Los barrios bodegueros, un recurso por explotar

Para convertir los barrios bodegueros cangueses en un recurso turístico, «tenemos que saber valorar lo que tenemos». Así de contundente se mostró el vicepresidente de la asociación de Museos del Vino de España, el cangués Joaquín Fernández, en las II Jornadas de Barrios Históricos de Bodegas del Aula Pedro Vivanco, enmarcadas en el programa del Simposio Nacional que ayer llegó a su fin en la villa canguesa.

«Se han recuperado barrios dándoles una promoción turística. No hay que olvidar que están en zonas rurales y suponen nuevos recursos», subrayó Eduardo Díez, director del Museo Vivanco. Díez puso de ejemplo el barrio de Santiso, donde se ubica el Museo del Vino y que ha permitido revitalizar esa zona y sus pequeñas bodegas. «No es una cuestión de tamaño, es una cuestión de un patrimonio cultural ligado a un patrimonio que ha creado unas condiciones determinadas y que merece la pena conservar». Una idea que también subrayó el profesor titular de Construcciones Arquitectónicas de la Universidad de Valladolid, Félix Jové, al afirmar que son bienes «excepcionales» sobre los que «hay que concienciar».

Cangas del Narcea cuenta con varios barrios bodegueros a lo largo del concejo, entre los que cabría destacar, Santiso, con un origen milenario, o los de Punticiella, con las bodegas alineadas, además del de Tebongo. De todos los barrios cangueses, el más avanzado es el de Santiso, un barrio milenario. «Lo primero sería catalogar, después legislar qué queremos y cómo lo queremos y, a partir de ahí, restaurar ajustándose a la legislación», argumentó Fernández, convencido del potencial turístico. «Si queremos que sean un recurso de futuro tendremos que tener una normativa común que lo haga atractivo para los turistas», continuó, señalando que en caso contrario se corre el riesgo de que no se conserven tal y como eran en sus orígenes.

Las visitas a los barrios bodegueros estuvieron precedidas de tres conferencias en las que se mostraron diferentes tipos de barrios bodegueros y cómo Aranda de Duero logró recuperar y catalogar 135 bodegas que hoy se han convertido en uno de sus más importantes atractivos turísticos.