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Patricia Fernández, médico en Infiesto. E. C.

Médicos en peligro de extinción

Un informe del Colegio de Médicos reivindica a los profesionales del medio rural, donde converge «la crisis de Primaria con el abandono de los pueblos

MIRIAM SUÁREZ

GIJÓN.

Domingo, 20 de febrero 2022, 01:12

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En una jornada de trabajo normal César Fernández lo mismo asiste de madrugada a un vecino del valle de Obanza, en Castropol, que presta atención sanitaria a un ganadero de la montaña de Vegadeo al que se le ha caido encima el techo de la cuadra. Esta semana pasó consulta en el centro de salud de Trevías, en Valdés. Y a partir de mañana lo hará en Boal.

Su caso es uno de los 291 médicos rurales asturianos, que ejercen la Medicina de Familia «al completo, como te la imaginas de verdad; muy cercana a la gente y sin cupos tan masificados como los que ahora tienen los compañeros de las zonas urbanas». Y lo hacen sorteando las dificultades propias del medio en el que desarrollan su profesión: dispersión geográfica, comunicaciones deficientes y unas carreteras que no siempre se encuentran en las mejores condiciones.

«Te pasas mucho tiempo en el coche para ir a domicilios donde no siempre llega una carretera asfaltada o tienes cobertura en el móvil para llamar a una ambulancia», cuenta César Fernández, que el próximo mes de marzo cumplirá 35 años. Él hizo la especialidad en el centro de salud de El Cristo, en Oviedo, pero eligió el occidente asturiano como destino profesional porque vive en Castropol y, sobre todo, porque «me apasiona la medicina rural, desde siempre».

César Fernández, ante el centro de salud de Trevías. JESUS MANUEL PARDO

El 90% de los médicos rurales no reciben ningún incentivo por realizar su trabajo en zonas periféricas y a veces adversas. Y 9 de cada 10 corren con parte de los gastos de desplazamiento, porque tienen que utilizar su vehículo particular y la cantidad que reciben del Servicio de Salud para compensar los kilómetros que recorren «no da para el combustible ni cubre el mantenimiento del coche». Aun así, un 88% se muestran encantados de ejercer en el medio rural.

Son algunas de las conclusiones a las que ha llegado el primer estudio sobre la actualidad de la Medicina rural, elaborado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos. Un informe en el que ha participado la institución colegial asturiana para poner el foco en «el gran trabajo» que desempeñan estos profesionales de la Atención Primaria y en los desafíos a los que se enfrentan a diario. «Si Primaria tiene carencias, ni te cuento en las zonas rurales. Hablan de la España vaciada, pero a los pueblos no llegan recursos», lamenta Jesús Rodríguez, vocal de Atención Primaria en el Colegio de Médicos de Asturias.

Alfredo Saavedra, médico de Cabañaquinta, en una salida a domicilio. JUaN CARLÓS ROMAN

En esta medicina de cercanía convergen, en definitiva, «la crisis que sufre Atención Primaria con el abandono que sufre el medio rural». De ahí que, como advierte Jesús, «muchas plazas sean de difícil cobertura; como no proporcionen unas condiciones laborales más atractivas, nos vamos a quedar sin médicos rurales». Aunque Asturias cuenta con vocaciones tan sólidas como la de Miguel Díaz, que desde hace once años lleva la Medicina de Familia a Somiedo.

«Yo siempre quise ser médico de pueblo», asevera. Miguel, de 53 años, vive en Poo de Llanes, a 170 kilómetros de distancia del centro de salud de La Riera, donde ejerce. Ha tenido que alquilar un apartamento en Somiedo y, en muchas ocasiones, no ve a su familia hasta el fin de semana. Aun así, ni se plantea cambiar de destino. «Aquí la gente es súper buena y te tiene mucho respeto. Hay gente que, cuando llega a la consulta, no se sienta hasta que tú se lo dices», comenta.

