Borrar
¿Quieres despedir a tu mascota? Puedes hacerlo en el nuevo canal de EL COMERCIO
El médico José Fernández, esta semana, en Gijón. J. M. PARDO
José Fernández, presidente de la Comisión de Garantía y Evaluación asturiana prevista en la Ley de Eutanasia

«Es difícil encontrar a contrarios a la eutanasia. Nadie va a decir: 'Quiero morir peor que mi perro'»

El máximo responsable de que se cumpla la ley aprobada hace más de un año advierte de que el «sistema sanitario asturiano no está preparado al 100%»

AZAHARA VILLACORTA

GIJÓN.

Domingo, 28 de agosto 2022, 02:37

«Cuando me propusieron ocupar este cargo, no tardé ni un minuto en decir que sí. Lo tenía clarísimo», cuenta el médico José Fernández (Candamo, 1956), al que la aprobación de la Ley de Eutanasia le pilló jubilándose tras toda una vida dedicada a la gestión sanitaria y a la cooperación internacional en salud. Y, con esa determinación férrea, el también presidente de Médicos del Mundo España -que enviudó poco antes de la entrada en vigor de la norma- se puso al frente de la Comisión de Garantía y Evaluación, el organismo creado en todas las comunidades autónomas con la misión de «verificar que todo se haga de acuerdo a la ley». Once profesionales de los campos sanitario y jurídico que, tras los informes preceptivos, tienen la última palabra en cada petición.

-¿Qué nota le pone al primer año de aplicación de la ley en Asturias?

-Un notable alto por la normalidad con la que se está produciendo esa aplicación. Es una ley que da un paso enorme desde el punto de vista de la libertad individual, de la dignidad, de la autonomía, del derecho a decidir.

-¿Cuántos profesionales sanitarios han objetado?

-La Comisión de Garantía y Evaluación no conoce ese dato, que es del Sespa.

-El Sespa tampoco lo facilita...

-Lo que ocurre es que no hay un registro central de objeción de conciencia. Lo que hay son registros en cada área sanitaria. En todo caso, no sé por qué se le da tanta importancia a ese dato. La gente tiene derecho a objetar. No pasa nada. Además, estoy completamente seguro de que hubo una especie de explosión inicial y que, después, fue cayendo progresivamente. Y creo que también hubo un nivel de objeción que yo llamo administrativa. De decir: «Menudo barullo». Porque lo desconoces, porque te da miedo, recelo... Porque es algo que tiene su dificultad desde el punto de vista emocional, moral. Incluso técnico, profesional. Y luego hay personas que, sin objetar, te dicen: «Yo no». Pero se resuelve bien. Nos ha pasado y se ha designado a otro profesional.

-¿El sistema sanitario estaba preparado?

-Los profesionales necesitan más información y formación. No podemos permitirnos no hacer un trabajo de alta calidad, porque quien está enfrente es una persona que ha tomado la decisión más definitiva de su vida. No ha dicho: «Pasaba por aquí y quiero la eutanasia». El sistema tiene que estar preparado para hacerlo de forma impecable porque esa persona se lo merece, pero todavía no estamos al 100%. Iremos teniendo más conocimiento y mejorando conforme vayamos registrando más casos.

-¿Qué nos falta?

-Nos falta tiempo de rodaje para dos cosas. Una: que la gente vaya entendiendo lo que significa decidir que quieres que te apliquen la Ley de Eutanasia. Y dos: que los profesionales sepamos informar con claridad y precisión. Decirle, por ejemplo, a una persona a las claras: «Mire, es que lo suyo es más de tratamiento paliativo».

-¿Hay mucha confusión entre la ciudadanía?

-Sí. Y es lógico que la haya. Mucha gente, por ejemplo, no ve la diferencia entre sedación paliativa y eutanasia. Pero, desde el punto de vista técnico, e incluso jurídico, sí se ve la diferencia. Porque una cosa es darle un tratamiento a una persona para aliviarle el sufrimiento sabiendo que le va a anticipar la muerte y otra cosa distinta es darle una medicación a una persona que le va a provocar la muerte.

-Algunos de sus detractores sostienen que, con unos buenos paliativos, esta ley resultaría innecesaria.

-Yo no tengo ninguna duda de que los cuidados paliativos pueden mejorar. Pero la Ley de Eutanasia no está para sustituir a los paliativos: está para cubrir ese espacio en el que no son suficientes para proporcionar una muerte en dignidad, sin sufrimiento. Esto de confrontar cuidados paliativos y eutanasia no tiene ningún sentido.

-¿Entiende a quien sostiene que es una forma de homicidio?

-No creo que esa gente haga de verdad una reflexión mínimamente objetiva de lo que esto supone. Sinceramente, no me lo creo. Yo siento un nivel de satisfacción alto de ver que en España estamos entre los países que han optado por darle dignidad y secularización al proceso de la muerte.

-¿La Iglesia ha perdido la batalla?

-Hay una realidad social que es que más del 60% de la población que se declara creyente y practicante está a favor de la eutanasia. De hecho, la Iglesia tampoco lo peleó tanto porque se dio cuenta de que no tenía mucho recorrido por el alto nivel de aceptación de la ley desde el punto de vista social. A mí, toda la gente de mi pueblo, mis vecinos, me comentan lo mismo. Es muy difícil encontrar a alguien que sea contrario a la eutanasia, porque nadie te va a decir: «Yo quiero morir peor que mi perro». Puedes tener esa doble moral para el resto de personas, pero no para ti mismo. Y nadie quiere ver tampoco sufrir a una persona cercana. Por eso es tan importante la respuesta médico-social, la solidaridad y la generosidad. Y, luego, la aceptación en el contexto familiar es muy buena. Las familias se quedan agradecidas y la determinación de quienes lo han decidido es nítida, muy clara, porque el suyo es un sufrimiento insoportable, un castigo excesivo, un corsé. Te tienes que liberar del dolor, de la indignidad.

-En poco más de un año, se han registrado doce peticiones y se han practicado seis eutanasias. ¿Esperaban esas cifras?

-Sí. Entra dentro de la estadística general del país, salvo en comunidades como Madrid y Andalucía, donde están por debajo. Tampoco sabría decir si es porque allí hay más barreras. En el resto, estamos en esas cifras.

-En cuatro de los casos, los enfermos fallecieron antes. ¿Le afectó no llegar a tiempo?

-No, porque la ley es muy garantista y muy clara en definir los hitos y el proceso que se deben seguir. Y, como mínimo, desde que se solicita hasta que se produce la resolución de la Comisión de que todo es correcto, van a pasar entre 42 y 45 días. No me parece que sea un periodo excesivo.

-¿Tenía usted hecho el testamento vital antes de presidir esta Comisión de Garantía?

-Pues no, no lo tenía. Pero no lo tenía por dejadez, porque, en realidad, hacer el testamento vital es pensar en tu familia, en tu gente. Es quitarles una responsabilidad. Quienes hemos tenido cerca a personas que han pasado por una situación así sabemos lo que decimos. Tenerlo hecho es muy importante, porque ahí es donde tú expresas tu voluntad en la forma de morir. Y hay que tener en cuenta que, si sufres un problema de salud que te prive de la capacidad de decidir, entonces ya no hay posibilidad de aplicar ninguna medida de muerte digna.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Es difícil encontrar a contrarios a la eutanasia. Nadie va a decir: 'Quiero morir peor que mi perro'»

«Es difícil encontrar a contrarios a la eutanasia. Nadie va a decir: 'Quiero morir peor que mi perro'»