El laboratorio del medio millón de PCR

Las entrañas de la sección de Virología del HUCA son un auténtico termómetro del coronavirus. El volumen de hisopados (el popular palito que se introduce por la nariz para tomar una muestra celular) que llega a diario a este servicio permite atisbar «cómo se está moviendo el virus». La sala de bioseguridad, donde las muestras son inactivadas para su manejo posterior, y los termocicladores, donde se completa la lectura de la carga viral, ofrecen una radiografía cercana de lo que «está ocurriendo ahí fuera».

«Las PCR te dan un pulso muy aproximado de lo que está pasando», explica Melón. «A finales de diciembre ya vimos que algo no iba bien». Lo de 'salvar la Navidad' pasó factura pronto. «Tras un leve descenso a principios de diciembre empezamos a reportar 35 contagios diarios. Eso no era bueno porque estábamos repitiendo el mismo camino de la segunda ola».

Puente de diciembre

La situación en Asturias empeoró «tras el puente de la Constitución» y se complicó más «desde el 20 de diciembre, cuando los positivos se empezaron a duplicar semana a semana». Con todo, Santiago Melón abre una puerta a la esperanza ya que esos mismos registros de PCR ofrecen ahora un mejor escenario: «parece que la curva ha comenzado a descender, ya que estamos con 130 casos diarios, la mitad de los que teníamos hace una semana».

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Al echar la vista atrás, Santiago Melón presume del modelo implantado en el laboratorio de Microbiología del HUCA. «Al inicio ya disponíamos de nuestro propio sistema de diagnóstico por PCR, lo que nos permitió hacer test masivos en poco tiempo sin tener que depender de las casas comerciales». Su equipo empezó a buscar coronavirus en febrero de 2020, pero no fue hasta el 29 de ese mes cuando «tuvimos el primer positivo». Melón tiene ese día grabado en la memoria: «era sábado, estaba de guardia, y pensaba que tendría un día tranquilo. Pero si algo me han enseñado los virus en estos años es que son impredecibles. El primer positivo corroboraba lo previsto, cuando dijimos ya en enero de 2020 que el virus acabaría llegando a Asturias. Lo que no sabíamos era que nos iba a dar tanta guerra. Ese día confieso que sentí algo de emoción porque sabía que vivíamos algo histórico».

El servicio de Virología tuvo que aumentar su plantilla. Pasó de siete técnicos a treinta para poder ofrecer servicio las 24 horas al día, siete días a la semana. En abril «vimos que esto del coronavirus iba para largo y planteamos al Sespa la necesidad de que otras áreas empezaran a hacer PCR». El primero fue el Hospital de Cabueñes, luego le siguió Mieres, Avilés y Langreo. «Eso nos permitió agilizar los test masivos y también la respuesta».

A un año de iniciada la pandemia, Melón insiste en continuar con las medidas de prevención y le preocupan especialmente los brotes en las residencias. Pese a todo, confía que el virus sea menos letal «gracias a la aplicación de la vacuna, ya que aunque está habiendo contagios, serán menos que en los meses anteriores».

Cepa británica

La última variante en incorporarse al mundo coronavírico en Asturias ha sido la británica, que supone ya el 35% de los casos, pero es posible que trepe al 50%. El HUCA estudió hasta la fecha 2.160 muestras vinculadas a la cepa procedente del Reino Unido. Pero Santiago Melón aclara que no toda la culpa corre a cuenta de la cepa inglesa. «La explosión de casos de enero en Asturias no está asociada a esta variante, aunque sí es verdad que ahora está yendo a más. El problema, a mi entender, es que en diciembre y enero algo no se hizo bien». ¿Puede la cepa británica complicarnos aún más la vida? «No es lo esperable, pero puede ocurrir, ya que con los virus no hay respuestas absolutas. Lo normal sería que el virus se fuera adaptando a convivir con nosotros, sin llegar a desaparecer».

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