Año y medio de obras pendientes y «auscultaciones»

Encontrar una solución al 'fondo de saco' de la estación de León es indispensable para que el tráfico ferroviario con Asturias llegue a ser «del siglo XXI», tal como prometieron los cuatro gobiernos que han pasado por La Moncloa desde que se se empezó a tramitar el proyecto de la Variante de Pajares. Pero a esta macro infraestructura, convertida en una de las obras de ingenería más complejas de Europa, todavía le quedan algunos flecos sueltos para poder cumplir con el calendario marcado desde el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbano.

Queda por concluir la estación de Pola de Lena; el helipuerto de la vertiente asturiana de la variante; las pruebas en las redes de comunicaciones; el sistema de ventilación y las galerías de emergencia. No sólo eso: las pruebas de seguridad y confort, que comenzaron oficialmente el lunes, se prolongarán durante más de un año. Hasta finales de 2022, los trabajos para la comprobación de la fiabilidad de las vías se compatibilizarán con las obras pendientes.

En el viaje realizado este lunes entre la Robla y Campomanes, técnicos de Adif y de la ingeniería que instaló las vías de la Variante de Pajares ya fueron monitorizando, kilómetro a kilómetro, el comportamiento del nuevo tendido ferroviario. Este tipo de «auscultaciones» son las que revelaron 35 deficiencias en el tramo León-Gijón, que obligan a Renfe a limitar la velocidad de sus trenes en los puntos donde se detectaron los problemas. Una circunstancia transitoria que neutraliza, de momento, el avance previsto con la eliminación del 'fondo de saco' de la estación leonesa.

Si con esta obra de integración ferroviaria se ganan 25 minutos, la limitación de velocidad en los tramos donde existen deficiencias está produciendo retrasos superiores a los 20 minutos. Estos tramos suman 32,4 kilómetros de vía, por los que hay que circular entre 30 y 70 kilómetros por hora.