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Ana Bernardo y Antonio Cervero, en la Facultad de Psicología, en Oviedo. álex piña
«Infantilizamos al estudiante y creamos jóvenes sin tolerancia a la frustración»

«Infantilizamos al estudiante y creamos jóvenes sin tolerancia a la frustración»

Expertos de la facultad de Psicología estudian desde hace diez años el abandono universitario, que cuesta 1.500 millones de euros al año al país

Olga Esteban

Gijón

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Sábado, 16 de octubre 2021

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Superan todas las etapas educativas. Superan la EBAU. Se matriculan en la Universidad. Pero, tras el primer curso, abandonan. Quizás cambian de grado. Quizás, de Universidad. Puede que se pasen a la Formación Profesional. O, en el peor de los casos, dejan para siempre los estudios superiores. No es un fenómeno nuevo, ni exclusivo de Asturias, ni siquiera de España, ni de la Unión Europea, pero ahora, tras años de cifras negativas, la Universidad de Oviedo y la Consejería de Educación han puesto el foco en el problema y han marcado el inicio de la búsqueda de soluciones: un grupo de trabajo analizará cómo mejorar la orientación de los alumnos en las etapas preuniversitarias, porque entienden que una de las principales causas de ese abandono es no haber elegido la carrera correctamente.

Decía el equipo rectoral estos días que hay que analizar en profundidad el fenómeno. Lo cierto es que la propia Universidad de Oviedo tiene profesionales que llevan muchos años dedicados a ello. El grupo de investigación acreditado ADIR (Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico), dirigido por el catedrático José Carlos Núñez, estudia esta cuestión, entre otras muchas, desde hace una década. Ana Bernardo dirige esta línea de investigación. Han realizado numerosos estudios sobre el abandono, algunos de ellos en colaboración con universidades de otros países. Y, en el marco de todo este trabajo, Antonio Cervero publicó el año pasado la tesis doctoral 'Factores relacionados con el abandono en educación superior', dirigida por el propio Núñez y por Ana Bernardo Gutiérrez.

«Es un problema a nivel nacional», dice Ana Bernardo. Un problema que, se calcula, cuesta a las arcas del Estado nada menos que 1.500 millones de euros al año. Porque, como explica Cervero, «la Universidad es un servicio público y cada alumno cuesta más que el precio de la matrícula que paga». Por eso, la propia Unión Europea marcó una meta: que la tasa de abandono fuera de un 10%, como máximo, en 2020. Ni que decir tiene que no se alcanzó. Según las últimas cifras del Ministerio de Educación, la tasa media de abandono en España es del 33,1% y, en Asturias, del 35,7% (la segunda cifra más alta del país, solo dos décimas por detrás de Baleares). Visto que el objetivo no se alcanzaba, Europa nos da de plazo hasta 2050 para lograr el notable descenso. No hay otra fórmula para alcanzar ese otro objetivo de que, para entonces, el 50% de la población tenga estudios superiores.

Antonio Cervero ha unido en su tesis sus dos mundos, la docencia y la psicología, y ha dedicado a ella cinco años. Para empezar, admite que según los últimos informes parece que en Asturias «se han disparado las cifras en los últimos años». Y, aunque no tiene argumentos claros del por qué, señala un dato: las comunidades autónomas con las peores previsiones de variación del PIB en 2021 respecto a 2019 son también las que peores tasas de abandono tienen.

Su investigación establece cuáles son las principales causas de ese abandono. Y en primer lugar están «el rendimiento y la adaptación académica». Y al hablar de rendimiento parece que se le da la razón a quienes, desde el mundo universitario, alertan sobre las carencias formativas de los jóvenes al llegar a la educación superior. ¿Es bajo el nivel? «Es mejorable», dice Cervero, quien sí explica que hay un claro «desajuste» entre el Bachillerato y la Universidad. Pero es que además -y esto lo añade como «opinión estrictamente personal», cree que como sociedad estamos cometiendo un error con la «infantilización del estudiante universitario», al olvidar el esfuerzo que supone hacer una carrera, al hacer obligatoria la asistencia a clases... Con todo, creamos jóvenes con «cero tolerancia a la frustración, y eso es un problema muy gordo», advierte. «Claro que hay que esforzarse, y claro que hay que memorizar; no podemos caer en la falta de exigencia».

Dentro del capítulo de la adaptación académica, explica el profesor, estaría la orientación, en sus tres vertientes: académica, profesional y personal.

La segunda gran causa del abandono es la adaptación social en la propia Universidad: la relación con los profesores, con los compañeros y la participación en grupos de actividad (deportivos, culturales...), es decir, la propia vida universitaria. Esta cuestión estará profundamente marcada en estos dos últimos cursos por la pandemia. Porque, como recuerda Ana Bernardo, «todos los estudios dejan claro que la enseñanza online aumenta la tasa de abandono», entre otras cosas porque requiere «un mayor esfuerzo».

El tercer componente, según la investigación, el aspecto económico, especialmente las horas que el estudiante debe dedicar a un empleo o al trabajo doméstico. Y, finalmente, Cervero apunta las cuestiones «organizativas» de la universidad, esto es, los servicios que ofrece a sus alumnos.

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