300 pacientes

Tiene un cupo de unos 300 pacientes, así que puede dedicarles tiempo. Cuando entran por la puerta, «sé quién es cada uno, la medicación que está tomando y casi hasta lo que tiene». Pero la orografía y las distancias juegan en su contra. «Aquí cuando nieva, nieva en condiciones y a veces no eres capaz de llegar a los domicilios si no es en el todoterreno de la Guardia Civil». Cuenta el caso de un vecino que se atragantó en el Alto de la Farrapona y al que «fue imposible» socorrer a tiempo.

El doctor Jesús Rodríguez. e. c.

«La carretera condiciona mucho», afirma Patricia Fernández. Sierense, de 41 años, acaba de llegar al centro de salud de Infiesto, tras varios años en Tineo, un destino del que guarda un recuerdo «estupendo». Según Patricia, en los pueblos «la gente valora mucho lo que hacemos» y eso compensa las condiciones «tan complicadas» en la que desarrollan su profesión los médicos rurales.

En el suroccidente asturiano, por ejemplo, no contaban con UVI móvil hasta hace un par de semanas. Y son muchos los pueblos asturianos que se encuentran a más de cuarenta minutos de su hospital de referencia. Patricia Fernández, consciente de las dificultades que entraña el medio rural para poder atender a tiempo ciertas emergencias -pongamos por caso un infarto- llegó incluso a proporcionar a los vecinos formación básica en primeros auxilios.

Cuenta que, de camino a un domicilio para prestar asistencia médica a un enfermo, reventó el radiador de su coche nuevo por el mal estado del camino de acceso a la vivienda. El coste de la avería salió de su bolsillo. Es el día a día de los médicos rurales que, sin embargo, consideran lo que hacen «una experiencia muy bonita». Patricia recuerda, conteniendo las lágrimas, cuando «en plena pandemia, los vecinos salieron con cubas de lejía en sus tractores para desinfectar las calles de Tineo». O cuando «nos dejaron en la puerta del centro de salud una caja con material para que nos protegiéramos del coronavirus, como las pantallas que usan para desbrozar las fincas».

Miguel Díaz. J. M. PARDO

Según Alfredo Saavedra, con plaza desde hace un año en el centro de salud de Cabañaquinta, «el trabajo ideal para un médico de Familia es la medicina rural». Su cupo no llega a los 1.000 pacientes, fundamentalmente «gente mayor con patologías crónicas», como es habitual en las zonas rurales asturianas, donde el envejecimiento de la población es más evidente. «Gracias a mi enfermera, Mónica González, ya los voy conociendo a todos», agradece.

A algunos pueblos del concejo de Aller, no llega la ambulancia y la asistencia médica puede demorarse más de media hora. Aun así, Alfredo, de 41 años y vecino de Mieres, no le pone ningún pero a su destino profesional: «Estoy encantado». En el momento de realizar este reportaje, tenía en agenda visitar a una vecina que se encontraba fatigada y no se podía mover de casa. Es habitual hacer seguimiento a domicilio de los enfermos crónicos, cuando el trabajo de consulta se lo permite. Algo impensable en los centros de salud de las principales ciudades asturianas, donde los médicos han tenido que hacer frente a más de 70 consultas diarias durante la pandemica.

Desde el Colegio Oficial de Médicos de Asturias creen que es de justicia poner en valor a los facultativos de los pueblos asturianos, y más en un momento tan delicado para la Atención Primaria como el actual. «Debería haber un reconocimiento económico para quienes ejercen la medicina en las zonas rurales, en circunstancias a veces tan complicadas», defiende Jesús Rodríguez, que representa a los profesionales de Primaria dentro de la entidad colegial y es, a su vez, coordinador del centro de salud de Luanco. En definitiva, que los responsables de la sanidad pública asturiana reconozcan la labor que desarrollan tanto como los vecinos del medio rural. Es la forma, en su opinión, de librar a esta medicina «tan bonita» del peligro de extinción.

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