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Los inversores españoles también trasladaron hace más de un mes su proyecto a la Autoridad Portuaria

Buscaban un terreno cercano al puerto y se llegó a hablar de las canteras de El Estrellín, pero no volvieron a establecer más contactos

José Fernando Galán

Martes, 18 de agosto 2015, 03:01

La cantera La Esperanza de Solís, en Corvera, no fue la única ubicación planteada por los intermediarios españoles para construir una fundición de cobre vinculada a la multinacional minera canadiense Barrick Gold Corporation. Hace poco más de un mes se presentaron con la misma propuesta en la sede de la Autoridad Portuaria de Avilés, la de implantar una fundición de cobre. A diferencia de Corvera, los agentes no ofrecieron una ubicación concreta sino que preguntaron sí existía alguna posibilidad en el entorno del Puerto.

La propia Autoridad Portuaria señaló a la antigua cantera de El Estrellín como una de las áreas posibles, a escasos metros de los muelles. Para el Puerto, tener una empresa de esta naturaleza en su entorno supondría abrir una nueva vía de negocio que aumentaría su volumen de mercancías, como punto de entrada de la materia prima, el cobre, y de salida de los producto manufacturados y subproductos.

La postura del Puerto fue muy similar a la adoptada en Corvera, por no decir que fue la misma. Cautela total, todas las reservas ante unos agentes a quien nadie conocía y que en ese momento ni tan siquiera habían hecho partícipe al Principado de su ambicioso proyecta. La respuesta de la Autoridad Portuaria de Avilés también fue muy clara: «Presenten ustedes documentación y seguimos hablando cuando quieran». Hasta hoy. Nunca más el Puerto tuvo noticias sobre esta inversión hasta que se dio a conocer el pasado sábado.

Antes de aterrizar en Asturias los intermediarios tantearon en la vecina Galicia. Allí llegaron a reunirse con autoridades de la Xunta, pero las negociaciones entraron en punto muerto. Había un obstáculo insalvable en el corto y el medio plazo: la farragosa e ineludible tramitación que habría que seguir para catalogar el terreno escogido y convertirlo en suelo industrial, problema que sin embargo no encontraron en Corvera.

La cantera La Esperanza, en Solís, ya tiene tal catalogación urbanística, situación que acortaría mucho en el tiempo el proceso burocrático, incluso por debajo del año, a la vez que allanaría el camino para que el proyecto pudiera materializarse. Al ser suelo industrial, si la empresa cumple todas las normativas legales no habría fórmula legal para detenerla. La fundición sería una realidad.

La pregunta se hace evidente. ¿Por qué una multinacional como Barrick desconoce un proyecto que se presenta en su nombre?

En los tiempos que corren a nadie le sorprende ya el papel de los intermediarios en el mundo económico, aquí y en el resto de Europa. La intención de estas personas en estos casos es la de obtener suficiente información para poder desarrollar un proyecto de envergadura. Con este fin, analizan todas las posibilidades desde todos los puntos de vista para conseguir la viabilidad de un proyecto y presentarlo posteriormente a una empresa que pueda tener interés en desarrollarlo porque entre sus planes de expansión.

En el caso de Corvera casi se podría hablar de un caramelo. Una zona industrial definida como tal próxima, no a un puerto, sino a dos, Avilés y Gijón, a pie de autopista y del aeropuerto y en un entorno en el que ya existen empresas que podrían presentar servicios a la fundición. Y no solo eso. Sería una fundición en una comunidad que necesita ampliar su tejido industrial y que ofrece subvenciones. Si esos intermediarios allanan primero ese camino, el tratar de colocarlo en una gran compañía o una multinacional ya es más sencillo.

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