Torazo reparte más de 200 raciones de Boroña, el doble de lo previsto

Elaborar una boroña «no es complicado», pero requiere de la práctica y la experiencia que dan los años. «Yo la vi hacer en mi casa toda la vida. La hacía mi abuela y luego mi madre», recuerda Josefina Prida, quien reconoce que prefiere hacerla sola, «sin nadie alrededor». Su forna fue una de las dos que se habilitaron en esta ocasión para el festival. Habitualmente se usan cuatro. «Hay que tener cuidado porque la entrada de las fornas no suele ser muy grande y hay que hacerlas del tamaño justo para que entren», detalla.

Esta masa con cobertura de hojas de berza rellena con doce chorizos, doce trozos de jamón y doce de panceta se ha convertido con los años en seña de identidad de Torazo y cada vez son más las personas que acuden al festival para poder degustarla. «No sabemos qué tiene, pero siempre vuela. Gusta muchísimo», reconocen. Y ayer volvió a quedar de manifiesto. En poco más de dos horas se habían vendido más de doscientas raciones, las cuales iban acompañadas de su respectivo arroz con leche.

«Es diferente a otros años, pero fue muy bien», destacaron desde la asociación, con la mira puesta ya en la edición del año que viene. «Esperamos poder volver a hacer el festival como siempre. Vamos a estar guapísimas. Teníamos unos mandiles nuevos para estrenar el año pasado y los tenemos guardados para 2022. Cada año sacamos un modelo distinto», adelantan.