«Nos devolvieron a la oscuridad»
La joven jueza afgana Nazima Nezrabi cuenta en la Universidad de Oviedo su huída del país y la grave situación de las mujeres allí
Se escucha cercano el llanto de su hija pequeña, solo un año, quizás cansada, quizás con hambre, quizás abrumada entre tanta gente desconocida. Pero las ... lágrimas de Nazima Nezrabi cuando se le pregunta si tiene esperanza en volver a su país, a su hogar, a Afganistán, son infinitamente más difíciles de consolar. Porque sabe que hoy es complicado mantener esa esperanza, que en agosto de 2021, con la llegada de los talibanes al poder, la suerte de su país, y la suya propia, cambió drásticamente. Nazima Nezrabi, joven jueza afgana que abandonó su casa, su trabajo y a parte de su familia de un día para otro, escondiendo tras un burka su embarazo de ocho meses, en la mano otra hija, y tras quemar toda su documentación, contesta desde el llanto y la profunda pena: «Si me permiteran volver, mañana mismo volvería Sería el mayor sueño». Porque en España, pese a la «amabilidad y la acogida» que se les ha brindado en Bilbao, donde reside desde el 30 de agosto de 2021, tiene que empezar de cero.
Fue Nezrabi la protagonista de los actos organizados por la Universidad de Oviedo en el Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Durante seis años, juzgó en Kabul, su ciudad de origen, los delitos de terrorismo cometidos por los talibanes. Había llegado hasta allí gracias a su esfuerzo, pero también a la «perseverancia» de su madre, que luchó contra viejas ideas y se negó a sacarla del colegio.
Durante un tiempo, explicó en el Aula Magna de la Facultad de Derecho, había visto cómo la sociedad afgana daba pasos. Cómo poco a poco las mujeres empezaban a conseguir «derechos básicos», tras años y años siendo obligadas a «hacer muchas cosas en contra de su voluntad», tras medio siglo de «opresión y persecución», de abusos sexuales, de palizas, de ser quemadas, desfiguradas... Eran, al fin, objetos, habitualmente «intercambiadas por dinero, terrenos o animales».
Desde hace 20 años, «con el cambio tras la llegada de Estados Unidos y los aliados», habían logrado dejar atrás la prohibición de estudiar y estaban llegando a la política, a los juzgados, a la medicina... Se habían aprobado leyes de protección de la mujer. Había progreso y esperanza. Todo cambió cuando «los mismos talibanes de hace 30 o 40 años» retomaron el poder y «devolvieron a las mujeres afganas a la oscuridad». «Se ha perdido absolutamente todo», insiste. «Cientos de miles de personas se han marchado en los últimos meses del país. El 80% son mujeres y niños, a los que los americanos dijeron que protegerían». Ella logró huir. Otras han sido encarceladas, perseguidas. No ve Nazima, ni la ven las mujeres afganas, «la luz de la paz». Por eso, desde Oviedo, lanzó un llamamiento «de ayuda a la comunidad internacional», además de una dura crítica a la actuación de Estados Unidos. «No olvidéis Afganistán, nuestras niñas son las grandes olvidadas».
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