurante El Crucero de Villapedre, en Navia, Considera que las condiciones impuestas para la reapertura son una «vergüenza». «Si no morimos del virus, moriremos de hambre», advierte. Esta hostelera hizo una gran inversión en mayo para poder albergar una carpa en el exterior de las instalaciones que «de nada» le sirve ahora; con las nuevas medidas, solo cogerán ocho personas. A pesar de que dispone de unas amplias instalaciones, ironiza con que «es necesario tener un estadio de fútbol para poder dar cenas y no tener más pérdidas».
Oriente
«Me quedan solo tres mesas para dar comidas»
En una desierta calle Mayor de Llanes, Fernando Armas, propietario del Pinín, se afana en medir una y otra vez las dimensiones de su pequeño comedor para buscar la mejor manera de colocar las mesas cumpliendo con las condiciones impuestas por el Gobierno regional para la reapertura de la hostelería. Tras hacer cálculos, se resigna: «Me quedan solamente tres mesas para dar comidas». Pero, agrega rápidamente, «eso es mejor que estar cerrado sin ingresar un duro».
'Nano', como se le conoce en Llanes, prácticamente se crió tras la barra del emblemático café Pinín, ubicado en la travesía de la villa y que cerró sus puertas, tras 132 años de historia, en enero de 2016. Casi año y medio después, en junio de 2017, el hostelero reabría las puertas de un nuevo Pinín, emplazado esta vez en un remozado edificio de la calle Mayor. La inversión, reconoce, fue cuantiosa, pero contaba con poder amortizarla «a base de mucho trabajo». «Entre la compra, la rehabilitación y la adquisición de muebles y maquinaria, invertí sobre medio millón de euros, ¿quién me iba a decir a mí la que se nos vendría encima?», lamenta.
Por eso, porque «no queda otra, ya que económicamente estoy fatal, no me queda dinero», mañana levantará la persiana de su bar. Lo hará, sin embargo, con una gran incertidumbre, pues las particulares características de las dos plantas abiertas al público hacen que al cumplir las restricciones del Principado su aforo quede reducido al mínimo. «El local es estrecho y alargado, así que abajo, al no poder utilizar la barra, espero poder poner tres mesas de dos personas cada una, pegadas a la pared para utilizar el bar», indica. La terraza la da por perdida, no solo porque el mal tiempo no invite a utilizarla, sino porque la estrechez de su fachada le deja un reducido márgen de maniobra.
Tras una vida dedicada a la hostelería, 'Nano' reconoce que «nunca» vio una crisis como la actual. «Es cierto que el verano fue bueno, pero veníamos de muchos meses cerrados y todo lo que ganamos fue para pagar los créditos que hubo que pedir para sobrevivir, porque a poco que tengas te metes en unos gastos fijos de unos 2.500 euros al mes», explica. Ahora, las medidas de seguridad y también «el miedo de la gente al virus y a la crisis económica» hacen que no albergue demasiadas esperanzas de cara a la Navidad. «A muchos clientes habituales ya no los vimos durante el verano, así que ahora menos», teme. Eso sí, advierte, peleará por su negocio y su forma de vida hasta el final.
Cuencas
«Lucharemos por el bar»
Tras 21 años al frente del bar La Bodeguina, en Pola de Lena, las hermanas Bautista, Puri y Loli, están nerviosas por volver a atender a sus clientes, pero temerosas del resultado. «El bar es pequeño, en el interior el aforo es de 30 personas, sin barra sólo podremos poner tres mesas, y no creo que pongamos terraza», apunta Puri Bautista. Reconocen que el panorama que se dibuja ahora es «complicado, porque hay facturas por pagar». Lo único seguro que tienen estas hermanas es que «vamos a luchar por salvar nuestro bar, es nuestro único ingreso, de él vivimos dos familias. Nuestros clientes no nos fallarán, pero tendremos que ver si las cuentas cuadran.