Comienza el festival: «La avellana precisa cuidados tan cariñosos como los que merecen nuestros mayores»
La quincuagésimocuarta edición del certamen de Piloña se abre con un hermoso pregón y la entrega de los galardones a los Paisanos del Año, Alicia Rivera y Javier Lavandera
Ya son 54 las ediciones del Festival de la Avellana de Infiesto, que esta tarde se abrió oficialmente con la gala de inauguración, en la que la lectura del pregón corrió a cargo, muy significativamente, del equipo de cuidadoras a domicilio que consiguen, día a día, que la vida de las personas mayores de toda Piloña, en particular de las que viven en una soledad no deseada o con un grado de dependencia mayor, sea un poco más fácil.
Publicidad
Fue un pregón mancomunado, que pronunciaron en conjunto ocho de las 21 asistentes a domicilio, y en el que hicieron un paralelismo entre los cuidados que ellas ofrecen cada día a los mayores de Piloña y los que necesita el fruto que protagoniza este veterano festival. «La avellana precisa cuidados tan atentos y cariñosos como nuestros mayores», indicaron, rodeadas de la admiración que este colectivo habitualmente silencioso y discreto despierta entre los vecinos de Piloña y los visitantes.
A continuación se procedió al siempre esperado acto de entrega del premio al Paisanu y la Paisana del Año en Piloña. En esta ocasión se trata de Alicia Rivera y Javier Lavandera.
Ella, de unos jóvenes 99 años, estuvo al frente del bar 'La Esquina', cerca del paso a nivel ferroviario, nada menos que desde 1947 y junto a quien fue su marido durante casi 75 años, César Santos, fallecido en 2022, con quien tuvo siete hijos, que a su vez les dieron catorce nietos y nada menos que veinte bisnietos. Muchos de ellos estaban este viernes presenciando este momento especial para una madre, abuela y bisabuela que supo crecer en familia y en negocio. Ella y su marido compraron en 1955 la casa de la familia Martínez Agosti y la transformaron en 'El Capitol', un templo de la hostelería piloñesa durante muchas décadas. Recuerda Alicia que este negocio «me cayó muy grande, lloré mucho. Tuvimos que hacerlo todo desde cero», pero lo dice con un innegable orgullo por sus muchos méritos.
Por su parte, Lavandera, de 84 años, que llevó la tienda de alimentación y piensos de Infiesto, donde hoy su sobrina Eva regenta una óptica. El negocio duró muchos años, con él y sus hermanos, aunque el mediano se fue a trabajar a un banco. Javier y Carlos quedaron entonces al frente con sus esposas, Tita y Esther. «Fueron años de trabajar sin horas y sin vacaciones», recordaba. Lavandera hizo gala de resiliencia frente a su sordera y de fuerza de voluntad para seguir disfrutando de la montaña y su pasión, la lectura«.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión